Opinión Nacional

La salida es saliendo

Intento explicarte. Gracias anticipadas por tu atención. Nicolasito, comenzaré por decirte mi convicción que el fallecido Presidente Chávez, estaba conciente de la irreversible gravedad de su enfermedad. No hay dudas de eso. Caído de la mata no era. Más bien era un “zumbao”. Un apostador a lo suyo. Apostó a vivir la inmortalidad en su vida real. No en el mas allá. Esa fue su propuesta. Asumió que la vida era él, no que él era de la vida.

Él fue, Florentino en el amanecer haciendo correr al Diablo. Él se sintió la copla. “Sobre los llanos la palma, sobre la palma los cielos, sobre mi caballo yo, sobre yo mi sombrero”. El hombre arrecho, más allá de la circunstancia. Voy al mío, era para él, voy a mi. Fuera de esa apuesta y de esa propuesta, todas las demás tenían la opción de parar, un hasta aquí. Todas tenían un punto de retorno. Un por ahora… Pero, para él, eso sólo funcionaba cuando alguna propuesta suya buena o mala; desfasada, actual o futurista; pragmática o idealista; estratégica o táctica; voluntaristas o no; institucional o personal; constitucional o fuera de ese contexto, te repito, cuando una propuesta de él corría el verdadero peligro de ser derrotada, sólo y solamente, en ese caso, en el propio borde del barranco, el hombre paraba o giraba. Si la derrota se erguía frente a su deseo, como el hecho más probable de ocurrir, metía el freno. No para abandonar el objetivo, aún cuando lo jurara, sino para explorar otras vías y nuevas oportunidades. Como en la jerga del dominó “paso y gano”.

Chávez sabía que las marchas tienen distintas velocidades y que toda caminata tiene rectas y curvas, subidas y bajadas. Como en el béisbol: curva hacia adentro, hacia fuera, recta dura, slider, sinker, cambio de velocidad y “rabo e’ cochino”. Lanzamiento al cuerpo para intimidarte o base por bolas si el bateador está ”encendido”. Sabía también que hay velocidades para marchar hacia delante y de ir hacia atrás. Conocía que todo timón está ligado a una estructura, la cual debe permitir girar hacia los lados y hasta en “U”. Pero él era timón, estructura y timonel. Tres en uno, como el viejo aceite. Tú también lo sabes, fuiste ¡tremendo operador de Metrobus!, solo que no eres tres en uno. Cuidado con eso. El Presidente Chávez, sabía, al igual que CAP, que “llueve y escampa”. Sabía que no era “monedita de oro”. Hasta lo decía cantando. ¿Recuerdas?. Murió dolorosamente. Como nadie quiere morir ni ver morir a otros. Pero sobre todo, murió apostando a no morir. Tal vez se le olvidó poner en el equipaje de esa apuesta, la opción de pare. O mejor dicho, creyó que nunca la necesitaría. Tal vez seas tú, el único que sabe si es cierto aquella súplica que le atribuyen: “no me dejen morir”. Es posible que en ese momento se haya reencontrado con el polvo que somos. Pero ya era tarde. Muy tarde.

Ese fue el hombre que habló contigo Nicolás. No el primero entre iguales. El que habló contigo, el que te llevó a Diputado, Presidente de la Asamblea, Canciller, Vicepresidente y Presidente fue él, el único e irrepetible. Él era de esos que creen que gente como ellos solo nacen una vez cada siglo. Como, por ejemplo, Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Palacios y Blanco, Vladimir Ilich (Lenin), Mao Zedong (Mao Tse Tung) Kim II Sung (Presidente Eterno) y Fidel Castro Ruz. Te pregunto, Nico, ¿Fidel está vivo o muerto?. Yo digo que está vivo, pero está muerto. Pero también digo que si está muerto, está vivo. ¿Me explico?. Esos seres no tienen iguales ni sustitutos, mucho menos superiores. Ellos se sintieron así y se siente así. Inteligentes y fortísimos todos. Yo no tengo una pestaña de duda en eso. Por qué no la tengo, porque siendo la convicción de inmortalidad, en esos líderes, su esencia y hacerlo todo, a partir de esa convicción, ¡negándola siempre!, no es de seres comunes, normales. Eso es de seres cuya piel y tejidos musculares no se rompen ni pudren; Nicolás, los huesos de eso líderes no se parten.

Nicolás, ellos son de un mundo distinto al que vivimos todos los demás. Este no es su reino, pero reinan. ¡Arrechos, si son!. Cuando tienes un diálogo con ellos, no es eso lo que está ocurriendo. Lo único que realmente ocurre, es que ellos hablan. Todo lo demás es un acto de ilusionismo. Vale decir, la figura que ves y escuchas no es real, no es concreta. No está allí. La real, la concreta, está en el Olimpo, en la morada de los dioses. Pero ellos, los dioses, gozan de la omnipresencia y de la omnisciencia. No hay nada que deban escuchar. No es que no quiera escuchar. Es que todo lo saben. ¿Para qué van a escuchar?. Por ejemplo, yo no iría a una clase de manejo de automóviles corrientes y comunes porque yo sé manejar ese tipo de automóvil. Eso pasa con los Dioses. Pero además son omnipresentes, por eso están en todas las formas y en todas partes. Son omnipotentes, todo lo pueden. Nunca pierden, pero eso son invictos. Esto es lo primero que necesito hacerte saber. Qué tú necesitas aceptar. Saber que es y será así por los siglos de los siglos…. Ese fue el hombre que te habló esa larga noche…. Pero ya no era él… ¿me explico?… Te invito a un cafecito y seguimos. Te parece, puedes, tienes tiempo?… Chévere pana…

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