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La ayuda internacional para salir del pranato castrochavista es indispensable

A los pocos años del gobierno de Chávez supimos que estábamos frente a un “régimen”. Entendimos que no habían venido a mejorar la democracia que habíamos conquistado luego de 150 años de dar tumbos, ni a consolidar la sociedad capitalista y liberal con la que se fundó la República. Vinieron a quedarse para siempre, con un proyecto de dominación totalitaria que cambiaría de raíz la Venezuela próspera y democrática que, con sus defectos, habíamos logrado a mediados del siglo pasado.

El chavismo no es equivalente a otros regímenes como el soviético o el nazi o el fascista o el castrista. Esos proyectos hegemónicos se basan en una ideología totalitaria que conculca las libertades y asfixia el pensamiento, y actúa como un culto o secta en el que los iniciados conforman el núcleo central del poder y comparten una  ética “revolucionaria” y se cuidan de no ser acusados de desviarse de ese “hombre nuevo” construido ideológicamente. En nuestro caso este “hombre” y esa moral no aparecen.

El régimen castrista se basa en organizaciones diseñadas para mantener a los herederos de Fidel en el poder, desde el Partido Comunista hasta los Comité de Defensa de la Revolución.  Y en ellas solo participan los iniciados en ese culto. No hay disidencias.

En Venezuela no han podido establecer esa estructura y han tenido que compartir el poder con una serie de grupos delincuenciales, entre ellos invasores cubanos, narcotraficantes, bandas criminales, extremistas islámicos, guerrilleros y paramilitares colombianos. Para no hablar de China y Rusia. Además han tenido que corromper a las Fuerzas Armadas y al propio aparato gubernamental a niveles nunca vistos. Para colmo, los que abrazan el poder son en su gran mayoría corruptos y el núcleo más comprometido ideológicamente disfruta de la mieles del poder junto a sus familiares, muchos ya fuera del país.

Esto no es un régimen. Es un pranato (“Pran” es el jefe criminal de una cárcel), es decir, una organización criminal que se monta sobre una ideología izquierdista que se  puede definir como castrochavismo, la cual justifica su profundo carácter totalitario, es decir, la concentración del poder.

Como dice el profesor Evan Elli (War College), en Venezuela lo que ha ocurrido es “un golpe del crimen organizado de gran escala: un grupo de criminales ha tomado control del Estado y asaltado su tesorería”. Como hemos insistido por años estamos secuestrados por unos malandros que solo tienen en común la necesidad de mantener el poder para seguir depredando al país.

Las estrategias para acceder al poder frente a un gobierno, un régimen o un pranato son diferentes. No solo es atacar y resistir al malandraje criollo en el poder sino a todos los grupos que forman el pranato, en su mayoría son extranjeros o están internacionalizados. Los venezolanos no podemos solos, como no pudieron los alemanes o los italianos en los años cuarenta, o como tampoco bastó con la Primavera de Praga para que ese pueblo fuera libre, por eso la ayuda internacional para salir del pranato castrochavista es indispensable.

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