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Sobre el azar no se construye nada

La vida es azarosa bajo distintas condiciones. Aunque también, en medio de múltiples situaciones. Sólo que, desde el azar, luce imposible alcanzar metas trazadas en una dirección predeterminada. Un proyecto nacional puede servir para ilustrar reflexiones ante propuestas firmes. Aunque vale señalar, primeramente, lo que ello implica.

Un proyecto nacional es el producto de una vivencia nacional derivada de un momento estelar que cautiva y concentra el interés de la población en todo su conjunto. 

Un proyecto nacional no se construye con imposiciones y arbitrariedades producto de necedades superadas históricamente que tratan de regular y controlar el desenvolvimiento natural que sigue una sociedad. La historia política ha sido permanente testimonio fehaciente de coerciones con resultados sociales y económicos infortunados.

El problema ante intereses sociopolíticos

Aunque al mismo tiempo esas contrariedades han reflejado la respuesta de interesantes comportamientos multitudinarios motivados por el consenso establecido ante oportunidades de desarrollo entendidas y aceptadas por colectivos nacionales. De hecho, han dado cuenta de proyectos nacionales por los cuales se han reivindicado causas de distinta índole. Particularmente, políticas. 

Pocas veces Venezuela se ha valido de coyunturas de esta naturaleza mediante las cuales ha posibilitado la construcción de proyectos nacionales para entonces fortalecerse ante desmanes y crudas circunstancias. La historia así lo confirma. 

Por ejemplo, la participación del equipo venezolano de fútbol profesional conocido como la Vinotinto por el color que porta su uniforme, en tantas competencias o encuentros, evidencia un ejemplo de estas realidades. En los concursos de tan magnos eventos deportivos,  sobran razones que equivalen a animar la construcción de un proyecto nacional. Pues el poder de convocatoria demostrado, es capaz de unificar la sociedad venezolana al margen de los problemas que, en los años corridos del siglo XXI, han fracturado al país.

Clasificar jornadas futbolísticas para medirse de cara al primer lugar, o competir por el tercer lugar, pese a derrotas sufridas, nunca han amilanado el entusiasmo ciudadano. Por el contrario, exalta la voz de un conglomerado que vibra al unísono con el desarrollo del juego. Igualmente, con la movilización del equipo a su paso por lejanos países. Así se motiva la construcción de un verdadero proyecto nacional. 

¿Y cómo podría persistir en alcanzar triunfos en cualquier ámbito, si el grado de improvisación sobre el cual gravitan las acciones asumidas es groseramente elevado? Los criterios sobre los cuales operan distintas decisiones, de seguir cargadas de rapaces animadversiones por todo lo que puede lucirle contrario al adversario, es un factor agresor de principios de orden ético, ciudadano y democrático. Entonces, ¿a dónde habrán de parar las realidades equivocadas ante la posibilidad que anima la construcción de un proyecto nacional? 

No hay posibilidad cierta de lograr triunfos al vacío. Definitivamente, nada puede construirse aventurando simples conjeturas. O como refiere el titular de esta disertación: sobre el azar no se construye nada.

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