Economía

Ley filocomunista

El proyecto de Ley de Arrendamiento no es comunista porque, si tal fuere, aboliría a rostro descubierto la propiedad privada y evidenciaría ipso iure su inconstitucionalidad; pero pese a no roncar así y a que no la abole de modo expreso, en la praxis vulnera en alto grado ese derecho esencial y pareciera inspirado en el «Manifiesto contra los propietarios» de Prouhdon.

El gran intelectual francés odiaba el arrendamiento porque es «usura y rapiña (… ) y el propietario es animal sin virtud ni vergüenza». Marx negó al capital porque «roba al trabajador» y es justo «robar al ladrón». El comunismo también detesta el arrendamiento; pero Prouhdon abominaba del comunismo (muy influido por él) y en «La filosofía de la miseria» lo llamó «espantajo» por suprimir la libertad. Marx replicó en «La miseria de la filosofía».

El derecho de propiedad es hecho tabla rasa al obligar a los propietarios a vender inmuebles (anteriores a 1987) a inquilinos u «ocupantes» diversos (¿p.ej. invasores?) en breve lapso (180 días) y el precio lo fijará ¡la Dirección de Inquilinato! Y si el propietario se negare se le expropiará y adjudicará al inquilino. Esto violenta el criterio ontológico de la propiedad pues invierte el título de la posesión y, en gambeta pseudojurídica, el ocupante deviene propietario en perfecta antítesis de tal derecho que nunca establece esa inversión y en holocausto de la ciencia del Derecho y máxime del civil. El elevado concepto mensurador de la propiedad lo prueba en Derecho penal el delito de apropiación (aunque se refiera a muebles) porque se consuma cuando, vaya coincidencia, el legítimo poseedor invierte aquel título (sin permiso del propietario) y dispone del bien como propio. El proyecto desfigura el derecho de propiedad al impedir su atributo supremo o libre disposición del bien.

Prohíbe los desalojos «arbitrarios» (¿no los autoriza un juez?) y pone a los conserjes cual inquilinos, siendo en verdad empleados. Se obliga a garantizar servicios públicos; pero no se trata de hoteles. Se deja el proceso a las calendas griegas ya que se extiende en demasía y además hay un sinfín de conciliaciones. Sé de casos en que por excepción se logró al fin el desalojo; pero después los desalojados invadieron y ahí están al compás de la impunidad. Este acabose obliga a malvender porque encima el condominio es mayor a los alquileres congelados desde 2002. Y al impactar una solución habitacional frustra a eventuales inquilinos. No tengo inmuebles dados o por dar en arrendamiento; pero me preocupa el fondo del tema y es un deber discutir.

Ojalá se reflexione sobre la suma gravedad de infirmar el derecho de propiedad al yugular esa expresión de la libertad humana o arrendamiento, contrato habido en todos los pueblos y épocas.

 

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