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El arte de tomar el Chocolate invetigación de Carlos Duarte

La historia de Venezuela, tiene en su haber costumbres que son desconocidas por las nuevas generaciones, el Coco Chocolatero es una de ellas.

(%=Image(4574643,»L»)%) Basados en esta premisa, Chocolates El Rey junto a Carlos Duarte, director del Museo de Arte Colonial Quinta de Anauco, lanzan al mercado venezolano una lujosa edición de 127 páginas denominada “El arte de tomar chocolate”.

Chocolates El Rey a través de este lujoso ejemplar, busca rescatar la historia del coco chocolatero y otros utensilios usados en la preparación y degustación del cacao, así como sus productos derivados en la época de la colonia.

En esta obra maestra, se puede disfrutar de una gran variedad de fotografías que muestran la diversidad de cocos chocolateros, elaborados finamente con hermosos acabados de orfebrería en plata, que estaban inmersas en las culturas indígenas de la época.

Aunque la tradición del coco chocolatero desapareció con el pasar del tiempo, gracias al apoyo incondicional de Chocolates El Rey y muy especialmente a Jorge Redmond, buscamos rescatarlo en nuestra cultura, indicó Duarte, quien en su trayectoria ha editado más de 40 libros, referentes al arte y la artesanía del período hispano venezolano.

Jorge Redmond, presidente de Chocolates El Rey, cree que “El arte de tomar el Chocolate”, representa el gentilicio y arraigo que tienen los escritores venezolanos, por resaltar las costumbres de nuestros antepasados.

La conjugación histórica del pasado y el presente, será representada el próximo 5 de abril, a partir de las siete de la noche, en el Museo de Arte Colonial Quinta Anauco, cuando Chocolates El Rey junto Carlos Duarte y demás patrocinantes, presenten la primera edición del libro: “El arte de tomar el Chocolate”.

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INTRODUCCIÓN

Esta es la primera vez que se estudia uno de los objetos domésticos más curiosos del período hispánico venezolano: el exótico coco chocolatero que se usaba para tomar el chocolate caliente. La idea de investigar este objeto surgió a raíz del ingreso de uno de los mejores ejemplares que se conocen en la colección de la Asociación Venezolana Amigos del Arte Colonial. En efecto, con motivo de la generosa donación que hizo a esta institución el doctor Juan Ignacio Parra de ese emblemático coco del siglo XVIII, con los elementos de las armas españolas y el lema de «Viva el Rei», comencé a indagar acerca del origen y uso de tales objetos en la Provincia de Venezuela. El resultado de esta investigación no pudo ser más satisfactorio, ya que se logró establecer que se usaba desde los primeros años del siglo XVII, y que su aparición coincidió con la primera exportación de cacao que salió del territorio venezolano, producto que, con el correr del tiempo, se convirtió en una de las principales riquezas del país. La bebida del chocolate, valorada no sólo en el mundo exterior sino entre los propios habitantes, fue degustada a lo largo de más de dos siglos en esas atractivas jícaras de coco engastadas en plata.

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A falta de una bibliografía específica sobre el tema, tanto en Venezuela como en el extranjero, fue necesario ir a las fuentes primarias y revisar infinidad de testamentarías del antiguo Registro Principal de Caracas, hoy en el Archivo General de la Nación, las del Archivo Arquidiocesano de Caracas, y algunas del interior del país, como las de El Tocuyo, Barquisimeto y Mérida, cuyos inventarios proporcionaron gran cantidad de información sobre el asunto. Como complemento, se consultaron diversos textos y relatos de viajeros extranjeros que vinieron a distintas partes de América, especialmente a Nueva España, a las islas del Caribe y a la Provincia de Venezuela durante los siglos XVII y XVIII. En este campo, debo señalar la ayuda invalorable que me brindó el doctor José Rafael Lovera, gran conocedor de la historia de la alimentación en nuestro país, quien me orientó y colaboró conmigo en la localización de estos libros y textos. Fue menester también comparar los cocos hechos en Venezuela con piezas extranjeras. En este sentido, fueron de gran ayuda las imágenes de los cocos chocolateros que se hallan en la colección del Museo Franz Mayer, en Ciudad de México, que me fueron enviadas gracias a la generosidad y al apoyo de sus funcionarios y del doctor Ángelo Cianciulli. Así mismo consulté otros libros, especialmente de platería americana, donde ocasionalmente aparecen reproducidos algunos ejemplares guatemaltecos, mexicanos o peruanos, y que igualmente sirvieron de referencia.

