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La pinacoteca de la Divina Pastora.Un anhelo de la filegresía

En el bello pueblo de Santa Rosa se ha ubicado el Museo de la Divina Pastora, donde ahora la Alcaldía de Iribarren, inaugura la Pinacoteca de la Divina Pastora, en tanto deseo interpretado, por el Alcalde Henri Falcón. Es el día 19 de marzo, Día de San José y fecha en que la Virgen de los barquisimetanos regresa de su peregrinación.

La Pinacoteca de la Divina Pastora viene a complementar la rica y múltiple colección que se encuentra en el Museo de la Divina Pastora, referida a sus vestidos, milagros, sombreros, zapatos, y muchos otros objetos regalados, la mayoría en promesa, por el pueblo creyente y manso, a la hora de vivir el acto de fe.

En la creación de la Pinacoteca ha imperado, desde la óptica de la Alcaldía, varios factores: Santa Rosa ha venido siendo transformada, para su bien en hermoso poblado que ha incrementado el turismo y que le ha impulsado otros valores artísticos, memoriales y de tradición, amén de favorecer un comercio artesanal para los propios habitantes. La creación del Museo de la Divina Pastora y la puesta en marcha de la Sala de Conciliación, brindan ahora la oportunidad de hacer un turismo religioso, de cara a nuestra contemporaneidad y a las exigencias de nuestros pueblos, aunado a la implementación de posadas, restaurantes, pequeños puestos artesanales, de manera tal que se pueda lograr un desarrollo endógeno, desde el propio lugar.

La imagen de la Divina Pastora y todo lo que ella implica en cuanto a la devoción, al acto de masas, a su carisma, al hecho de río humano habido cada 14 de enero, da cabida al acercamiento múltiple, amoroso y fervoroso, de manera tal que esta relación entre ELLA y el Pueblo, ha sido abonada por músicos, juglares, poetas, escritores, y en el caso nuestro, por nuestros pintores y artistas plásticos.

Si hacemos un poco de historia, en Venezuela, la imagen como pintura, fue cultivada por Juan Lovera, el Pintor de la Gesta Independentista, quien asumió una Divina Pastora, desde la perspectiva del paisaje y de la leyenda, aunque ella ha sido motivo de inspiración de un sin número de creadores anónimos, en el ánimo de cumplir con un acto de fe y con un mercado siempre exigente de imágenes religiosas.

En Lara, uno de los pintores que, hasta donde sabemos, se dedicó a la veneración de la imagen, bien por su alto espíritu religioso-temático, fue el artista merideño Rafael Antonio Pino, hacia 1887, cuando trataba de reunir fondos para irse de nuevo a Mérida, luego de haber fundado y dirigido la Escuela de Artes y Oficios de Barquisimeto (1883-1987). Desde ese entonces han pululado cromos, estampas desde el noble trabajo de las rotativas que dicen del amplio espectro habido en cuanto a la difusión de la imagen. Amábilis Cordero, pionero en el cine venezolano, fue uno de los artistas preocupados por la difusión de este acto de fe y en ese sentido realizó película en torno a la procesión de la Divina Pastora, como documental memorioso que ya implicó un acto mucho mayor y mejor difundido a través del celuloide.

Pero es indudable que la realización de Divinas Pastoras, por parte de los artistas, se incrementó aún más en los años ochenta, habida cuenta del crecimiento cualitativo y cuantitativo de los feligreses, un aumento del poder adquisitivo generado por las riquezas del boom petrolero, un interés inusitado por el retratismo o la retratística a nivel del pueblo, la veneración in crescendo, la familiaridad de algunos pintores para con este fenómeno de masas, la “aparición” con fuerza de los cultores del arte popular, entre otras causas. Y a manera de ejemplo observamos que artistas como Octavio Alvarado, Ramón Díaz Lugo, Federico Torres, Vladimir Gontcharenko, Pablito Suárez, entre otros, comienzan a pintar el tema mariano y de la Virgen de Santa Rosa, siempre unido al pueblo y a las procesiones.

En los años actuales, uno de los reconocimientos de mayor éxito en cuanto al tema de la Divina Pastora ha sido la realización de las muestras colectivas hechas por la Galería “Juan Carmona”, de El Impulso, mientras que por nuestro lado hemos impulsado este año de 2005, una especie de visión panorámica de 32 Divinas Pastoras, realizadas por fotógrafos, pintores, dibujantes y artistas populares, dentro de la Galería Municipal de Arte de Barquisimeto, para reafirmar una tradición cara a nuestros arte.

