Opinión Internacional

Liberales y cristianos

Católicos y liberales, dice el español Federico Jiménez Losantos, deben unirse porque es la única forma de ganarle a la izquierda. Jiménez Losantos es un brillante periodista, católico y liberal. Y lo es también su periódico Libertad Digital, expresión más cabal de esa unión, donde la realizan a diario las mejores plumas de la derecha española.

En su magnífico artículo del 15/8 titulado “Católicos y liberales”, Jiménez nos recuerda que sólo la alianza de ambos sectores pudo destronar al comunismo en Europa oriental a fines de los ’80, y contenerlo en la España posfranquista. El franquismo desde mediados de los ‘50 había permitido en España un desarrollo notable de la economía privada, pero había sido profundamente antiliberal. Y cuando los franquistas “por patriotismo y supervivencia nos trajeron la democracia” (así dice Jiménez), aún quedaba mucho franquismo, y liberales casi no había, siendo la ideología dominante el socialismo en todas sus variantes. En aquellos tiempos -y ahora es igual-, la avanzada de la expansión comunista era Latinomérica, con la Teología de la Liberación, de gran eficacia estratégica y política. Y el gran problema de los españoles con el liberalismo -de los jóvenes sobre todo- era la seria crisis en la Iglesia Católica tras el Vaticano II, cuya inclinación a la izquierda abría honda brecha entre católicos y liberales no creyentes, que junto a la ya existente entre católicos liberales o socialistas aseguraban “un futuro de fragmentación y caos ideológico en la derecha”.

Pero sin embargo, por la derecha se alzaron tres líderes decididos, aguerridos y de ideas muy claras: la primera ministra Margaret Thatcher; el nuevo presidente Ronald Reagan, exitoso ex Gobernador de California pero que la gente recordaba por sus películas del Oeste; y el nuevo Papa polaco, Karol Wojtyla, desconocido fuera de su país y de los círculos vaticanos, pero cuyo papel a favor de la libertad, en la creación de Solidaridad, y su decisión de acabar con la infiltración comunista en la Iglesia le ganaron el respeto y la admiración de los liberales de todo el mundo (y el odio de las izquierdas, más que a Reagan y Thatcher). Y en España también hubo “un encuentro de católicos y liberales en las trincheras”, que no ha dejado de dar frutos y afianzarse hasta hoy. Sus hilos conductores han sido siempre Juan Pablo II, y quien fuera su segundo, el entonces Cardenal Ratzinger.

En Venezuela y América latina tenemos ahora una situación asombrosamente similar a la de los ’70, aunque más extendida y profundizada, y por ende la crisis es más grave. Mucho necesitamos la alianza que describe Federico Jiménez, y el espíritu que la presidió. Aunque la unión tiene que ser en nuestra América más amplia, de “liberales y cristianos”, católicos y de otras iglesias, como en América del Norte. Y sin dejar fuera a los judíos, porque la historia de la libertad comenzó con la emigración de Israel huyendo del totalitarismo de Egipto, tal y como está escrito en la Biblia.

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