Opinión Nacional

Perdonen el pesimismo, pero no es un resfriado

Leí un artículo de Vargas Llosa, quien después de una visita a Caracas se mostraba optimista acerca de la situación venezolana, afirmando que el proyecto bolivariano socialista de Chávez tiene menos posibilidades de concretarse, porque –dice el peruano- él ve a la gente crítica, sin importar el estrato social de quien hable.

Vargas Llosa, al igual que la mayoría de los venezolanos, piensa que el hecho de que la gente común pueda expresar su malestar por las políticas gubernamentales es un signo de libertad, o al menos de ausencia de represión, de miedo, de autocensura.

Y creo que lo más peligroso es que la gente en Venezuela realmente cree esto, porque viven en sus barriadas marginales o en sus condominios de clase media o en sus quintas del Country Club y pueden despotricar contra el gobierno sin represalias; porque van al supermercado y pueden lanzar improperios contra cualquier funcionario público y parece que no tiene consecuencias.

En las revoluciones socialistas del siglo XX, el papel que jugaron los comités revolucionarios dentro de la sociedad civil, señalando a los detractores de los diferentes regímenes para que fueran castigados según lo decidiera cada dictador, fue determinante para sembrar pánico dentro de la sociedad. El miedo los llevó a callar y a acostumbrarse a vivir una vida de zombis. El venezolano cree que está a salvo, porque puede hacer catarsis en la fila del supermercado o en la fiesta con los amigos.

Pero Yo veo un problema sustancial y llevo… ya perdí la cuenta de los años que llevo diciendo la misma frase “no te están metiendo preso, están construyendo la cárcel a tu alrededor”. Venezuela se está convirtiendo en una prisión de 25 millones de presos y al venezolano no le da la gana darse cuenta, porque todavía puede hablar mal del carcelero, porque está jugando con su nuevo Iphone o sus nuevos senos de 500 cc.

En Venezuela mucha gente actúa como si no tuviera nada que perder, ese es otro de los graves problemas del país. No sabemos qué están haciendo los comités de defensa de la revolución –o cualquiera sea el nombre oficial- pero lo que Yo sí sé es que esa apariencia de “no está pasando nada” es un síntoma grave en Venezuela, porque así han actuado durante muchos años y así se han adueñado del país, a los ojos del mundo, sin que nadie haga más que gritar lo obvio cuando ya no hay nada qué hacer.

Se adueñaron de las instituciones públicas, de todas, mientras el venezolano decía “no, eso no lo pueden hacer porque sería inconstitucional”; han materializado expropiaciones y toda clase de abusos a la propiedad privada, pero el venezolano decía “no, eso no va a pasar aquí”. Pero como empresarios son pocos y la mayoría son asalariados, ese problema es de otros, el venezolano piensa que la oposición le ha estado mintiendo porque le dijeron que les iban a quitar las casas, pero “eso no va a pasar aquí” y, claro, todavía no les han quitado las casas, pero tampoco los empresarios creían posible que les quitaran sus empresas… ¿o sí? ¡Ah, claro! No hay que olvidar que el gobierno no puede cerrar RCTV… porque los venezolanos no son pendejos…

La no aplicación inmediata de las leyes que amenazan a la libertad no quiere decir que no ocurra. Yo no puedo ser tan optimista como Mario Vargas Llosa, quizá porque hace rato aprendí que la pobreza urbana, lo que se puede ver viviendo en Caracas, es muy diferente a la pobreza rural, al pensamiento del pobre del campo, de la costa, el pobre que no se ve, pero vota y cree de corazón que va a ser reivindicado con la revolución… o por lo menos que van a joder a quienes lo han jodido siempre, porque ese es el discurso que él creyó y eso es lo que la oposición –ejerza o no la política- no termina de entender.

Ojalá me equivoque, realmente espero estar muy equivocada, pero Yo pienso que todavía le faltan muchos años a Venezuela para salir de esta crisis, porque primero van a terminar de instaurar su socialismo del siglo XXI, después los venezolanos se van a dar cuenta de la seriedad del problema (Iphone en mano) y finalmente va a empezar la verdadera lucha democrática. A mí que me perdonen los cariñositos y los teletubbies que escriben y hablan de una salida democrática, pero Yo veo el camino a la salida lleno de sangre, quizá no ahora, pero mientras más tarde el venezolano feo en darse cuenta de la gravedad del asunto, más sangre va a bañar las calles de Venezuela.

Y la Comunidad Internacional, tarde como siempre, tratará de explicar por qué no actuaron antes.

Un sujeto me decía que la Guerra de las Galaxias era una representación de la situación venezolana enmarcada en ciencia ficción. Al final de Episodio III, los Jedi aceptan que perdieron en su intento de salvar la democracia galáctica y entienden que sólo queda el camino del exilio para luego volver con fuerzas –y con La Fuerza- para restaurar la paz en la galaxia. Claro que en Venezuela todos los droides se creen jedi y quienes deberían entender la situación, se sabotean entre ellos para tener una cuota de poder.

Por eso Yo creo en el trabajo de hormiguita que están haciendo algunos, en el silencio, sin cámaras ni micrófonos, tratando de crear conciencia en el grueso de la población y tratando de entender cómo piensan aquellos a quienes siempre les dicen cómo actuar. Es un trabajo que tomará muchos años, quizá décadas, pero –para mí- ésa es la única esperanza que tiene Venezuela para su reconstrucción después del baño de sangre que se avecina. Perdón por el pesimismo, pero no es un resfriado, es cáncer de pulmón.

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