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Tarjeta única y primarias

La tarjeta única elimina de un plumazo a los partidos con sus perfiles propios, que los tienen. Lo que estimula a los militantes partidistas a trabajar con entusiasmo es su identidad política. Activistas y testigos electorales son fundamentales

Quienes están en la Mesa Unitaria y quienes creen en la unidad, deben hacer poco caso a estas dos proposiciones. Se entiende que el joven
Leopoldo López –tal vez por inmadurez- insista en ellas, pero la experiencia indica que en nada favorecen la unidad aspirada.

En primer lugar para que haya tarjeta única se necesita unidad total, que es el desiderátum. Lo importante son las listas únicas de toda la alternativa democrática.

La tarjeta única elimina de un plumazo a los partidos con sus perfiles propios, que los tienen. Lo que estimula a los militantes partidistas a trabajar con entusiasmo es su identidad política. Activistas y testigos electorales son fundamentales.

La tarjeta única deja las campañas en el espontaneísmo, en lo circunstancial; no habría esmero y entusiasmo por sus colores partidistas. La unidad se garantiza con las listas y candidaturas únicas de todos los partidos, grupos opositores e independientes.

Se entiende que algunos partidos disminuidos y grupos electorales con débiles proyecciones quieran esconder sus carencias, pero esto no tiene nada que ver con la unidad para vencer a Chávez.

Las primarias deben ser el último recurso para conseguir los candidatos únicos. Son muy complicadas, producen división. Las campañas previas producen derrotados y estos se transforman en adversarios posteriores que hasta disfrutan la derrota de quien antes los venció.

Esa es la experiencia de todas partes, salvo excepciones. El PSOE pierde las elecciones ante las derechas españolas, cuando las primarias entre Albunia y Borrell.

En Uruguay, el extremista tupamaro Mujica derrota al socialdemócrata
Astori, poniendo en peligro la continuidad del cambio democrático que dirige Tabaré Vásquez.

El MAS venezolano comenzó su declive con las primarias que lo dividieron más allá de las diferencias tendenciales. Las primarias son peligrosas, a menos que sean una farsa, como las que dicen realizar en el partido chavista.

La búsqueda del candidato único en cualquier circunscripción electoral debe comenzar por el acuerdo. Es natural que en Zulia encabece Un
Nuevo Tiempo, en Táchira Copei, en Carabobo Proyecto Venezuela, en
Bolívar La Causa R, en Miranda Primero Justicia y en Caracas, los grupos políticos de Antonio Ledezma y Leopoldo López.

Después de esos reconocimientos se va tejiendo el acuerdo. Es tarea de conciencia y necesidad. Vencer a Chávez y su aparato estatal de poder en las elecciones municipales y en las parlamentarias obliga a esto.

Luego tomar en cuenta las encuestas; acordadas las partes sobre la empresa encuestadora. Debe privar también la generosidad, aunque unos partidos son más fuertes que otros deben entender las concesiones necesarias en función de la unidad.

A las primarias se puede ir sólo en casos excepcionales y en algunos lugares. Hubo un buen ejemplo, en Táchira, donde privó la sindéresis y el buen talante del periodista y dirigente político Gustavo Azócar. No siempre será así.

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