Opinión Nacional

Palabreo por Paéz y Bolívar

Una vez, el Presidente Luis Herrera Campins, gran admirador del General José Antonio Páez, dijo esta frase: “Bolívar era la encarnación de la idea que andaba en busca del pueblo, y Páez la encarnación del pueblo que andaba en busca de la idea”. Eso, aparte de bonito, sonaba redondo, una frase bien acuñada que resaltaba el contraste entre ambos, no necesariamente excluyente. Hoy no sabemos por dónde anda el pueblo ni qué se hicieron las ideas, pero lo más grave es que nadie encarna al pueblo ni tampoco a las ideas. Esa realidad es uno de los estropicios del tránsito chavista por el poder. Es vital que se encuentren pueblo e ideas y de allí la importancia de construir una unidad sólida, asumida, verdadera y oportuna.

Ciertamente que se ha hecho un esfuerzo notable por lograr algunos acuerdos básicos entre los factores de dirección política, que lleven a la oposición a colocarse detrás de un solo candidato con vistas al 7 de octubre. Ello incluye la virtual adhesión a un programa común que garantizará coherencia en la acción de gobierno. No obstante, es preciso ir un poco más allá y ojala esos avances se vean estimulados por el 12 de febrero.

Se trata de precisiones en cuanto al desmontaje del aparato autoritario que, a su vez, desmontó el Estado de Derecho en Venezuela. No es difícil imaginar el tortuoso camino que espera a la vuelta del proceso electoral, detrás de las bambalinas de un triunfo opositor que podría muy bien ocurrir. Sin detenernos a considerar cuál de los candidatos es el mejor –aquí se trata de derrotar a Chávez y eso pasa por construir una mole de votos, tarea de todos ellos por igual- salta a la vista de que se ha conseguido un consenso para recorrer la senda electoral. Eso es importante más no suficiente. Es imperativo el compromiso que conduzca a retornar a la democracia plena, lo cual significa poner en su sitio al Ejecutivo y detener la masacre institucional que se ha perpetrado en este país. Para ello se impone, no un consenso, sino un compromiso que blinde, no a un gobierno ni a un presidente, sino al Estado de Derecho. No será fácil, pero lo será menos si el virus del poder absoluto ha contagiado al liderazgo opositor y acarician, por ventura, la esperanza de mantener aceitados sus resortes para disfrutarlo también. Hay que pasearse por todo.

No se está eligiendo un presidente de condominio ni se recibirá un ticket que se cobra en taquilla. No es como un casino, donde el ganador se lo lleva todo. El mandato será rescatar el alma nacional, secuestrada por una partida de pandilleros que usurpan la soberanía nacional. Eso requiere reencontrar pueblo e idea lo que, hoy por hoy, no lo encarna un solo individuo. Sólo quien se percate de ese cambio podrá mantener el liderazgo más allá del jolgorio que hoy está en campaña.-

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