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Los mensajes claros no se responden con retórica

No voy a inculpar ni a defender al Vicepresidente venezolano, sus problemas son cosa suya y, de hecho, la acusación del Secretario del Tesoro de Estados Unidos habla de él como individuo y no incluye al Gobierno de Venezuela. Es el Gobierno de Maduro el que se autoincluyó.

La acusación de Washington no sólo es grave y desagradable, sino que amerita una detallada investigación en Venezuela, y supongo que las autoridades estadounidenses habrán hecho la suya, base de las medidas contra el Vicepresidente venezolano y su presunto testaferro.

Lo primero que el denostado funcionario venezolano debió haber hecho, además de negar las acusaciones, es nombrar abogados en Venezuela y en Estados Unidos, dejar su cargo y dedicarse a su propia defensa. Flaco favor le hacen el Presidente Maduro y sus funcionarios gritando defensas retóricas que, en vez de limpiar su nombre, levantan más suspicacias y, encima, establecen al Gobierno en general, y al Presidente en particular, como cómplices.

Es cierto que esta denuncia de ahora del Gobierno de Estados Unidos es cosa, si no claramente sabida, sí ampliamente comentada, igual que ha sucedido con casos de otros funcionarios civiles y militares. Una situación de denuncia generalizada que ha venido sosteniéndose sin que los sucesivos gobiernos de Chávez y Maduro hayan tomado más medidas que hacer proclamas habituales de ataques y conspiraciones del imperio, la burguesía, etc. “Habla (o miente) que algo queda” es concepto que todos han aplicado, unos creen que los jerarcas civiles y militares que levantan el puño izquierdo son esforzados y calumniados revolucionarios, otros forman una clara y creciente mayoría que se convence de que son culpables de todo lo culpabilizable.

Tenga quien tenga la mayoría -es un decir, todo el mundo sabe quién tiene la mayoría aunque no el poder armado- ése camino no tiene salida y parece cada día peor. Una Fiscalia General que con notable timidez ha anunciado que investigará los sobornos Odebrecht, y un Poder Judicial que se traga la lengua cuando todo un Vicepresidente de la República es duramente acusado e incluso sancionado por otro país, lo único que logran es incrementar las sospechas y fortalecer las acusaciones.

Es también clarísimo, nuevamente, que si algo no tiene el Gobierno Maduro es diplomacia, y que interpreta las relaciones exteriores con mentalidad de mítines partidistas de parroquia y como lo que realmente debe ser, una estrategia cuidadosamente estudiada, diseñada y desplegada. Eso no existe, ni el Presidente ni su Canciller tienen idea de esa área de acción política.

No parecen comprender, por ejemplo, que la declaración del propio Secretario del Tesoro de Estados Unidos es, además del señalamiento del primer hombre tras el Presidente de Venezuela, una clarísima señal de que la nueva administración estadounidense no es ni será nada amigable ni comprensiva con Miraflores -para no referirnos también a la nueva política de autoabastecimiento petrolero incluso por encima de frenos medioambientales, que más temprano que tarde dejaría a Pdvsa sin su principal cliente que paga y genera ganancias, ya que los cubanos y países de Petrocaribe no pagan o no cubren costos, y los chinos tampoco porque sólo descuentan deuda.

El Vicepresidente debería entender que el problema es delicado y que su nombre le ha dado la vuelta al mundo, que prácticamente queda confinado a Venezuela por ahora, y que sosteniendo las simples y pomposas negaciones que sostiene, y que amplían su jefe y sus compañeros, nada va a lograr, al contrario. El jefe del Gobierno y el del partido de Gobierno lo rodean de proclamas, pero en el fondo no lo están ayudando, y el Vicepresidente parece no darse cuenta de que ésta es un defensa que no puede hacerse sólo por twitter.

La carga de la prueba la tiene el acusador, el Gobierno de Estados Unidos; el derecho y la obligación de la defensa la tiene el acusado. No puede seguir viviendo como hasta ahora, lo entienda o no su vida personal y política ha cambiado, ha sido expuesto descarnadamente a la vergüenza pública en cualquier parte a donde lleguen los medios de comunicación.

Y deberían tener en cuenta, él y el Presidente, que esto es algo que apenas comienza.

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