La Pinacoteca de la Divina Pastora, como colección de obras de arte, surge por iniciativa del Alcalde Henri Falcón, al tratar de unir el arte y Santa Rosa, en el Museo de la Divina Pastora, donde se pueda admirar la imagen vista desde la perspectiva de nuestros artistas connotados, para poder hacer del Museo, un sitio de contemplación, un lugar de turismo religioso y de goce de las imágenes, que sirva como puerta de entrada a la variable actividad que presentan los santarroseños. El Museo así se convierte en sitio de encuentro con el arte y la Divina Pastora, desde Santa Rosa. Hemos invitado a toda una serie de artistas del Estado Lara para la conformación primaria de esta Pinacoteca la cual estamos seguros, se incrementará en los años venideros, incorporando además a cinco artistas ganadores del Concurso de Pintura Rápida “La Divina Pastora, Santa Rosa y su Entorno”. Nos hemos compenetrado con ellos, con sumo respeto a sus obras de arte, también como un acto de fe, en el arte larense. Hemos querido presentar nuestros juicios valorativos y comentarios en el ánimo de acercarnos didácticamente a las obras, de manera de orientar al público por el recorrido de la Pinacoteca. A estos artistas quienes nos han apoyado con su condición de creadores y de creyentes para una fe que mueve montañas, nuestros agradecimientos y el agradecimiento del pueblo de Santa Rosa, del pueblo en general, pues sólo ellos y no otros, han colocado una primera piedra en este deseo de conformación de la Pinacoteca. Desde la voluntad por hacer un Barquisimeto y Santa Rosa humanamente habitable, desde nosotros como trabajadores culturales, desde el recién creado Instituto Municipal de Cultura y Arte (IMCA), de la Alcaldía de Iribarren, desde nuestro Alcalde Henri Falcón, agradecemos ampliamente a los artistas participantes José Luis Aldana, Omar Anzola, Virgilio Arrieta, María Ester (Matey) Berríos, Manuel Brito, Romualdo Carrillo, Rafael Crespo, Norberto D´ Abreu, Sandra García, Alí A. González, Alirio Infante, Francisco León, Ramón Lizardi, Cristina Moncada, Antonio Pavón, Coromoto Rodríguez, Héctor Rodríguez, Cirilo Rodríguez, Carlos Rivero, Manuel Rivero, Maria Elena Rojas, Mariana Sellanes, Nildhe Silva, Víctor Urdaneta, Al Vanegas. A ellos se les han unidos los ganadores del Primer Concurso de Pintura Rápida al aire libre, Gerardo Simón Crespo, Juan Carlos Galíndez, Alí Darias, José David González, y Giovanny Zabala. A todos estos artistas, gracias.

Willy Aranguren
Director de Servicios Culturales.

Instituto Municipal de Cultura y Arte (IMCA)

JUICIOS VALORATIVOS EN TORNO A LOS ARTISTAS PARTICIPANTES.-
JOSÉ LUIS ALDANA (Barinas, 1951). Estudia en Francia. En Europa vive diez años visitando museos, galerías, nutriéndose del arte. Aldana es un artista hiperkinético, con imaginación a flor de piel, enamorado de la innovación, de la vanguardia, de las situaciones difíciles en tanto retos de la creación. Este artista le ha dedicado una buena parte de su tiempo e investigación a los temas míticos y religiosos que por supuesto incluye la Divina Pastora, pero vista desde la contemporaneidad, como ahora nos la brinda, alejadas del barroquismo de otras épocas y más bien dentro del minimalismo. Interesa aquí destacar los iconos o elementos solitarios, flotantes, orgánicos, donde el mensaje se nos muestra eminentemente plástico, novedoso, no tradicional. La Divina Pastora se convierte en la obra de Aldana, en metáfora del color y del dibujo.

