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Urge resolver problemas que potencian situaciones de riesgo por lluvias

En 2015, un estudio publicado por la Oficina de Naciones Unidas para la Reducción de Desastres (Unisdr) posicionó a Venezuela, junto con Brasil, entre los países del mundo con mayor número de personas afectadas en los últimos veinte años por desastres naturales. En función del número de fallecidos como consecuencias de este tipo de fenómenos en proporción al número de habitantes, Venezuela se situaba como el segundo país más afectado entre 1995 y 2015, por debajo de Myanmar, con 126 muertos por cada millón de habitantes.
Sin ser un desastre natural, al menos no hasta ahora, las lluvias de los recientes días en la capital colapsaron parte de la ciudad, afectaron a centenares de ciudadanos y, aunque no hay víctimas fatales que lamentar, disminuyen la calidad de vida de los caraqueños. La situación se repite a lo largo y ancho del país en las grandes ciudades. Una combinación de factores propicia esta situación.

Condiciones geográficas

“Cuando nos referimos al contexto nacional todo está estrechamente relacionado con la ubicación geográfica. Venezuela está ubicada y tiene unas características particulares, que hacen que sea necesario el desarrollo de una cultura preventiva. La ubicación entre dos placas tectónicas importantes, así como las condiciones particulares de la región exigen la ejecución de unas medidas concretas”, explica Víctor Lira, director de Protección Civil Miranda.
Antecedentes como la tragedia de Vargas, en 1999, y las fuertes lluvias que afectaron gran parte del estado Miranda y del país, en 2010, dejan en evidencia las fallas estructurales en cuanto a gestión de planificación e implementación de medidas que minimicen el impacto de fenómenos naturales cuando estos ocurran.
“En Miranda, contamos con el plan integral de lluvias que consta de 3 etapas. La primera, es de diagnostico e involucra todo lo que tiene que ver con recorridos y evaluación; una segunda etapa que está relacionada con las comunicaciones entre los municipios que componen el estado Miranda y, por último, una tercera etapa que denominamos inventario, pues es todo el proceso de hacer un recuento de todos los recursos, humano y material, con los que contamos para hacer frente a una emergencia”, detalla Lira.

Política e improvisación

Las condiciones estructurales de planes y la continuidad de gestiones son elementos fundamentales cuando se habla de prevención y atención de emergencias. La improvisación disminuye la efectividad de respuestas cuando se genera una de estas. Por eso las condiciones físicas de espacios en ciudades y poblados, así como lo que hagan y dejen de hacer las autoridades locales y regionales son eslabones de una misma cadena.
“Una preocupación importante que involucra a caracas y a otras ciudades del país, es lo que se refiere a la recolección de basura, que si no se hace con la frecuencia adecuada las condiciones de lluvia hacen que la basura se desplace con el agua y obstruya las alcantarillas. Eso ocurre, sobre todo, en donde hay viviendas precarias que las personas han construido”, explica Eduardo Pez-Pumar, director de la Asociación Integral de Políticas Públicas (Aipop) y miembro de la Comisión de Infraestructura de la Academia de la Ingeniería y el Hábitat.
En Venezuela, una condición inherente al impacto de fenómenos naturales como las lluvias, es lo que se refiere al desarrollo, creciente, de construcciones en zonas de alto riesgo. Especialistas en infraestructura han afirmado que la violación de espacios pone en peligro a las propias familias que omiten las medidas de seguridad, así como la irregular construcción de viviendas por parte del Estado.
“El número de construcciones en la periferia de las ciudades, cada vez en mayor, la cantidad de agua descargadas por esas viviendas se suma al agua de lluvia y en la medida en que hay más espacio construido, impide la infiltración del agua, lo que hace que cada vez que llueva la cantidad de agua que se desplaza sea cada vez mayor”, detalla Páez-Pumar.

Materia pendiente

«Tenemos una deuda y es que se trata de crear conciencia y prepararnos para una emergencia. Por eso el objetivo es desarrollar planes, como los simulacros, e implementar labores preventivas. Nos falta mucho por recorrer en ese aspecto”, indica Lira.
El factor político es imprescindible e involucra las diversas dimensiones propias de un desastre o emergencia natural, desde la prevención hasta la atención y despliegue en caso de que se requiera.
“Hay que resolver problemas que potencian situaciones de riesgo, hablamos de autodefensas estructurales, manejo de deshechos sólidos, constricciones, alcantarillados, monitoreo de quebradas y algo fundamental: la continuidad y vigencia de políticas y planes que reduzcan la improvisación”, concluye Páez-Pumar.

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