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Y si el despotismo levanta la voz…

“El poder en defensa de la libertad es mayor que el poder en nombre de la tiranía y la opresión”. Malcolm X (Malcolm Little, 1925- 1965), activista y orador norteamericano, defensor de los derechos de los afrodescendientes, asesinado a los 39 años. Un violinista toca “Venezuela” mientras en la cola hacia Inmigración, padres llorosos abrazan a sus hijos, muchachos que en su mayoría se van para no volver, después de lograr lo que su país no les da: seguridad, calidad y vida. “Sé que es lo mejor para él, pero tengo el corazón roto”, dice una afligida señora mientras agita su mano en un doloroso adiós a su único hijo. “Maldigo a los responsables de esta tragedia de la separación familiar, padres huérfanos de hijos, nietos que crecen lejos de sus abuelos”, se lamenta con rabia un anciano que vio mejores tiempos en este hermoso país, depauperado hoy por una plaga revolucionaria. Éstos no son casos aislados. La salida de venezolanos hacia otros países se ha convertido ya en una estampida que angustia a quienes se quedan y preocupa a países donde llegan buscando refugio, la mayoría de las veces, en calidad de ilegales. Aunque no califican como “desplazados” para las organizaciones internacionales, los inmigrantes venezolanos se sienten así: desplazados por la violencia, el hambre, el acoso político, la mala calidad de vida. En los registros inmigratorios norteamericanos, Venezuela está dentro de los diez países con mayor número de ciudadanos que no registran salida después de su ingreso a este territorio. Otro destino es España, aunque allá la mayoría ingresa legalmente gracias a los ancestros hispanos. En Latinoamérica los países favoritos son Panamá (aunque ante la oleada de venezolanos ha modificado sus facilidades migratorias), Ecuador y Colombia. Esta última, que exportó con su guerra interna millones de inmigrantes ilegales a los que Venezuela acogió, ahora comienza a inquietarse por el ingreso masivo de venezolanos. Desde que la frontera fue parcialmente abierta el 13 de agosto, 381.000 personas han ingresado a Colombia por la frontera terrestre. El presidente Juan Manuel Santos, expresó esta semana su preocupación por “problemas de invasiones en diferentes municipios, de venezolanos que vienen y no regresan a su país”.

De 137.000 venezolanos que han ingresado en 2016 a Colombia con pasaporte, 122.000 han salido, ya sea porque sólo han hecho escala para partir hacia su destino final o porque estaban realmente por turismo. Lo cual indica que sólo éste año, se han quedado en el hermano país ilegalmente 15.000 venezolanos, aparte de los miles que están ingresando por la frontera aprovechando la apertura. La visible presencia de venezolanos en el mundo confirma ante organismos internacionales la gravedad de la situación. Tan grave como para que la revista Time le destinara la portada de su última edición con el lapidario titular: “Venezuela is Dying” (“Venezuela está muriendo”) y una terrible foto del hacinamiento carcelario, el mismo hacinamiento que vemos en las morgues, en los hospitales, en las colas de los mercados. Time ha dedicado en toda su historia 4 portadas a Venezuela: en 1955 a Marcos Pérez Jiménez (“La era dorada del petróleo”); en 1961 a Rómulo Betancourt (“Los verdaderos constructores de Latinoamérica”) y en 2013, al recién fallecido Hugo Chávez (“Después de Chávez”). Al reportaje no le sobra una palabra cuando explica por qué el país está muriendo: de violencia, de hambre, de falta de medicamentos y asistencia hospitalaria, de carencias, de irrespeto a los derechos humanos. Para la revista, Venezuela viene colapsando en cámara lenta y está en su caída final. Los puertos vacíos, los campos e industrias con precaria producción, el hampa acabando con las personas y sus propiedades, la tasa de criminalidad más alta del mundo; los enfermos sin medicamentos, una inflación que empobrece más a los pobres y desaparece a la clase media; la producción petrolera en apenas 2.300.000 b/d, su nivel más bajo desde hace 30 años. Y sobre todo: la canalla desidia de un gobierno que ya ni siquiera esconde su autoritarismo y descarada violación constitucional, con el fin de seguir gobernando, enfrentando a un pueblo que lo quiere cambiar por la vía legal y pacífica de un revocatorio. La inflación anualizada entre julio 2015 y julio 2016 es de 773%, situándose ya en 363.866 bolívares la canasta familiar y muy pocos en Venezuela pueden cubrirla. Hacer una o dos comidas al día se ha convertido en habitual, la reducción de las raciones ha llevado a increíbles denuncias, como ésta de que los ancianos están perdiendo hasta 2 kilos mensuales de peso por poca alimentación. Los médicos reportan con dolor cada vez más casos de mortalidad por desnutrición infantil. Un gobierno sin piedad con su población más desvalida, como son los niños, los ancianos y los enfermos, no tiene derecho a permanecer en el poder. Carecen de humanidad y no les importa el cierre de centros de recuperación de adicciones, como el Tía Panchita de Caracas, que está echando a la calle 60 jóvenes por no recibir recursos del Ivss. Que los niños apenas tengan comida en las escuelas. Que no se realicen intervenciones quirúrgicas en grandes hospitales porque no hay anestesia, equipos, gasas, suturas o bisturíes. Que en los ancianatos públicos y privados los viejitos estén muriendo de mengua y sus familiares pasen trabajo parejo para conseguir y pagar al imposible nuevo precio de 30.000 bolívares por paquete de 20 pañales, cuando cada uno necesita 120 pañales al mes. Reaparecieron los niños de la calle, aquéllos que el finado había dicho que desaparecerían, so pena de quitarse el nombre de Hugo Chávez. Pues su nombre cada vez desaparece más en el desastre y anarquía en la cual está sumida Venezuela, gracias a su revolución depredadora. El CNE, cuya misión no es realizar elecciones sino sabotearlas cuando no le conviene a su partido Psuv, es tan responsable como la Fuerza Armada de la vida de los ciudadanos y la protección de su legítimo derecho a protestar, en la marcha convocada para Caracas este 1° de septiembre. Ese día, los venezolanos le dirán ¡Fuera! a Nicolás Maduro, a su TSJ injusto, al CNE rojo, a los militares empoderados, a los enchufados y corruptos, al hambre y al hampa, a la inflación y las carencias. Fecha para el revocatorio, elecciones para cambiar gobernantes y futuro en prosperidad y democracia es lo que exige Venezuela. Y todos deben acatar esa mayoritaria voluntad. Los ojos de los venezolanos, del mundo y hasta los del finado estarán puestos en este desenlace.

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@charitoroja

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