OMAR ANZOLA (Barquisimeto, 1951). Estudios de arte en Suiza, Estados Unidos, Inglaterra y Caracas. Este pintor ha seguido la investigación de lo que aporta la Divina Pastora, en tanto mensajera del sincretismo y de lo arcaico, como representación perenne de la humanidad. Así lo ha demostrado en sus esculturas, pinturas y dibujos y particularmente en esta pieza, en la cual combina corrientes pictóricas que reflejan la mancha, el efecto de los difuminados, las transparencias, el juego de colores apacibles, la deformación informal adrede, la participación del pop art, y de nuevo la idea del sincretismo, de la paz, de lo maternal y de lo sempiternamente joven. Anzola la recrea como reina a quien se le deben rendir honores pero que a la vez representa el mestizaje, lo criollo, un cierto símbolo de condescendencia y poder perenne, otorgado por la fe, por el simbolismo de una Figura Madre.

VIRGILIO ARRIETA (Maracay, 1955). Licenciado en Contaduría Pública, locutor, animador, músico, compositor, pintor, gerente cultural. Sin duda alguna que este artista se nos muestra polifacético y a la vez hiperkinético, en sus diversas facetas como creador, las cuales ha aportado al Estado Lara, en sus 27 años de vida en Barquisimeto. Por supuesto que la adhesión al culto de la Divina Pastora le viene a este artista por su larga trayectoria mientras que cada 14 de enero el pueblo de Barquisimeto vivía ese gran momento de fe, encuentros y alegrías. Arrieta tiene una predilección especial hacia el humanismo, hacia el amor que la humanidad pueda sentir por sus semejantes, hacia los actos de buena fe que pueda tener sus congéneres. Se trata en el fondo de darse por entero a la humanidad, de concebir el trabajo como una forma de contribuir con la felicidad de las gentes. Y en este caso particular se vale de dos niñas para emular y representar la dulzura del ofrecimiento, la bondad de un gesto desde la Divina Pastora que en términos de la visualidad y de la plástica, se reflejan en un fino dibujo. En una síntesis de los objetos y de las personas y en el manejo de un color que pausadamente le entra al espectador por los ojos de la emoción.

MARIA ESTER (MATEY) BERRÍOS .Caracas, 1970. Pintora y ceramista popular. De una rica e inmensa imaginación, y también de humildad y amor por el arte, se nos presenta esta artista, quien ha ubicado o creado una Divina Pastora sui géneris, a manera de objeto tridimensional. Matey en principio reivindica un objeto y material nobilísimo como lo es una silla hecha de cuero de chivo y de madera nuestra, para plasmar una rica obra que ya la envidiaría las grandes artistas escultoras Marisol y Gaudi Este. Matey representa de forma sintética a la Madre, al Niño escondido y juguetón, al pueblo que recorre la procesión y que a la vez se manifiesta en la grandiosidad de la fe, en este simple objeto cotidiano; involucra la idea de Dios, la idea de mirada múltiple de pueblo, la idea de Madre protectora, de tradición, de intimidad y comunión con la Reina, pero a la vez hay una especie de autorretrato, de inmiscuirse en el sentimiento mariano de manera particular y también sui géneris.

MANUEL BRITO. Barquisimeto, 1975. Pintor autodidacta, discípulo de Jesús Armando Villalón.

De grandes progresos en cuanto a la consecución de obras mucho más reposadas y exquisitas, Manuel Brito, ha venido transitando los caminos de la figuración y del paisaje, dentro de los ámbitos larenses. Brito ha sido un enamorado de la tradición y en esta oportunidad ha dado lo mejor de él. Se trata en este caso de una visión maravillosa desde el río humano, colocado a la salida de Santa Rosa, por la vía que conduce a Cabudare. Su visión virtual denota manejo de oficio y presencia de la multiplicidad, de la gente como icono permanente del 14 de enero. Se distingue la masa emergente y la Divina Pastora, todo ello confundido en una sola imagen, rica en cuanto a colorido, transparencias, veladuras. Pero sobre todo llama la atención el hecho manifiesto de las masas, la grandiosidad de una procesión sin igual, el uso de perspectivas ideales.

ROMUALDO CARRILLO Barquisimeto, 1965. Estudia en la Escuela de Artes Plásticas “Martín Tovar y Tovar”. Fotógrafo y pintor. En principio este pintor estuvo aliado al paisajismo y a la figuración tradicional, siendo un buen retratista. Hace unos diez años atrás, el pintor comenzó a investigar en torno a los crepúsculos como elementos dignos de emular, o por lo menos de expresar a través de la pintura, un concepto diferente y autóctono, devenido de los crepúsculos, pero utilizando lo que se llama “saco” o recipientes para granos, comunes a la industria artesanal de esta zona. De esta manera Carrillo emprendió una forma de pintar que le proporcionaba una identidad larense, que además podría ser universal. Es la proposición que actualmente nos presenta ahora con esta Divina Pastora compenetrada con los crepúsculos, con el paisaje, con los colores de manera tal que se nota una magnífica integración entre ambos elementos: figuración pastoreña y paisaje o atmósferas, en este caso.

