Una campaña electoral atípica
Esta campaña electoral es todo menos convencional; es única en su género y difiere significativamente de las campañas del pasado, donde los partidos políticos nacionales competían entre sí, seleccionando candidatos que pudieran atraer a los electores.
En ocasiones, surgían figuras independientes cuyas cualidades desafiaban la hegemonía electoral de los principales partidos, como los casos destacados de Larrazábal y Uslar.
En la actualidad la lucha es contra un estado hegemónico de naturaleza proto-totalitaria, que controla la mayoría de los medios de comunicación y todos los órganos del Estado, en un sistema que ciertamente no se ajusta a los principios del Estado de derecho.
Ante este desafío monumental, contamos con una figura que ha logrado canalizar el ferviente deseo de la mayoría de la población por el cambio, movilizando su participación en las urnas. Además, contamos con un candidato que representa, quizás por primera vez, la unión política integral de los verdaderos partidos políticos democráticos. La conjunción de estas dos figuras abre una posibilidad real y evidente de movilizar una fuerza imparable capaz de derrotar a un Estado cada vez más totalitario y excluyente.