Cultura

Aproximación al Dadaismo

Eduardo Planchart  Licea

Existen diversas versiones sobre el origen de la palabra Dada. A pesar de que en ocasiones estas divergen entre sí, poseen un rasgo común: definir el movimiento como un acto fortuito, lo cual nos orienta sobre  la revalorización que este movimiento hizo de lo casual o lo azaroso. “Hans Harp cuenta en una revista del movimiento, en 1921, lo siguiente:

«declaro que Tristán Tzara encontró la palabra Dadá el 8 de febrero de 1916 a las seis de la tarde… Ello ocurrió en el Café Terrase de Zurich, mientras llevaba un bollo a las fosa nasal izquierda. Estoy convencido de que esta palabra no tiene ninguna importancia y que sólo los imbéciles o los profesores de español pueden interesarse por lo datos. Lo que a nosotros nos interesaba es el espíritu dadaísta, y todos nosotros éramos dadaístas antes de la existencia de Dada.»

Tzara por su parte añade:

«Por casualidad encontré la palabra Dada en el diccionario Larousse.» Y Ribemont-Dessaignes confirmó que todo se debió al azar de un «abrecartas que se deslizó fortuitamente entra las páginas del diccionario»”[1]

Tzara en 1950, intentando definirlo, escribió sobre el Dadá: “«… La frase de Descartes: No quiero ni siquiera saber si antes de mí hubo otros hombres, la habíamos puesto como cabecera de una de nuestras publicaciones. Significaba que queríamos mirar el mundo con ojos nuevos y que queríamos reconsiderar y poner en tela de juicio la base misma de las nociones que nos habían sido impuestas por nuestros padres, y probar su justeza.».’’ [2]  Mario De Micheli en su libro Las vanguardias Artísticas del Siglo XX lo define de la siguiente manera:

“El dadaísmo es, pues, no tanto un tendencia artístico -literaria, como una particular disposición del espíritu; es el acto extremo del antidogmatismo que se vale de cualquier medio para conducir a la batalla. Así, lo  que interesa a Dadá es más el gesto que la obra; y el gesto se puede hacer en cualquier dirección de las costumbres, de la política, del arte y de las relaciones. Una sola cosa importa: que el gesto sea siempre una provocación contra el llamado buen sentido, contra las reglas y contra la ley; en consecuencia el escándalo es el instrumento preferido por los dadaístas para expresarse.” [3]  

 DadaismoEl Dadaísmo es de las corrientes que han  transformado    la manera de hacer arte en la modernidad y la contemporaneidad. Pues a pesar del fuerte anhelo de cambio y del nihilismo  tanto del constructivismo. como del futurismo  no llegaron a negar la razón positiva  y su visión del mundo dual, de un universo regido casuísticamente . Al no realizar esta negación el constructivismo y el futurismo  reafirmaron la visión del mundo fundamento de la revolución tecnológica,  eje sobre el cual giran  estos movimientos.  A diferencia de ellos Dadá desde sus inicios se enfrenta  y  convierte en una negación de estas categorías, pero a su vez afirma un nuevo tipo de creador, de vivir y una manera diferente de hacer el arte. “Orden = desorden; yo = no yo; afirmación = negación; estos son los fulgores de un arte absoluto. Absoluto en la pureza cósmica y a la vez vinculado al caos, eterno en el instante globular sin duración, sin respiración, sin luz y sin control.. Libertad: DADA, DADA, DADA,  aullido de colores encrespados, encuentros con todo los contrarios y de todas las contradicciones, de todo motivo grotesco,  de toda inherencia: LA VIDA.” [4]

DadaismoSe asume la razón y la sin razón, el sueño y la vigilia, la intuición y la idea, la consciencia y la inconsciencia, la logicidad y la ilogicidad, el principio y el fin, la perfección y la imperfección, lo planeado y el azar, el refinamiento y la brutalidad, la contextualización y la descontextualización,  la pasividad y la acción, la afirmación y la paradoja, el maquinismo y el antimaquinismo; planteando la búsqueda y el encuentro de un arte sintético y absoluto que rompa con las barreras entre las artes, necesidad    plantada  por el Futurismo, Constructivismo y la Bauhaus.  Pero sin esa furia de rebeldía y creación  que se  manifestó en  el hacer propio del Dadaísmo   y las brechas abiertas por este movimiento abrieron los caminos que sigue el arte de nuestros días.

“El nuevo pintor crea un mundo cuyos elementos son sus mismos medios, una obra sobria y definida, y sin argumento. El artista nuevo protesta: ya no pinta (reproducción simbólica e ilusionista), sino  que crea directamente en piedra, madera,  hierro, estaño, bloques de organismos móviles a los que el límpido viento de las sensaciones inmediatas puede hacer dar vueltas a todos los sentidos.” [5]

En este fragmento del  manifiesto Dadaísta se percibe varios momentos de ruptura con las concepciones de arte tradicional y que determinan algunas de las  tendencias que han predominado en el arte contemporáneo, el alejamiento de lo narrativo, la búsqueda de la esencialidad,  alejamiento de las técnicas de caballete, negación de la belleza, concepción diferente del tiempo y el espacio, incorporación a la propuesta de los elementos que rodean al artista, generándose así una experimentalidad como valor fundamental que  involucra materiales, soportes, técnicas, concepción del objeto plástico, la  activación de la obra al  hacerla eco de las diversos sensaciones corporales como el sonido, el tacto, además de lo visual, y  crear situaciones que obligan al espectador a reflexionar a través de las paradojas que  abre la observación de la obra,  y en esta acción genera   un espacio y tiempo mental que crea un nuevo concepto de continuidad de la obra a través de sus ecos: la imaginación y el intelecto del espectador.

“Considero la pintura como un medio de expresión y no un fin. Un medio de expresión entre otros muchos y no un fin destinado a llenar toda una vida. Eso es lo que ocurre con el color que sólo es uno de los medios de expresión y no la finalidad de la pintura. En otros términos, la pintura no ha de ser exclusivamente visual o retineana. También ha de afectar a la materia gris, a nuestro apetito de comprensión.” [6]

Dadaismo

 

[1] Micheli, De Mario, ob. cit., p. 152

[2]  Ibídem

[3] Micheli, De Mario, ob. cit.,   p. 156.

[4]  Ibid, p. 296-302.

[5] Ibídem

[6] Duchamp, Marcel. Escritos. Editorial Gili.  España. 1978. p. 160.

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