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Vicisitudes del Estado Cuartel

En días recientes, casi a la media noche, quizá por motivo de una fiesta, un grupo de muchachos se enfrentó a otro, escandalizando la calle que media entre los dos edificios cercanos al nuestro. La estridencia de los vecinos asomados en los balcones, algunos en paños menores, no impidió la prolongación de la golpiza y, seguramente, hubo quienes llamaron a los tales cuadrantes de seguridad que no se ubican tan distantes.

Tardíamente, cuando la tensa calma compitió con la pobre iluminación pública, llegó un par de unidades patrulleras de la Guardia Nacional con ocho efectivos y sus acostumbradas armas de guerra: únicamente aseguraron, con su sola presencia, que no hubiese un atrevido joven que retara desde el pavimento a otros, pues, prontamente, se recogieron en sus casas. Observamos a los ocho que miraban por aquí y por allá, además de sus celulares, dejando constancia  de un asfixiante hastío hasta que,  aparentemente, finalizó la asfixia al volver al cuadrante.

La escena ameritaba de una faena estrictamente policial para asegurar no sólo una pacífica nocturnidad vecinal, sino garantizar que los hechos no se repitan, con las debidas pesquisas y citaciones que también significaba responsabilizar a alguien por el vidrio partido de uno o dos automóviles, que quedó como saldo de la reyerta. Empero, según las normas – ya no hay una jefatura civil con agentes policiales que nos resguarden, debiendo el afectado acudir a un fiscal público para hacer la denuncia y entrar en una espiral de procedimientos que tiene un mayor precio económico, psicológico y de tiempo que recomienda la pronta y resignada reposición del vidrio.

Concluimos, la Guardia Nacional no está para estos eventos e, incluso, más grave aún, en otros,  las cifras delincuenciales así lo corroboran, por lo que, inevitablemente, salvando las distancias, nos vino al espíritu el dramático testimonio de los familiares de las víctimas de Barlovento. Expresamente señalado, ¿por qué existe una OLP-Ejército? ¿Son estas las faenas naturales para un componente y toda la Fuerza Armada Nacional? ¿Está preparadas para ellas aún cuando deben ocuparse de otras más a tono con la delicada e inequívoca misión que le asigna la Constitución Nacional? ¿No hay problemas de una naturaleza eminentemente civil que nunca ha de comprometer una especialidad eminentemente militar?  ¿Obviaremos las causas, lamentándonos apenas de otra vicisitud del Estado Cuartel?

Al día siguiente de nuestro suceso vecinal, el kiosquero que nos provee de los cigarrillos que siempre juramos abandonar, más informado como el que más, nos dijo: “Menos mal que no disparó alguien, porque si algo sobra en la calle son las pistolas”. Gracias a Dios, decimos ahora, frustrada esta – otra – vicisitud.

@LuisBarraganJ

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