Cine

“Los que se quedan”, la sincronía de las soledades

“Los que se quedan” podría tener un aire al clásico “La sociedad de los poetas muertos”, pero a medida que se desarrolla va generando su propia identidad y definiéndose de una manera distinta en medio de un péndulo que salta de la comedia al drama con sutileza y una franca honestidad

Desde diciembre habíamos escuchado acerca de “The Holdovers” o “Los que se quedan” y, como una bola de nieve, el impacto de esta película fue creciendo a lo largo de la carrera de premios hasta llegar a ser lo que es hoy en día, una posible ganadora al Oscar a Mejor Película y a Mejor Actor, en lo que sería un “batacazo” tras la casi cantada victoria de Cillian Murphy por “Oppenheimer”:

“Los que se quedan” está dirigida por Alexander Payne, a quien recordamos por la oscarizada “Entre copas”, “Nebraska” y “Los descendientes”, y nuevamente toma los recursos de la comedia y el drama para contar una historia ambientada totalmente (hasta en el diseño de la presentación y créditos) en 1970 donde conocemos al huraño profesor Paul Hunham (Paul Giammati), quien se encarga de la cátedra de historia de civilizaciones antiguas en el internado Barton de Nueva Inglaterra y que queda a cargo de aquellos alumnos que durante las dos semanas de vacaciones navideñas no pueden viajar con sus familias. En este punto la historia de Hunham se cruza con la de la cocinera Mary Lamb (Da’Vine Joy Randolph) quien ha perdido a su hijo recientemente y el inteligente, pero rebelde y solitario alumno, Angus Tully (Dominic Sessa).

Esta conjunción de soledades, aderezada con el encierro propio del fuerte invierno, provocará que la convivencia sea extrema y deje aflorar las fibras más sensibles de cada uno de los integrantes de este trío que, poco a poco, verá su propio reflejo en el rostro de quien tiene al lado.

Los que se quedan” podría tener un aire al clásico “La sociedad de los poetas muertos”, pero a medida que se desarrolla va generando su propia identidad y definiéndose de una manera distinta en medio de un péndulo que salta de la comedia al drama con sutileza y una franca honestidad que conmueven las fibras del espectador quien se puede identificar con los personajes que gozan de un arco perfecto de desarrollo que, por supuesto, va evolucionando y modificándose orgánicamente a medida que se vive la historia de estas vacaciones en el internado Barton.

La dirección de Payne es, sin duda, una maravilla de honra al cine analógico con una recreación maravillosa de 1970 y un manejo quirúrgico de los tonos y capas del film en el que se recorren temas adicionales a la soledad. A lo largo de “Los que se quedan” están presentes los ejes del abandono paternal, la muerte, el duelo, el miedo, la empatía y el crecimiento desde el reconocimiento del sentir de quienes nos rodean; en síntesis, un manjar de emotividad bien servido que no está ajeno a líneas memorables como esta:

“Cada generación cree que inventó el libertinaje, el sufrimiento o la rebelión, pero todos los impulsos y apetitos del hombre, desde lo repugnante hasta lo sublime, se exhiben aquí, a nuestro alrededor. Entonces, antes de descartar algo como aburrido o irrelevante, recuerda que, si realmente quieres comprender el presente o comprenderte a ti mismo, debes comenzar en el pasado. Verás, la historia no es simplemente el estudio del pasado. Es una explicación del presente.”

Paul Giamatti echa mano de todos sus recursos para brindarnos un papel del profesor Paul Hunham, quien esconde su miedo con una máscara de inflexibilidad y conocimiento que, lejos de impulsar a los estudiantes, los aleja, a pesar de que en el fondo tiene la intención de inculcar valores positivos y racionales a los adolescentes que están en la efervescencia de la emotividad en medio de una experiencia que termina transformándolo por completo.

Giamatti ha hecho de Hunham un personaje excepcional que lo ha llevado a competir seriamente por el Óscar a Mejor Actor en lo que sería la sorpresa de la gala y que consolidaría el triunfo ya obtenido en los Globos de Oro.

Da’Vine Joy Randolph opta al Oscar a Mejor Actriz por su papel como Mary Lamb y esta postulación está totalmente ganada porque Randolph ha creado una caracterización perfecta del dolor contenido, del grito silente de una madre cuyo hijo pudo dar mucho más si la muerte no lo hubiese tocado con un papel que podría considerarse la representación de todas las madres cuyos hijos no volvieron de Vietnam.

Finalmente, hay que destacar la actuación de Dominic Sessam, quien completa el tercer eje de este triángulo, con un Angus Tulli tremendo que muestra la petulancia y sensibilidad propias de la juventud que siente que no debe parecerse a sus padres y que percibe sus posturas como únicamente válidas en un antagonismo natural con cualquier acto de la generación previa. Este joven representa la contracultura que emerge con cada generación y que debe recorrer, como todo joven, el camino a la madurez superando la fragua del dolor en un crecimiento no ajeno de amistades que nos acompañan en el camino.  

Para la gala de los Óscar el 10 de marzo, “Los que se quedan”, que ya está disponible en nuestras salas, opta a por 6 premios Mejor película, Mejor actor, Mejor actriz de reparto, Mejor guion original, y Mejor montaje.

En “Los que se quedan” existe otra línea maravillosa que dice “Para algunos, la vida es como la escalera de un gallinero. Corta y llena de mierda” y en esta sincronía de soledades, nuestros personajes hallaron la compañía necesaria para rebatir el argumento porque, aunque no dominamos el tiempo que tendremos en este plano, sí podemos aceptar los pequeños regalos y momentos alegres que nos ofrece una buena amistad y un buen amor para que la escalera, independientemente de su extensión no esté tan sucia y podamos sonreír en cada peldaño. 

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