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Y qué de la crisis habitacional

La historia de la crisis habitacional del país es política, social y económica. Situación que describe la ineficiencia de los gobiernos de los últimos 30 años; cuando hoy, más de seis millones ochocientos mil venezolanos esperan tener vivienda propia. Esta crisis que ataca con mayor saña y ferocidad a los más pobres. La gente más humilde del país “está pasando las de Caín.” Las familias que viven pagando arriendo, además de sobrevivir con el bajo poder adquisitivo de sus salarios, a la escasez de productos de primera necesidad, padecen la arremetida de los deficientes servicios públicos y la más feroz crisis de transporte urbano y extraurbano de todos los tiempos, pero como guinda al postre, están sometidos al estrés y acoso persistente de propietarios de viviendas rentadas. Y todo porque el gobierno generó la más monstruosa crisis habitacional. Las inmobiliarias y propietarios están echando a las familias porque sospechan que como arrendatarias se van a apoderar de sus propiedades. Nadie quiere alquilar viviendas. Quien vive como inquilino no tiene para donde mudarse. Si por casualidad hay alguna vivienda para arrendar, los ingresos de las familias de clase media y de bajos recursos no pueden mantenerla, porque sobrepasa a sus capacidades de pago. La inflación inmobiliaria se torna inalcanzable para la familia venezolana.

En 1998, como presidente electo, Hugo Chávez declara que el déficit de vivienda en el país es “de 1,5 millones” y a pesar de haber prometido resolver “el drama de la vivienda” para el 2003 en un 50%, no pudo superar las exigencias del entonces ni los requerimientos del subsiguiente y predecible crecimiento poblacional que exige, según cifras de la Asociación Venezolana de Ejecutivos (AVE) y la Cámara Venezolana de la Construcción:“118 mil viviendas por año, (…) 320 viviendas diarias, 1 cada 5 minutos de forma ininterrumpida durante las 24 horas de todos los días del año. (…) para el año 2011 el déficit acumulado de nuevas viviendas alcanza las 1.94 millones. De acuerdo con esta cifra 7,56 venezolanos requiere vivienda. — una familia promedio está compuesta por 3,9 miembros, de acuerdo con los resultados del Censo 2011 del INE—”. ¿Cuáles serán las cifras actuales? A 16 años de las declaraciones del “comandante supremo”, las exigencias habitacionales sobrepasan los 3 millones de unidades.

Maduro recibe la gravedad de este problema y hasta ahora no tiene soluciones inmediatas. Estos gobernantes “revolucionarios”,con sus políticas inflacionarias dispararon los precios de la vivienda, su inoperancia crea un déficit de más de 800 mil respuestas habitacionales, respecto a las que se construía en tres períodos constitucional es la cuarta República y, en más de 2 millones y medio, en lo que va de su fracasada “revolución”. A los programas gubernamentales para resolver el problema habitacional como el “Plan Avispa” del “Plan Bolívar 2000” (1999), la “Misión Vivienda / Hábitat” (2004) y la “Misión Villanueva” (2007) y la “Gran Misión Vivienda Venezuela”, los agotó la corrupción y los desaciertos. Ninguno ha podido honrar, ni siquiera a medias, el compromiso habitacional con los venezolanos. Las políticas habitacionales y el control de las industrias de insumos para la construcción por parte de la “revolución”, desde un comienzo, se tornaron más inflacionarias aún, dispararon los precios de la vivienda, puso en caída libre a la producción de cabilla y cemento, entre otros productos de importancia para la construcción. Situación que también golpeó a la seguridad jurídica y a la confianza entre los venezolanos. Aquí no vale decir: “A la quinta República es la vencida” ni aquí hay “quinto que valga”. Porque la necesidad habitacional se ha duplicado de manera alarmante con las políticas de la “revolución”, respecto a la que existían a la caída de la democracia. Hoy, las familias que no tienen vivienda están siendo sometidas a violentas humillaciones y señalamientos. Las están presionando, las están echando a la calle, a la intemperie. Esto sin contar las escasas respuestas que el gobierno ha dado a los 130 mil damnificados por las lluvias del 2010.

Anabella Abadi en su artículo Gran Misión Vivienda Venezuela: ¿hay soluciones a la vista?, señala que: “la Gran Misión Vivienda Venezuela se comprometió a construir 2 millones de viviendas entre 2011 y 2017, a razón de 286 mil viviendas al año. Si entre 1999 y 2009, construyó 293 mil 857 viviendas, es decir, 26 mil 714 viviendas por año.”(Prodavinci, 27/09/2013) Aquí cabe la siguiente pregunta: ¿Cómo alcanzará la meta de los 2 millones de vivienda para el 2017? Ojala que el gobierno cumpla para bien de los venezolanos. Como paradoja a esto, el gobierno de Luis Herrera(catalogado como la “peor administración” de la cuarta República), construyó un promedio de 72 mil casas por año, para alanzar un total de 360 mil casas en su quinquenio, nadie lo ha superado.

Hay familias honradas que quieren mudarse, dejar la vivienda que tienen en alquiler, porque son éticas y no tienen el poder adquisitivo para comprarla. Pero la realidad habitacional del país es, desde ya, insostenible e infernal. La adquisición de una vivienda es inalcanzable para cualquier familia venezolana de clase media y, peor es, para la de sectores menos favorecidos. Sólo la unidad del Sector Público con el Sector Privado puede encontrar respuestas más eficientes y eficaces para la solución de este problema. Previo a la II Guerra Mundial a Europa la acosaba el crecimiento poblacional y la falta de respuesta habitacional. Hitler y Mussolini hablaban de esto con preocupación y comparaban las estadísticas de sus países con la de otros, sin dejar de revisar la respuesta efectiva que EEUU daba para solucionar el mismo problema.

Los apartamentos y viviendas de las grandes urbes venezolanas son adquiridos por inversionistas de otros países; porque les resulta rentable ante la grosera debilidad de nuestra moneda. Se dice que los narcotraficantes están lavando dinero bajo esta nueva modalidad. El gobierno está en la obligación de abrir una investigación para proteger a la soberanía individual y colectiva de los venezolanos. Además, dejar por sentado que quienes hacen negocios dentro del país, los conciertan con dinero bien habido. Pues, la crisis ética, es otra de las realidades inocultables de la nación, cuando deberían estar campeando las buenas costumbres y la defensa de la clase trabajadora.

El desprecio por lo ético suma cada día más adeptos y, la sinrazón, parece ganar la batalla a los seres humanos más honestos. La patria peligra, la apuñalan, la desangran. Ya es obligante una reacción firme del pueblo, de los sectores de producción, de todos los Poderes públicos y de la Fuerza Armada Nacional. La población de menores recursos, quienes no les llega la gracia y los favores de la política parcializada de la “revolución”, los que sufren por no poder obtener una vivienda aunque trabajen mucho, los que aguantan hambre y otras necesidades porque el sueldo no les alcanza, claman: ¡OH, pueblo! ¡Salva, salva a la patria! ¡No te rindas frente al malo ni ante su despreciable proceder te humilles!

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