Mienten: es el fin de la democracia

Una vez aprobada la nueva Constitución el país retomará los hilos de una
historia que segó el protagonismo de hombres como Miquilena, García Ponce y
José Vicente Rangel, a raíz de la caída de la dictadura de Pérez Jiménez.

Por eso el presente puede interpretarse como el pase de factura que la vieja
izquierda le cobra al país con la ayuda del comandante Chávez; hombre cuyas
verdaderas intenciones han estado siempre enmascaradas. Esta parece ser la
triste y la verdadera historia, al menos, la que revelan Douglas Bravo,
William Izarra y Francisco Prada.

En los testimonios que recoge el periodista Alberto Garrido* los
guerrilleros descubren una historia clandestina de singular importancia.

Muestran, por ejemplo, la magnitud del engaño de Chávez al justificar la
insurgencia militar con el argumento de la lucha contra la corrupción
cuando, en realidad, el comandante no es más que otro aliado de las
izquierdas en ese combate contra el puntofijismo que inició, en 1956, el
Partido Comunista Venezolano (ahora ilustrísimos constituyentes), cuando los
adecos y copeyanos todavía no habían dado pruebas de incompetencia y
corrupción. De acuerdo con la versión de Douglas Bravo, la presencia de los
militares era indispensable para la toma del poder por lo que requería de
una estrategia de penetración de las FAN. En la primera reunión realizada
con el objetivo de crear un aparato armado del partido participó, por
cierto, Teodoro Petkoff.

Esta línea de acción prolongada en el tiempo explica cómo se convierte
Chávez en una pieza del rompecabezas revolucionario: en 1982 es captado
por su hermano Adán Chávez, entonces militante del PRV (Partido de la
Revolución Venezolana) y puesto en contacto con Douglas Bravo. Así, pues, de
una mano familiar Chávez abraza el proyecto de una revolución inspirada,
según Pedro Duno, por el marxismo-leninismo-bolivariano.

William Izarra, por su parte, revela las peripecias de un militar
comprometido con la conspiración: en 1973 conoce a Douglas Bravo, y ya en
1979 sabe que los cambios llegarán por la vía violenta. Por eso viaja a
países aliados: Cuba, Irak, China y Libia, en busca de armamento y apoyo
político. Asimismo, relata que Dogulas Bravo es quien organiza el Frente
Patriótico al que se vinculan Miquilena y Quijada, y es también quien lo
invita a conocer a Chávez. Será Reyes Reyes quien haga el contacto. A estas
alturas ¿quién se sorprende de Ceresole?

Esta es, en resumen, la historia de los hombres que dan origen a la nueva
Constitución y es, también, la historia del engaño del 60% del pueblo que
los respaldó en las elecciones. Los venezolanos votaron por una
transformación democrática cuando sus representantes emprendían una aventura
anacrónica y autoritaria.

Hasta el momento la Iglesia, los medios, los empresarios y otros sectores al
defender cuotas de poder insignificante han perdido de vista lo más
importante: que la nueva Constitución diseña un Estado revolucionario que
hace peligrar la ciudadanía. Un ejército bajo un comando único, unido a un
Ejecutivo con facultades extraordinarias y sin control, harán que ningún
derecho constitucional valga si el generalísimo así lo decide. Por otro
lado, si como afirma Isaías Rodríguez en declaraciones dadas a El Universal
el domingo 7, acabarán con la justicia corrupta creando una justicia
chavista, entonces la indefensión del pueblo ante los deseos del autócrata
será absoluta. ¿Qué más se necesita para saber que con la nueva Constitución
la democracia está perdida?

Después del 15 de diciembre este artículo no podrá ser escrito: 1) nada de
lo dicho puede ser objetivamente demostrado pues se trata de una honesta y
libre opinión sobre los acontecimientos. 2) Nada de lo que aquí se afirma es
imparcial; al contrario, refleja una posición a favor de la libertad y la
democracia y se opone, sin rubor, al militarismo y a la dictadura. Tampoco,
ni hoy ni mañana, será oportuna para un poder que no admite que le vean las
costuras.

* Guerrilla y conspiración militar en Venezuela. Fondo Editorial Nacional,
1999