¿Hasta cuándo?
Al escuchar a algunos gandules de la política vernácula, me vino a la mente parte de un poema de Andrés Eloy que se refería a esa Venezuela “…la que algo tiene y nadie sabe dónde / si en la leche, en la sangre o la placenta, / que el hijo vil se le eterniza adentro / y el hijo grande se le muere afuera”. La verdad es que no se puede calificar de otra manera la actitud que asumen ciertos personajes, los de siempre y los de ahora, que después de acudir al TSJ a reclamar derechos y pedir justicia, la cual les es denegada sin argumentos jurídicos de ninguna naturaleza, se presentan con el mayor caradurismo a declarar que aun así no renunciarán a las candidaturas a la Asamblea Nacional porque hay que acudir a votar para “conservar espacios”, eufemismo de moda para no decir que, ni las más descaradas fechorías electorales que cometa el régimen les hará desistir de su empeño en tomar parte en el show que les permitirá obtener algunas migajas para asegurarse unos cuantos asalariados cubiles.
En realidad esto no debe sorprendernos. Es el tipo de conductas, de la manera de hacer “política”, que trajo como consecuencia esta desgracia que ahora nos agobia. Lo lamentable es que estas personas ni tienen el carácter para rectificar, ni mucho menos para hacerse a un lado. Se empeñan en “eternizarse” aun cuando las evidencias de que el pueblo los rechaza les estén explotando en la cara. No les importa. Es la postura de siempre. La de subestimar la inteligencia de ese pueblo al que le piden con el mayor cinismo que se acerquen a las urnas a formar parte del espectáculo que le servirá al régimen para mantener su fachada democrática. Es la oposición-colaboracionista que quizás ya sabe, en una suerte de arreglo, cuantos cubiles les van a otorgar.
Razones sobran para estas suspicacias. La que más nos intriga es la campaña que estos “oposicionistas” han desatado en contra de quienes llaman a la aplicación del Artículo 350, que no es otra cosa que el ejercicio de un derecho consagrado en la Constitución. Ahora resulta ser que este llamado a invocar un Derecho Constitucional, es un llamado a la violencia. No será más bien que la posibilidad de que el ejercicio de ese derecho tenga éxito les impediría hacerse de las migajas que el régimen les ha ofrecido. O será acaso que no es caradurismo, ni arreglos por debajo de la mesa, sino que su incapacidad política es tal que les impide entender lo que sucede y lo que será el desarrollo inevitable de esta situación a menos que se logre estructurar un planteamiento estratégico que asegure la recuperación del Estado de Derecho y de la Democracia como sistema de gobierno. Una vez más insistimos que no habrá mañana para quienes deseamos vivir en libertad, a menos que la acción de la sociedad como un todo unido impida que se consolide en nuestro país una dictadura totalitaria de corte castrista.
En ese sentido, llamamos a apoyar la posición de Su Eminencia Cardenal Castillo Lara. El puede ser el guía que conduzca este pueblo hacia la liberación de las fuerzas que lo oprimen en estos momentos. Su Eminencia tiene la sabiduría necesaria para señalar el camino, la autoridad moral indiscutible para entusiasmar a su pueblo en la lucha por deshacernos de este flagelo, la claridad de propósitos que le da su desprendimiento de apetencias políticas, la honestidad de su palabra de pastor profundamente preocupado por su rebaño.
Es la hora de los desprendimientos, de rescatar los valores sobre los cuales construir un mejor país, de asegurarles a nuestros descendientes un futuro de prosperidad, que no se logrará jamás si se enseñorea entre nosotros la mediocridad que hemos visto en los últimos años, si se instituye la incapacidad y la corrupción como práctica cotidiana. Ante estas circunstancias nos preguntamos: ¿Hasta cuándo quienes han sido co-autores del marasmo en que se ha convertido la Venezuela de hoy, estarán empeñados en tratar de eternizarse en la acción política, sin importar las consecuencias que tendrá para el País? ¡!!! Por favor señores háganse a un lado. Se lo agradeceremos.!!!!!
