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Dos notas antipáticas, tarjeta única, los conjurados

TARJETA ÚNICA. La unidad es el mayor éxito de la oposición. Tener candidato único para enfrentar el continuismo mejora sobremanera tal éxito. El punto culminante de la tan aspirada unidad era la tarjeta única para las elecciones presidenciales. No fue posible. El equipo partidista de Primero Justicia lo impidió.

Recordemos la traumática derrota a la Gobernación de Bolívar por culpa de este partido. El candidato unitario es militante de Primero Justicia, eso ya es un logro que les debiera brindar las máximas satisfacciones. Los jóvenes dirigentes de este partido y el no tan joven Julio Borges, saben que su tarjeta partidista se llenará de votos amarillos. Ninguna otra organización política podría disputarles la condición de primera fuerza. Vano egocentrismo. Lo que está en juego es el destino del país, los valores democráticos a defender. No son tiempos normales.

Derrotar a Chávez el 7 de octubre y abrir caminos para recuperar la democracia. En otras palabras, impedir lo que pasaría con una victoria de Chávez, la profundización del totalitarismo comunista. Eso es más importante que un logro partidista en términos de votos. Se equivocó Primero Justicia; jugó sectario. Esperamos de Henrique Capriles no solo la victoria, sino la amplitud que tanto ha prometido. Ahora Un Nuevo Tiempo anuncia que también va con tarjeta propia.

Le dan la razón a Primero Justicia. Si Pablo Pérez hubiera sido el candidato hubieran hecho lo mismo.

Un grave error.

LOS CONJURADOS. La unidad es una conquista irreductible. Henrique Capriles es el candidato de la unidad. Va bien, cada vez mejor. Representa a la Venezuela que resiste y al mismo tiempo a una nueva generación en la política nacional. Algunos andan descontentos, reuniéndose, rumiando frustraciones.

Quien da la cara públicamente es Rafael Poleo. Su vanidad no resiste la tentación de figurar en primer plano. Se dice que también andan en eso Luis Miquilena y José Vicente Rangel, dos viejos compadres, compinches, aunque Chávez los ha dividido ahora se reencuentran y Capriles no les gusta. Lo prefieren retirado o derrotado. Quieren un hipotético gobierno de transición. El poeta Gil de Biedma escribió: «Nada hay tan triste como una habitación para dos/ cuando ya no nos queremos demasiado». Estos señores de la política piensan que deben estar en todas las movidas. Talleyrandes de medio pelo. Hay otros segundones, maquiavelos menores. A pocos meses de las elecciones la candidatura hay que fortalecerla. No le harán daño los intrigantes. No es sino una conjura de necios.

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