El EditorialOpinión

¿El juego está trancado?

En la teoría de los juegos se describe una situación de «suma cero» cuando la ganancia o pérdida de alguna de las partes se compensa con exactitud con las ganancias o pérdidas de la otra parte. En Venezuela nos encontramos ahora, después de 60 días continuos de protesta, en una situación que pudiera definirse como tal, porque, por ahora, los mecanismos para destrabar el conflicto aparecen, de ambos lados, cerrados.

Del lado del gobierno se han venido derrumbando puentes con la propuesta de convocar una Asamblea Constituyente, «sui generis», rechazada prácticamente el 80% de la población y que de lograr imponerse sería un caso suma cero porque al hacerlo solo una parte ganaría todo.

Por el lado de la oposición el rechazo a no sentarse a negociar si no se cumplen las condiciones previas muy claramente pergeñadas en la propuesta del cardenal Parolin, pudiera también ser vista por el gobierno como un juego suma cero, ya que de aceptarlas, estaría reconociendo, antes de sentarse a la mesa su derrota total.

Visto de esta manera el juego luce trancado ya que ninguna de las partes ha logrado, hasta ahora, imponer una solución satisfactoria para la otra parte.

Ahora bien, esto es un caso típico de equilibrio inestable ya que es, prácticamente imposible que esta situación se mantenga así indefinidamente.

¿Qué puede ocurrir? una primera consideración lógica es que el tiempo termine desgastando la resistencia de una de las partes, bien sea por razones logísticas, o por fragmentación en los respectivos frentes. Otra pudiera ser que el costo económico y humano sea tal que las circunstancias impongan una tregua y, con la ayuda de terceros estados, se abra un nuevo escenario de negociación en el que las partes se vean obligadas, previamente, a hacer importantes concesiones para permitir una solución mutuamente satisfactoria para superar la crisis.

Resulta difícil en este momento predecir el desenlace, ya que nos encontramos en la fase más candente de la confrontación y por lo tanto los niveles de polarización se acentúan. Sin embargo, hay elementos dispersos que pudieran tener una incidencia crucial si se vuelven masivos. Nos referimos al rechazo, por parte de figuras prominentes del chavismo, al proyecto del Presidente Maduro de modificar la Constitución, mediante un mecanismo que prescinde del voto popular.

De seguirse sumando a ese rechazo personas, y tal vez instituciones afines al régimen, nos podríamos encontrar con la hipótesis que mencionamos al principio de una fragmentación en el frente oficialista, lo que le haría poco factible que pudiesen imponer su modelo de Constituyente corporativista, y con ello verse obligados a cumplir con las disposiciones de la Constitución y buscar mecanismos de negociación que permitan una salida democrática y constitucional a la crisis.

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