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Del viejo que intentaba ser escribidor

A Luis Rodríguez Moreno, ex-jefe de Redacción

 de El Impulso-Barquisimeto,

agradecido.

 

Releo mis últimos textos. Abro el tweet y las páginas online de algunos diarios venezolanos. Su información es patética. Escasa por autocensurada. Como otros medios radioeléctricos. El rumor no es confiable. Busco auxilio telefónico para ampliarla, a pesar de haberse transformado en medio peligroso, pues espías oficiales, criollos y foráneos, escuchan y graban. Entre éstos, los colados a través de la cacareada y sagrada soberanía acomodaticia del régimen. De la miserable, viciada y anciana satrapía cubana que nos expolia. Su G2 y sus falsos técnicos.

Contrasto lo escrito con la cotidianidad del país. La situación en Táchira es aterradora, como nunca en la República reciente. Sufre. Una enormidad. Recibe más soldadesca acicalada con sujetos de „operaciones especiales“. Es la consagración del sniper. ¡Guerra abierta a la civilidad y con saña! Bajo el subterfugio del combate al caos, refrendado ministerialmente. Miranda, Carabobo, Mérida, Lara, Barinas y Bolívar no le van a la zaga. Zonas enteras de la capital y ciudades interioranas, grandes-pequeñas, están encendidas. Diariamente. ¿Anarquía? No. Es rebelión popular. Afán libertario. Legítimo. Que se extiende. Indetenible. Entonces, ¿cómo entender la proposición gubernamental de paz? ¿Paz sepulcral?  ¿Acaso la paz precede a la libertad? ¡No! Es al revés. Simple patraña e hipocresía. Típicas del régimen. El pueblo quiere libertad.

La represión oficial aflora salvaje. El derecho constitucional a manifestar libre y pacíficamente negado por los hechos. Como todas las exacciones gubernamentales. Para él manifestación y protesta es terrorismo. Si sales te gaseo. Envío a mis „paras“. En motos. No piensan. Obedecen y balean. Tú decides.

El tirano agujerea más a la Constitución para gritar que ya no sirve y debe ser substituida. Pone la excusa y el substrato para convocar a una constituyente „comunal“ y militar. ¡Por Dios! ¿En cuál cabeza? ¿Acaso es reflejo de desequilibrio neuronal? Quiere simplemente afianzarse en el poder, pues se cae. Manejar él mismo a la fuerza armada. Para protegerse. Miedo. ¡Es que tiene tanto que perder!. Como los suyos. Por el atraco contínuo al país. Que les pedirá cuentas. Castrismo cubano, narcotráfico y altos militares enriquecidos lo atan. Los tres verdaderos mandones. Presidente monigote.

El país entero está en sana rebeldía, sin desfallecer. Sin convocatoria. Espontánea. Sin distingo de nada. En cambio, la tropa represora está cansada. El costo es el más alto, el de las muertes jóvenes. Casi setenta. Doloroso. Sin sentido. Cobrarán. Y la destrucción. Pero el logro del mayoritario objetivo popular se vislumbra próximo. Tendrá que irse, con su entorno. También por enfermedad terminal. Llamada apoptosis. Muerte programada. Que arrastrará al sistema. Desintegrándolo. No se puede desmayar ahora.

Frente a lo anterior, dudo si seguir escribiendo en la tranquilidad de mi casa. Sobre temas que muchos considerarían superfluos y no-del-momento venezolano. Quizás tengan razón. Pero no debemos aislarnos. Equilibrio. No puedo salir abiertamente. Estoy marcado. Además, soy viejo.

Algo puede quedar y estimular y alentar a los jóvenes, como inicié siendo estudiante de la UCV, en la época perezjimenista. Seis décadas pasaron. Entonces tragué el primer lacrimógeno, no del bueno de hoy. Me siento reflejado en ellos. Mi proyección. O la de ellos en mí. Y me correspondieron bien. Tal como se juegan su futuro en las calles. Ahora. Arrojo sublime. Dar la vida, sin titubeos. Heroismo sin moldes. Anidé en esa Institución. La vida útil entera. A exclusividad. Años en la vieja Europa para luego enseñar e investigar aquí. ¡Al contrario de lo actual! Ciencias duras. No tuve otro empleador.

Mi primer texto en El Nacional, hace más de treinta años. Del consejo de Aristides Bastidas. Y hace veinte una acogida en la codiciada página A6. No continué. La academia me reclamaba, celosa. Luego El Impulso, del Barquisimeto natal. Hoy emérito, latín y anglosajón, denominación eufemística al jubilado. Sin esa atadura ahora podría reintentarlo, con constancia. Y desagrado conyugal. Jóvenes y país me espolean. Pero bordeado por la depresión, que ni cuñados ni la Paroxetina pueden anular.

 

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