América Latina seguirá siendo un escenario clave en la disputa entre las grandes potencias

El reciente foro de AnalíticaTV «Estrategia Geopolítica de China y Rusia en América Latina» reunió a destacados analistas para examinar la creciente influencia de ambas potencias en la región y su impacto en la hegemonía tradicional de Estados Unidos. Beatriz de Majo y Sadio Garavini di Turno analizaron el avance estratégico de China a través de inversiones en infraestructura, tecnología y recursos naturales, así como la presencia más limitada pero significativa de Rusia en países clave como Venezuela, Cuba y Nicaragua.
Según Beatriz de Majo, China ha desarrollado una estrategia agresiva de penetración en América Latina a través de la llamada «Nueva Ruta de la Seda». Esta iniciativa ha permitido que el gigante asiático fortalezca su presencia con acuerdos comerciales, financiamiento y proyectos de infraestructura que han desplazado, en algunos aspectos, la influencia estadounidense en la región.
China ha estructurado su política latinoamericana bajo el plan «1 + 3 + 6», donde el «1» representa un programa de cooperación, el «3» se refiere a los motores de su expansión (comercio, inversión y financiamiento) y el «6» engloba sectores estratégicos como energía, infraestructura, manufactura, tecnología, agricultura y telecomunicaciones. Sin embargo, a pesar de su protagonismo en términos de intercambio comercial —con un volumen de aproximadamente 400.000 millones de dólares—, su impacto en el desarrollo económico latinoamericano sigue concentrado en pocos sectores, principalmente exportaciones de materias primas como soja, cobre, hierro y petróleo.
Uno de los temas abordados fue la experiencia negativa de China en Venezuela. De Majo señaló que la corrupción y la ineficiencia gubernamental han convertido la relación bilateral en un fracaso financiero para China, que ahora busca recuperar sus inversiones sin realizar nuevos desembolsos. Por el contrario, su interés en Guyana está en ascenso, lo que plantea interrogantes sobre su postura en la disputa territorial con Venezuela.
Sadio Garavini di Turno, por su parte, explicó que la estrategia rusa en América Latina responde más a una lógica geopolítica que económica. Con una economía debilitada en comparación con China, Rusia ha centrado su presencia en países que mantienen una postura desafiante hacia Estados Unidos, como Venezuela, Cuba, Nicaragua y Bolivia. Su influencia se ha basado en la cooperación militar, acuerdos energéticos y respaldo político a gobiernos aliados.
No obstante, Garavini destacó que la guerra en Ucrania y la crisis interna han reducido la capacidad rusa para expandir su presencia en la región. A nivel global, Rusia ha perdido influencia en el Mediterráneo y enfrenta un escenario incierto en su tradicional alianza con Irán y Siria. En este contexto, su margen de acción en América Latina se ha visto limitado, aunque sigue apostando por mantener alianzas estratégicas con regímenes afines.
El foro también abordó la respuesta de Estados Unidos ante la creciente presencia de China y Rusia en la región. Garavini argumentó que la administración de Donald Trump ha adoptado un enfoque pragmático, con un renovado interés en América Latina que se manifiesta en la designación de figuras clave como Marco Rubio y Mauricio Claver-Carone para liderar la política regional.
El ascenso de China y Rusia se enmarca en un mundo que ha pasado de la unipolaridad estadounidense posterior a la Guerra Fría a un sistema multipolar, donde países como India y Turquía también emergen como actores relevantes. En este sentido, el foro destacó la necesidad de monitorear la evolución de estos equilibrios de poder y su impacto en la estabilidad global.
Los analistas coincidieron en que América Latina seguirá siendo un escenario clave en la disputa entre las grandes potencias. China continuará expandiendo su influencia a través de financiamiento e inversión estratégica, mientras que Rusia buscará mantener su peso geopolítico en países aliados. Estados Unidos, por su parte, enfrenta el reto de consolidar su hegemonía en un entorno cada vez más competitivo.
En este contexto, la región deberá evaluar cuidadosamente las oportunidades y riesgos de alinearse con estos actores globales. El desenlace de esta pugna geopolítica definirá el rumbo económico y político de América Latina en los próximos años.
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