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Jorgita Rodríguez, el inicio de la vida a los 50

Por María Andreina Pernalete

@MaPernalete1

Ha pasado un año desde la última entrevista. Meses atrás la había visto en los pasillos de algunos teatros caraqueños, en las redes sociales y en la presentación de su última producción teatral, Queridas Psicóticas, escrita por el profesor Briceño. Solo  bastó un mensaje de texto para que cediera al encuentro, siempre ha sido de esas mujeres dispuestas a todo, exigente pero colaboradora, abierta a dar una oportunidad hasta a una estudiante de Periodismo, abierta a darse una oportunidad a sí misma.

La cita esta vez sería en un café, fue ella quien quiso recogerme en el Centro Cultural B.O.D. Me recibió con una gran sonrisa. “Ponte el cinturón”, dijo, y me besó en la mejilla. Siguió hablando por el celular mientras conducía y cada tres minutos pedía disculpas por estar hablando con otra persona. No había cambiado mucho. Mientras la miraba recordé nuestro primer encuentro en su casa: Jorgita Rodríguez recibe hasta a un desconocido como un integrante de la familia. Le gustan los libros de realismo mágico como los de Gabriel García Márquez, eso explica el peculiar sentido de diversidad de los adornos dispuestos rigurosamente en cada esquina de su hogar, desde el casi original Pinocho hasta las figuras de los dioses del hinduismo y catolicismo.

Se sienta, deja el teléfono a un lado, y con una taza de café marrón sin azúcar en sus manos asume su papel de productora y dice: “Empecemos”. Estamos al aire libre, al fondo se escuchan las bocinas de los autos y el sonido atormentante de la ciudad,  de esa Caracas que aunque caótica considera suya. El ruido la obliga a proyectar su voz, hacía unos días había cumplido 50 años y su hablar tan sutil parece de adolescente: “Estoy entrando en una etapa de mi vida en donde comienzo por primera vez a producir a Jorgita”. ¡Vaya! Unos meses atrás me había dicho que había nacido para producir a otros.

Jorgita Rodriguez, productora
Foto: Cortesía Jorgita Rodriguez

Sonrío y pregunto: “¿Cómo una mujer de tu edad puede verse tan linda?”. “Como sano, me quiero, me cuido, desde pequeña lo he hecho”. Admite sonrojada que pasó por una cirugía de senos, “lo necesario para levantar el espíritu”. Su cabello plateado delata su madurez, a los 18 años comenzaron a salir sus primeras canas, y aunque por muchos años las ocultó, no faltó mucho para que las aceptara y las dejara de su color natural.

Su amor por el teatro comenzó como una jugada del destino. Había dejado la producción de televisión cuando salió embarazada de su primer hijo. En ese tiempo se volvió vegetariana y, junto a su primer esposo, decidió dedicarse al niño y él al trabajo: “Estaba casada con una persona devota de Sai Baba, para quien el tema de los roles era muy importante”. Luego de tres años, se encontró con una vieja amiga: María Cristina Lozada, quien fue jefe de dramática del departamento de novelas y miniseries del Canal 8, mientras ella realizaba sus pasantías de universidad. “Me dijo que tenía una compañía de teatro llamada Teatro Nacional de Repertorio en la Casa del Artista, recuerdo sus palabras: ‘¡Será una nota, es sencillo y puedes llevar al niño!”. No pudo culminar su carrera como comunicadora social en la Universidad Central de Venezuela. Las tablas la hicieron suya.

Es divertida aunque pocas cosas la divierten. Contradictoriamente lo que más produce son stand-up. Tiene que ver con lo que está pasando en la realidad: “Hago humor político y lo que está pasando en el país ya no me da risa, me da rabia, me indigna”. Toma un sorbo de café. Jamás había pensado irse de Venezuela como ahora. A sus comienzos en la producción soñaba con aprender, hacerlo bien y hacerlo en Venezuela. Ahora ese sueño ha sido amenazado, aunque no han logrado quitarle la sonrisa ni la amabilidad.

