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¿VTV, una televisora pública?

“El MCI y la junta directiva de VTV ratifican su compromiso con una televisión pública de calidad, abierta al pueblo y respetuosa de los derechos de todos los ciudadanos y ciudadanas,…”

Comunicado de MCI sobre el caso Walter Martínez

Tomemos este ejemplo. En las transmisiones de Dossier del 15 y el 16 de septiembre, Walter Martínez, disgustado porque no le permitieron cubrir la visita del Presidente a la ONU, se revela contra la dirección de VTV, dice que hay gente que “se pone la boina roja para robar” y que se “gesta un chavismo sin Chávez”.

El MIC lo conmina a denunciar el caso ante la Fiscalía. Martínez insiste en hablar personalmente con Chávez. El Líder no lo recibe, pero llama por teléfono a La Hojilla donde Mario Silva y Luis Tascón defienden a Mr. Dossier. El veredicto del Comandante: apoyo total a Blanca Eekhout, directora de VTV, “es una tremenda muchacha, honesta a carta cabal», … «ahí en el canal hemos enfrentado mafias que están infiltradas, amenazas de sabotearlo y el personalismo, porque hay gente que cree que un programa es de él y que puede decir lo que quiera.»
Además, deja caer un velo de duda sobre las intenciones de Martínez: “Créanme que estoy muy enterado de cosas que ustedes seguramente no saben.” Tascón aprovecha para ganar puntos y sugiere “lavar los trapos sucios en casa”.

Tratándose de un medio de comunicación esto es grave: el público nunca se enterará de lo sucedido en VTV, “ televisora pública” y “de todos los venezolanos”. Hugo callará lo que sabe de Walter; Walter, como ya lo dijo, “Como soldado, me han ordenado callar”, callará lo que sabe sobre los casos de corrupción, y Mario y Luis se mantendrán callados hasta saber lo que piensa Hugo. En letra de canción: “Llegó el comandante y mandó a callar…”.

Para que nadie calle la información, muchas sociedades democráticas han creado la figura de la “televisión pública” que, aunque es financiada con dineros públicos como “nuestra” VTV, no está sometida al gobierno y tampoco a las leyes del mercado.

En sociedades verdaderamente democráticas los gobiernos no tienen televisoras, cuando más oficinas de prensa, y sólo existen televisoras privadas y televisoras públicas. En las directivas de estas últimas están representados los sindicatos, las iglesias, los partidos políticos, las universidades y otras instituciones, pero en la práctica son los ejecutivos y redactores los responsables de la información y la programación; es su capacidad profesional la que cuenta y no su fidelidad al gobierno. La TV pública existe en sociedades no polarizadas, abiertas y tolerantes. Allí sirve de puente entre las diferentes formas de pensar, trabaja para desarrollar la democracia y la convivencia pacífica; en ningún caso predica la intolerancia ideológica y política, el enfrentamiento social, y mucho menos se atrevería a retener información.

Cabría terminar con una perogrullada. En las democracias los ciudadanos son dueños del dinero público. La gente tiene conciencia de que con su dinero se paga no sólo el sueldo de los empleados de las televisoras públicas, sino también el de los burócratas gubernamentales a quienes contrata para que gobiernen con honradez y eficiencia.

En estos países los ciudadanos son el jefe y los políticos sus empleados; el voto, más que un salvoconducto para el desafuero y la autocracia, es un contrato de trabajo con burócratas que ocuparán temporalmente los cargos políticos. Y aunque algunos de ellos sean grandes estadistas y/o profundos ideólogos, son, básicamente, servidores de la nación que se ganan el pan administrando los recursos públicos, en ningún caso son dueños de este dinero. Por el contrario, en Venezuela el jefe es el presidente y los ciudadanos sus empleados.

En cualquier sistema político conocido, quien paga el “cochino sueldo”, entrega los “asquerosos contratos” o reparte las “límpidas libretas de racionamiento” tiene la última palabra. Así que Walter: ¡Chito!

¿Es VTV una emisora pública? Le queda grande el adjetivo, VTV es una emisora del gobierno, como lo son VIVE, Telesur y las otras, que si bien son financiadas con dineros públicos, abusiva y desvergonzadamente sólo transmiten lo que conviene a un proyecto partidista y por ello sólo aceptan periodistas afectos al “proceso”, sumisos al Presidente.

¡Y ay del que se resbale! Si no que lo diga Walter Martínez. Me refiero al periodista, no al soldado.

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