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¿Casos parecidos?

“Historia Magistra Vitae”, en efecto la historia es maestra de la vida, los sucesos pasados en un país pueden servir para mejor entender situaciones históricas en otro país, siempre y cuando tengamos presente que la historia nunca se repite de una forma exacta y que los acontecimientos políticos y socioeconómicos siempre tienen múltiples causas y dependen en grado sumo de la historia del país en cuestión.

En Venezuela vivimos una gravísima crisis socioeconómica y política por la incompetencia, la corrupción y las “ideas muertas” de un régimen que trata de implantar un modelo fracasado que, como bien decía Bronislaw Geremek:”no sólo no crea riqueza sino ni siquiera distribuye con justicia la pobreza”. Algunos observadores han querido explicar la permanencia en el poder del gobierno madurista con su parecido al caso de Mugabe en Zimbabue, que permaneció en el poder por 37 años, a pesar del fracaso socioeconómico. Pero creo relevante mencionar que Mugabe es el Padre de la Patria, que luchó como guerrillero contra la dictadura de Ian Smith que quería implantar el modelo racista del “apartheid” surafricano en la entonces Rodesia. Pagó el precio de años de cárcel y fue un héroe para la gran mayoría de la población negra, no sólo de su país sino de toda África. La clase media estaba integrada en su mayor parte por la población blanca de origen británico, que emigró casi totalmente. Por tanto,  Zimbabue nunca conoció la democracia y África, comparada con la América Latina de hoy, es un continente con muy escasas y endebles democracias. Cultural e históricamente el parecido con Venezuela es prácticamente inexistente. Para el caso de Cuba, me remito a mi reciente artículo “Venezuela no es Cuba”. En cambio creo que el caso de la  Nicaragua 1979-1990, “mutatis mutandis”, tiene algunas lecciones relevantes para Venezuela. Los sandinistas llegaron al poder por las armas y por tanto, como en Cuba,  la victoriosa guerrilla se convirtió en la Fuerza Armada. En el marco de la “guerra Fría”, el sandinismo, así como las guerrillas marxistas en el Salvador y Guatemala,  obtuvieron  el apoyo de Cuba y la Unión Soviética, pero también de la izquierda socialdemócrata europea  y latinoamericana, recordemos a este respecto la declaración Mitterand-Lopez Portillo de agosto de 1981. El gobierno Reagan apoyaba obviamente a los gobiernos, generalmente militares de derecha, que se enfrentaban a las guerrillas marxistas y financió a la guerrilla anticomunista de la Contra en Nicaragua.  La Democracia Cristiana latinoamericana y europea en cambio, orientada por el estadista venezolano Arístides Calvani, como Secretario General de la Organización Demócrata Cristiana de America (ODCA), se opuso a la falsa idea de la inexistencia de alternativas entre el autoritarismo reaccionario y el totalitarismo ideocrático “revolucionario” y fomentó el inicio del exitoso proceso democrático en Centroamérica. Calvani y el gobierno del Presidente Luis Herrera Campins contribuyeron a convencer al nuevo gobierno mexicano del Presidente De la Madrid y a la socialdemocracia de abandonar el apoyo irrestricto al sandinismo y las guerrillas marxistas y buscar una salida negociada al conflicto centroamericano a través del proceso negociador que se inició en 1983, con el Grupo Contadora integrado por Venezuela, México, Colombia y Panamá, y prosiguió con el proceso de Esquipulas en 1987, creado por iniciativa del primer Presidente democrático guatemalteco Vinicio Cerezo, alumno por cierto de Arístides Calvani.

El sandinismo que controlaba  todos los poderes del Estado y de la sociedad incluyendo la Fuerza Armada, por la presión internacional y nacional, que incluía la acción política de la Unión Nacional de Oposición (UNO) y la militar  de la Contra, aceptó negociar unas elecciones libres con observación calificada internacional, que llevaron al poder a la Presidenta Violeta Chamorro de la UNO, en 1990. La transición, por cierto, también fue negociada. Recordemos que el primer Comandante General del Ejército de la Presidente Chamorro fue el General sandinista Humberto Ortega. El más reciente retorno al poder del sandinismo, que se debió al fracaso y la descarada corrupción del gobierno del Presidente Alemán, no desdice en absoluto las lecciones del caso nicaragüense 1979-1990.

@sadiocaracas

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