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Para completar la investigación, fue imprescindible visitar varias colecciones venezolanas, públicas y privadas, en búsqueda de los testimonios materiales. En este aspecto, debo destacar igualmente la generosidad de todos los coleccionistas que poseen los muy escasos cocos chocolateros que se conservan, por permitirme estudiarlos y fotografiarlos.

Debo también aclarar que al revisar los catálogos de las colecciones de los antiguos coleccionistas de arte colonial venezolano, desde el siglo xix hasta el presente, pude constatar que éstos no habían prestado mucha atención al coco chocolatero, quizás por tratarse de un objeto de difícil obtención. Charles Röhl (1856-1933), uno de los coleccionistas más antiguos, poseyó a principios del siglo xx tres jícaras de este tipo, las cuales aún conservan sus descendientes. Así mismo, el pintor y coleccionista Federico Brandt (1898-1932) logró adquirir uno, en esa misma época, con la curiosa inscripción que lo relaciona con su poseedora, hoy en manos de uno de sus nietos. Sin embargo, esos coleccionistas fueron excepcionales.

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Por otro lado, el doctor Alfredo Machado Hernández (1887-1946), primer presidente de la Asociación Venezolana Amigos del Arte Colonial y fundador del Museo de Arte Colonial de Caracas, comprendió la importancia de este objeto, y un año después de la fundación de esas instituciones, en 1943, adquirió tres importantes cocos que enriquecieron las nacientes colecciones de la Aso¬cia¬ción. Luego, lentamente, a lo largo de los años, la misma insti¬tu¬ción fue adquiriendo otros hasta alcanzar actualmente el número de siete, conformando así un conjunto representativo de este tipo de objeto.

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Por su parte, el mismo doctor Machado tenía en su colección, hoy en manos de sus descendientes, cuatro cocos que eran réplicas modernas hechas en México, con sellos de la casa Kori en el pie, y cuya presencia en esa colección permite deducir que en aquel momento se pensó que era casi imposible conseguir ejemplares originales. Posiblemente de esta misma procedencia es un coco que figuró en la Colección Manuel Santaella (1894-1975), el cual se halla hoy en otra colección particular, y que exhibía junto a otro coco antiguo venezolano.

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En Barquisimeto, la señora Carmen Octavio de Camejo (1888-1993) poseía, en su colección de antigüedades venezolanas, varios cocos chocolateros, algunos heredados de su familia, entre los que se hallaba uno de buena calidad que obsequió a don Leopoldo García Quintero (1880-1969), y el famoso ejemplar emble¬mático que generosamente regaló a don Alfredo Boulton (1908-1995). Ambos se hallan ahora en el Museo de Arte Colonial de Caracas.

En tiempos más recientes, el doctor Eduardo París González (1918-1993) se interesó con pasión en coleccionar este difícil objeto. Entre los años 1950 y 1970 logró reunir, con mucho esfuerzo, el crecido número de once cocos chocolateros venezolanos y dos extranjeros. Otro contemporáneo suyo, el doctor Lorenzo Herrera Guevara (1913), logró reunir, por esos mismos años, sólo tres más, aparte de otro ejemplar extranjero, y un vaso de madera engastado en plata que procedía de la Colección de Enrique González Rincones (1898-1955).

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