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La “Izquierda” y la “Derecha”

El pasado 22 de abril, la BBC le hizo una entrevista a la neuróloga italiana y Premio Nobel de Medicina, Rita Levi-Montalcini, con motivo de sus 100 años. La entrevista es muy interesante porque se centró en averiguar cómo alguien tan longevo permanece lúcido y activo. Relató la neuróloga que en la época de Mussolini ella corrió graves peligros por ser judía y tuvo que montar su laboratorio en su cuarto y trabajar a escondidas, enfrentando no sólo a Mussolini sino a su propio padre, quien no creía en las capacidades intelectuales femeninas. No pasaron demasiados años antes de que se convirtiera en galardonada con el Nobel de Medicina y hoy dedica sus esfuerzos a enseñar a las mujeres del África, grupo étnico que considera de los menos favorecidos en términos de oportunidades, por discriminación en razón del sexo. La doctora, tan lúcida, tan obviamente inteligente, sin embargo pronunció una, para mí muy desafortunada, frase. Dijo: “(…) Yo afortunadamente soy de izquierda, no de derecha. Yo soy fuertemente de izquierda, lo que quiere decir creer en el progreso y en la paridad, mientras la derecha es lo opuesto (…)”.

Al leer esto imaginé lo que sería tratar de explicarle a esta científica en lo que se ha convertido la «izquierda» latinoamericana: En Venezuela, es un puñado de militares rencorosos, envidiosos, anti-semitas, vagos, corruptos y más fascistas que Mussolini. Poco o nada “progresistas”, pues. También son “narco-gasolina-oro” traficantes. Por no agregar “uranio productores con fines bélicos”, que es algo que se rumora a voces en cualquier medio en Venezuela y que ya transcendió nuestras fronteras. Nada difícil de creer, dada la alianza de “la izquierda” con los fundamentalistas árabes representados en Mahmud Ahmadineyad. Fundamentalistas que harían “puré” de una científica practicante como Rita Levi-Montalcini, por cierto.

En cuanto a la «paridad» de género, difícil sería explicarle a la médico italiana que aquí, con un gobierno “de izquierda”, no existe. Lo que existe es la utilización, por parte de un hombre machiavélicamente hábil, de la figura femenina, para hacer que se haga su “real” voluntad, pero quedar muy bien visto en el “primer mundo”. Casi todos los cargos de presidencia de los Poderes Públicos en Venezuela son ocupados hoy por mujeres. Hay una «Presidenta» del Tribunal Supremo, hay otra “Presidenta” de la Asamblea Nacional; hay una «Fiscala» General (todo en burla al empleo excesivo del género feminismo que se hace en nuestras leyes) y también hay una Defensora del Pueblo (o del puesto, como también en burla, el propio pueblo le dice a ese cargo). El único hombre es el Contralor General, pero él no cuenta porque es un vijecilo decrépito y senil con el que también se puede hacer cualquier cosa. Desde afuera, somos el paraíso de las feministas. Pero eso es sólo “otra fachada más”. Ninguna, NINGUNA de esas mujeres ejerce poder alguno. Hacen lo que se les ordena. Punto. Y pruebas de las órdenes que públicamente les imparte “su señor”, el “hombre”, hay suficientes. Aquí la cosa es hacerle el juego al cuadillo militar. Y este te dará el poder de fastidiar a los demás súbditos. Pero ni se te ocurra revirar. Tal vez sí sea verdad que, al menos en esto de conseguir títeres, no se discrimina por sexo.

Por eso, decepciona tanto que una mujer tan inteligente como la centenaria médica italiana, hable aún de «derecha» e «izquierda» y meta a la gente en esos dos grupos, con un estereotipo tan pasado de moda como el de que “izquierda es igual a bueno” y “derecha es igual a malo”. Eso demuestra que a todo el mundo se le sale un «condicionamiento» y que evidentemente, ella quedó traumatizada por Mussolini. Pero para nosotros, Mussolini era un perdedor, no un hombre «de derecha». Creemos que hay hombres y mujeres malos y buenos, esencialmente abiertos al bien y a crear en paz, los primeros o encasillados en destruir, odiar y pelear, los segundos. Y ninguno de esos dos grupos es exclusivo, ni de la «derecha», ni de la «izquierda», si es que tal diferenciación todavía existe.

Mi dolor radica en que el estereotipo lanzado tan alegremente por la científica italiana le está haciendo mucho daño a Venezuela y a los demás países que han caído bajo la égida del caudillo militarista-pseudo socialista. En verdad, lo que los hombres y mujeres de la modernidad debemos plantearnos es “Dime qué haces y te diré quién eres”. ¿Creas o destruyes? ¿Envidias o admiras? ¿Te compadeces todo el día por tu mala suerte o te obligas a luchar? ¿Esperas que te den o te esfuerzas en ganarte tus cosas?
Esa parte del mensaje de la bióloga centenaria sí es digno de difundir. Lamento por eso tanto el empleo del estereotipo «izquierda» y «derecha», porque hasta ahora sólo ha servido para justificar lo injustificable en América Latina, por parte de Europa.

Vale la pena preguntarse qué está produciendo la “izquierda” latinoamericana. Destrucción inmisericorde del ambiente, corrupción galopante, pérdida de valores, antisemitismo, «rastacuerismo» para obtener privilegios. Mediocridad para que nadie ose alcanzar posiciones de poder en contradicción con el líder único. Líder único, pensamiento único. Esposos millonarios que se turnan en el poder (los de Argentina). Millonarios latifundistas que se dicen «revolucionarios» (“Mel” Selaya). Ejecutivos –muchos bien gordos, como para que sean de “izquierda”, siguiendo el estereotipo- que se venden al mejor postor y dan la espalda a los pueblos (Inzulsa, Antonini Wilson, Kaufmans, Uzcáteguis, Rangel etc). Presidentes de potencias que con tal de no perder negocios se hacen los locos ante tiranos (Lula y quien sabe si hasta Obama). Emporios económicos hechos con robo de lo público y lo privado (Diosdado Cabello, Rodrigo Cabezas, Merentes, Nóbrega –no negamos que haya unos cuantos «opositores» que entren en ese lote y que no son “de izquierda”. claro). Y un largo etcétera de cosas nada agradables. ¿Es justo decir que esta es la «izquierda» latinoamericana?. Por los hechos, lo sería. Pero seguro que hasta en la «izquierda» Latinoamericana queda gente decente. Por eso, no es bueno meter a la gente en sacos. Nadie tiene el monopolio del bien, ni del mal.

Podría decirse que diferente sería hablar de “Mussolinismo” o “Chavismo”. Esas sí serían, por lógica, corrientes identificadas con la conducta de un solo individuo, quien les da su nombre. Por eso, sí podría uno decir “el chavismo es malo”. Porque la conducta del líder –que además pretende ser único- es destructiva y asfixiante. Y si alguien lo sigue, es porque acepta esa conducta y dar ese trato a los “diferentes”. Quienes no aceptan eso, hace rato dejaron de llamarse a sí mismos “chavistas”. Es el caso del grupo que ahora se autodenomina “humanista”, que hoy se las ve negras en una decadente Asamblea Nacional, para tratar de que los escuchen. ¿Será que ellos se consideran ahora “de derecha”? No lo creo. Pero “chavistas”, menos!

Entonces, hay que tener mucho cuidado con los estereotipos que tipos (y valga la redundancia) como Chávez, saben manipular para “cautivar” simpatías allá lejos, muy lejos, donde su totalitaria presencia se diluye en el imaginario de la “izquierda”.

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