Vida con estilo

Chignahuapan, el pueblo donde la Navidad es eterna

La época navideña pone al descubierto una artesanía única en México cuya elaboración se produce durante todo el año en un pequeño Pueblo Mágico de la Sierra Norte del central estado de Puebla, las esferas de Chignahuapan.

La producción de estos globos de cristal que adornan los árboles de Navidad, es la principal fuente de trabajo del 80 % de las familias de Chignahuapan, el pueblo donde la Navidad es eterna.

Ubicado en el centro de México, a unos 190 kilómetros de la Ciudad de México, esta localidad se ha consolidado como el primer productor nacional de esferas navideñas en todo el país comercializando un promedio de 70 millones de cajas al año.

Por las calles de este pintoresco pueblo de unos 60.000 habitantes el espíritu navideño se mantiene en cualquier época del año. Son más de 400 talleres familiares los que se dedican a la producción y venta de esferas; una artesanía que llegó a Chignahuapan en la década de los años 70’s con Rafael Méndez Núñez.

Originario de Tlalpujahua, Michoacán, Méndez Nuñez compartió sus conocimientos con los pobladores de este Pueblo Mágico quienes lo han replicado hasta la actualidad hasta llegar a casi medio siglo de tradición.

En estas casi cinco décadas, en la fabricación han participado, tres y hasta cuatro generaciones de una familia, en algunos casos, quienes son los que mantienen con vida este legado al trabajar día con día.

La artesana María Justina Palafox, de 42 años y precisamente originaria de Chignahuapan, comenzó a trabajar a los 17 años en el taller familiar cuando se dedicaba a empacar las esferas, el último paso antes de la venta.

«Me siento muy orgullosa del trabajo que realizo con mi familia» señala a Efe la mujer, quien hasta los 20 años aprendió a «globear», término que se refiere a la técnica de elaboración de la esfera a través del vidrio soplado.

En un día, en este pequeño taller familiar pueden llegar a fabricar hasta 1.500 esferas. La técnica es prácticamente la misma en todos los talleres, pero es la creatividad de los decoradores la que dota de singularidad al producto acabado.

Otra artesano de la localidad, Federico Cortés Muñoz, cuenta que los diseños no se hacen de «un día para otro» y explica que decoradores tienen que «practicar» hasta cinco días dependiendo la complejidad del mismo para que salga a la perfección en cada esfera.

El primer paso para la elaboración de esferas es dar forma a las piezas; los tubos de vidrio se calientan con un soplete y cuando se encuentran al rojo vivo los «globeadores» soplan hasta que adquieren el tamaño y grosor deseado. Este proceso dura unos 30 segundos y tiene sus riesgos.

«Nos llegamos a cortar o quemar», cuenta Palafox, quien como «globera» en diferentes ocasiones ha sufrido accidentes y ha terminado con el vidrio clavándose en su boca.

Una vez definida la forma se deja enfriar y comienza el decorado.

Por las manos de los decoradores pueden pasar hasta 5.000 esferas al día. Cada pieza es única, se pinta a mano tras la aplicación de la pintura base. Pinceles, agujas, para los acabados más finos, pintura y purpurina son los materiales más comunes para el decorado.

Según la complejidad de los diseños, una esfera puede llegar a pasar hasta cinco veces por un artesano encargado de decorarla.

«Mis hermanos me enseñaron», platica Carolina Rueda, quien se dedica a decorar en un pequeño taller que tiene su familia. «Todo lo hacemos a mano», reitera orgullosa.

Cada año los diseños varían, los artesanos señalan que están de moda las caricaturas y superhéroes. Desde esferas de personajes como Goku, Hello Kitty, la Mujer Maravilla o los Minions, todo es posible porque el proceso es totalmente artesanal y se adapta a las modas de cada año.

«Este año nos ha tocado decorar esferas de unicornios y personajes de fútbol. Todo va dibujado a pulso», explica Blanca Azucena Arroyo, de 31 años y quien dice que «hace un poco de todo» en el taller familiar.

En los últimos años, la entrada de esferas procedentes de China ha afectado las ventas de los artesanos de Chignahuapan. Los precios de los productos chinos han obligado a las esferas mexicanas a reinventarse llegando incluso a la fabricación de esferas de plástico, lo que reduce en gran medida su costo.

Sin embargo, los productores locales son optimistas y esperan fidelidad por parte de los compradores hacia el producto mexicano.

«Que valoren nuestro trabajo» pide el artesano Federico. «Es nuestra principal fuente de ingresos, lo hacemos con mucho cariño y dedicación», finalizó.

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