Opinión Nacional

¿Aún existen las Fuerzas Armadas de Venezuela?

Viendo la entrevista de Diego Arria en la televisión, me surgió la pregunta con la cual titulo este artículo. Decía el entrevistado, entre otras cosas, que el problema más preocupante de la situación del país es que el Presidente tiene en sus manos a las FAN, porque las había corrompido a través del Plan Bolívar- 2000 y mientras contara con recursos para tenerlas “felices” dispondría del poder, porque además se trata de un gobierno militarista que desprecia lo civil.

Repensando los aspectos conceptuales que fundamentan la existencia de la organización militar como institución que es conformada por el Estado-Nación desde que éste surge, para asegurar tanto su integridad territorial como la defensa de la sociedad organizada que lo integra, es lógico que nos preguntemos si a estas alturas la organización militar de nuestro país pueda todavía ser considerada como tal, sobre todo porque no tenemos duda en que nos encontramos encuadrados en lo que Samuel Huntington llamaba las “sociedades pretorianas” las cuales se caracterizan, entre otras cosas, por la carencia o la debilidad notoria de instituciones políticas que sirvan de mediadoras y moderadoras de las acciones de los diferentes grupos políticos que en ellas interactúan, por tal motivo en su interior las fuerzas sociales “se enfrentan unas contra otras al desnudo”, es decir no aceptan intermediarios que pudieran moderar los conflictos, porque además no existen acuerdos que legitimen la solución de dichos conflictos.

Las sociedades democráticas más estables se caracterizan por contemplar en sus Constituciones las normas generales que guían, en su seno, la actuación y configuración de las fuerzas militares y evitan asignarle misiones de salvaguarda directa del texto constitucional y de las leyes, por cuanto ello se prestaría a interpretaciones circunstanciales y además desvirtúa el hecho de la preponderancia política de la dirigencia civil en relación al empleo de la Institución Armada. Por el contrario, en nuestro caso las líneas de acción enunciadas por el autócrata en relación al estamento militar, desvirtúan por completo sus características de fuerzas profesionales al servicio de la sociedad, es decir del Estado-Nación, para convertirlas en unas milicias partidistas bajo las órdenes de la organización política que gobierna circunstancialmente el país. En ese orden de ideas, las fuerzas armadas venezolanas como institución profesional han dejado de existir para el gobierno actual y como lo manifiestan el autócrata y sus adláteres, han pasado a ser “milicias revolucionarias” al servicio de una “ideología socialista”, que dicho sea de paso y de acuerdo con los más recientes sondeos de opinión, la tal “ideología” es rechazada por una abrumadora mayoría del pueblo. Nos preguntamos entonces, ¿será ésta la misma situación que se presentaría al interno de la organización militar de ser posible un sondeo transparente? Nos atrevemos a asegurar, como otras veces, que no hay ninguna razón para pensar que el resultado pudiera ser diferente porque los militares forman parte de la misma sociedad que padece día a día la ineficiencia, los abusos, la inseguridad, la inflación incontenible, la falta de aplicación de la justicia, en fin todas las adversidades que comporta un régimen que cercena sistemáticamente las libertades, los derechos humanos, la libertad de expresión, que asfixia la propiedad privada y que se ha dedicado a destruir, sin pausa, el aparato productivo del país.

De manera pues que para los jerarcas del régimen, con su “jefón” a la cabeza, la actual “fuerza armada” es una organización que está totalmente al servicio de la “revolución”, sin embargo, dados ciertos acontecimientos es nuestra convicción que al interior de las fuerzas armadas el sentimiento mayoritario es aquel que se compadece con el que muestran los sondeos de opinión de la sociedad. Es ese rechazo silencioso a la anarquía que se observa hoy por hoy en nuestro país. Ese repudio a la injusticia, a las persecuciones por el simple hecho de opinar diferente, a la corrupción galopante y desfachatada que muestran sin recato alguno, varios de los jefes militares de turno. Esa protesta “sotto voce” que se respira entre bastidores. Todo esto nos hace pensar que aún existen las fuerzas armadas profesionales que una vez fueron, aunque muy maltrechas y sometidas a intensas presiones de delaciones, de presencia de comisarios políticos, de algunos jefes que pretenden ganar indulgencias con al autócrata para escalar posiciones. Pero a pesar de estos pesares ellas están allí, mascullando el infortunio que por los momentos les toca sufrir.

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