Le fascina escribir y lo hace muy bien; de hecho, está escribiendo un texto titulado Cuando cumplí 50, en el que relata su vida amorosa de muchos picos y bajadas. A la medida que su mano se vuelve ligera para trazar y para escribir, se divierte. No es casualidad que Germán Flores haya comparado su prosa con la de Teresa de Parra. Burlarse de ella la divierte, como el principio del stand-up. Espera estrenar su obra el próximo año, aunque ella no estará en el escenario. Ha escrito textos como El chofer del autobús, inspirado en su padre; y Un relato a Laurdes Valera, que reproduce la compañía que le hizo a su amiga en un día de quimioterapia.

La más querida de sus producciones es la de Tania Sarabia. No ha cambiado de parecer: “Es la reina de la diversión, modesta y llana. Son situaciones tan cotidianas que te dan risa”. Aunque no pudo mencionar al menos preferido, admitió con una carcajada que no todos le gustaban.

Jorgita Rodriguez, productora
Foto: Cortesía Jorgita Rodriguez

El amor de su vida al parecer aún no tiene nombre pero sigue enamorándose. “Debe ser alguien divertido, que esté presente, que bese muy bien y que me lleve el café cuando me sienta mal”. Por ahora se queda con Jorge y Luis, sus hijos.

Ha cometido muchos errores pero después de un tiempo ya no los considera como tal. Luego de tres matrimonios piensa que no ha fracasado, ha sabido mantener una bonita relación con cada uno de ellos. Luis, su segundo esposo y padre de su hijo menor, la sigue considerando su amor, su amiga y hermana. “Me miran con el mismo amor. Fracaso es vivir 45 años con una persona y no ser feliz, a veces es preferible torcer el rumbo”.

Es muy dura consigo misma pero está orgullosa de lo que ha logrado. Como mujer ha aprendido a través del ensayo y el error, “haciendo comino al andar”, como dice aquella famosa canción, enamorándose de la gente, de los hombres, de lo que logra, de sus hijos, de su primera muñeca negra, enamorándose de ella. Para eso, toma de ejemplo a mujeres exitosas que pueden servir de inspiración para la humanidad, quiere concientizar desde la mujer que es y lo ha hecho, solo basta echarle un vistazo a sus redes sociales para comprenderlo.

Está donde está por su ética. “A los productores se les ha caracterizado por ser muy interesados, oportunistas, el que solo lleva el café o el patán”, dice, pero ella es diferente. En el Canal 8 recibió consejos de quien considera un mentor: Limanski, fue querido y amado por todos. Rodríguez fue una esponja, no pasó mucho tiempo para que ganara la misma reputación que él. Siempre quiso hacer más de lo que le pedían.

Su más grande enemigo suele ser ella, lo controladora que es. Quiere que las cosas se hagan bien y de una manera. “Si estoy en un concierto y escucho que el cantante desafina, me molesto”, comparte. Es eso lo que precisamente la ha llevado a donde está: ha producido a personas de renombre como Luis Chataing, el profesor Briceño, Cayito, Tania Sarabia, entre otros.

En algunas ocasiones no suele aceptar fácilmente sus faltas. Jorge, su hijo mayor, piensa que lo heredó también de ella: “Ese es nuestro mayor defecto, así que cuando ambos estemos en las mismas, habrá problemas”, dice entre risas.

Jorgita Rodríguez es considerada por muchos la mejor productora que existe en el país, de teatro y de familia. Sus hijos la consideran amiga: “Si mi mamá te ama, te amará incondicionalmente”, coinciden. Sus valores han sido inquebrantables, es por ello que el Gobierno ha decidido cancelar algunas de sus presentaciones. Pero vendrán más. Cuando algunos suelen pensar que los cincuenta son el declive de la vida, ella ve todo un camino por recorrer, así, como la canción de Joan Manuel Serrat: “Yo amo los mundos sutiles ingrávidos y gentiles como pompas de jabón. Me gusta verlos pintarse de sol y gran arbolar… caminante no hay camino, se hace camino al andar”.

*Este es uno de los mejores trabajos de la cátedra de Narrativas periodísticas híbridas, de la concentración Periodismo, que cursan los estudiantes de la carrera de Comunicación Social, de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB).

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