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Y… ¿ahora qué?

Las juntas de gobierno se instalan luego de haber sido derrocado el gobierno, bien por un golpe de Estado militar o por una rebelión cívico-militar. También se dan casos de golpes de Estado civil, como resultado de la confabulación del Poder Legislativo y el Judicial. Los golpistas buscan justificar su felonía anunciando el comienzo de una nueva era, la erradicación de la corrupción y el restablecimiento de la paz pública, condiciones indispensables para emprender el camino del desarrollo en libertad, con garantía de la seguridad personal y de los bienes. Prometen adelantar la acción gubernamental, programada en concordancia con la orientación política de quienes integran el cuerpo colegiado. Es bien sabido que son contados los casos en los que el verdadero propósito sea abrir las puertas a la democracia, incluida la honestidad administrativa, como fueron las acciones cívico-militar triunfantes el 18 de Octubre de 1945 y el 23 el Enero de 1958. Para bien y para mal, los venezolanos tenemos harto conocimiento del uso de la vía rápida para los cambios de gobierno.

En fecha reciente, la mayoría de la Asamblea Nacional electa en 2015, integrada por diputados militantes de Primero Justicia, Un Nuevo Tiempo y Acción Democrática, asumió la responsabilidad de eliminar la figura del Presidente Provisional, sustituyéndola por una Junta Administradora ¿de qué? Es decir, derrocaron a Juan Guaidó. Como son conocidos los criterios que sobre el particular han emitido prestigiosos especialistas en Derecho Constitucional, no incursionaré en un tema en el cual soy lego. Lo haré en las consecuencias políticas.

Así tenemos que, si la Asamblea no está facultada para nombrar Presidente Encargado a un diputado distinto a los de la Directiva, a mi modo de ver y entender, lo que se produjo fue un golpe de Estado Parlamentario, que en futbol equivale a un auto gol; y para quienes somos legos en Derecho y no somos aficionados al deporte de las patadas, es una maroma tan peligrosa como cambiar de cabalgadura en la mitad del río o como lo expresa el común venezolano: una metida de pata.

En la actividad política, cuando el interés personal de los líderes o directivos de la empresa-partido, como parece ser el caso, se antepone al colectivo, la decadencia está empujando la entrada y de no volver al bagaje doctrinario y a las prácticas del quehacer democrático, el adversario o enemigo, demolerá la resistencia que aún impide la entrada en tropel del Socialcomunismo del siglo XXI en la conciencia del venezolano.

 Así tenemos que para derrocar a Guaidó, con quien no tengo nexo alguno, el argumento de “mayor peso” fue que no había logrado el cambio de gobierno por medio elecciones libres, que no había realizado acciones contundentes para desalojar del poder a la caterva de asaltantes del Tesoro Público y genocidas que desmantelaron la economía, conculcaron la libertad, sembraron miseria y aventaron fuera de las fronteras patrias a más de seis (6) millones de sus hijos, en una diáspora sin precedentes en Latinoamérica.

Pues bien, si por no hacer nada para derrocar el delincuencial gobierno Socialcomunista del siglo XXI, encabezado por Nicolás Maduro, apuntalado por la bayoneta de Padrino López, es haber logrado el reconocimiento de la provisionalidad por las potencias de la democracia occidental ¿qué le faltó por hacer? Imagino que adquirir armamento y entrenar “reclutas” que enfrentarían los componentes militares de Nicolás y Padrino López. Creo que los integrantes del G3 no asumieron la responsabilidad de cogobernar con Guaidó y no están enterados de nada. Porque la vicepresidencia provino del colectivo parlamentario y la responsabilidad no fue debidamente asumida.

 Y… ¿Ahora qué? Echar pa’lante con el trío de damas a la cabeza. Pero es pertinente recomendar la remoción de los actores del G3 y sin quebrantar la unidad, incorporar “sangre nueva” a fin de revitalizarlo y descontaminarlo del soterrado odio cainita generado por el ejercicio prolongado del poder, y estrechar lazos con la Junta, asumiendo la corresponsabilidad en la acción política y administrativa. Avanzar hacia las PRIMARIAS y elegir el candidato presidencial de la democracia para derrotar la dictadura comunista.

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