RAFAEL CRESPO. Mene Grande, Zulia, 1955. Pintor popular quien estudia en la Escuela de Artes Plásticas “Martín Tovar y Tovar” y con varios artistas de la región como Teddy Villamediana, Luis Guarenas. Vive en Barquisimeto desde niño. En los años ochenta aborda la realización de Divinas Pastora que irá madurando hasta convertirlas en obras contemporáneas, impregnadas de lo añejo pues para la creación de las mismas prepara y utiliza viejas puertas y ventanas, como soporte integrado a sus pinturas, logrando óptimos resultados. De forma que su obra es popular y contemporánea y sus Divinas Pastoras, como la actual gustan, por su condición cromática, por una similitud con las puestas de los Vía Crucis, por la idea de conglomerado impregnado de fe. Su obra respira informalidad, entornos propios y convincentes y sobre todo un fervor religioso, bucólico y una luz siempre festiva.

NORBERTO D´ ABREU. Caracas, 1955. Estudios particulares en la Escuela de Artes Plásticas “Cristóbal Rojas”, de Caracas, Círculo de Bellas Artes, Madrid, Academias Artium y Arjona, Madrid.

Según hemos visto este artista, posee una fuerte pasión por el problema de las identidades, de lo primogénito en cuanto a filiaciones étnicas y ese es una de las orientaciones de sus obras. Existe en D´Abreu además una predilección por el trópico y por los procesos artesanales o de investigación, perceptible en esta pieza, con veladuras y transparencias impresionistas, donde llega incluso a incorporar el “marco” de la obra, dentro de un ambiente artesanal, de presencia de lo agreste y lo divino. El artista parte de la idea de inconmensurabilidad de la creencia, aliada a la presencia material de la figura y del Niño, para aportar el hecho de la grandiosidad de un pueblo anónimo, de manera que la obra de este artista se nos muestra filosófica, reflexiva y emotiva.

SANDRA GARCÍA. Barquisimeto, 1961. Pintora, docente, egresada en la especialidad de Estética de la Universidad Pedagógica Experimental de Barquisimeto. Actual Directora de la Escuela de Artes Plásticas “Martín Tovar y Tovar”. Hay un reto demarcable en la obra de García quien siempre se ha interesado por los mitos, las leyendas, los actos de fe y religiosidad, como condición del hombre de sentimientos puros, más allá del hombre pensante. Y es lo que aporta García, en esta obra, pero con una ventaja enorme, como lo es el hecho de partir de su Barquisimetaneidad, impregnada por generaciones familiares de devotos. De hecho, las Divinas Pastoras que ha realizado no han salido del coleccionismo familiar, por ser fuentes de devoción; ese espíritu, ennoblecido y parroquial, es reflejado en su obra como una realidad que implica el reconocer a la Virgen como la Madre de la Humildad, como la protectora, como quien da cobijo y amor hacia los habitantes de estas comarcas.

ALÍ A. GONZÁLEZ. Maracay, 1957. Pintor autodidacta residenciado en Lara desde los noventa. La emotividad para con la Divina Pastora le viene a Alí desde la familiaridad, desde su entorno hogareño; de hecho su compañera se llama Pastora, como muchas barquisimetanas o larenses. Y la otra vía hacia un acercamiento de la imagen lo aporta su condición de ferviente devoto quien, desde su pintura, trata de redimir al pueblo, de aportarle una especie de abrazo de multitudes a partir de la imagen misma. González se plantea llegar a la síntesis misma de la imagen, a partir de colores más bien sepias y terrosos, sin definición de rasgos precisos y con una demarcación precisa en cuanto al dibujo. La Divina Pastora se convierte literalmente hablando en la protectora de las ovejas, a partir de un efecto de gigantismo.

ALIRIO INFANTE. Caracas, 1951. Estudia en Escuela de Artes Plásticas “Cristóbal Rojas”. Pintor, escultor, dibujante. Vive en Barquisimeto desde los años setenta. De una gran vocación y facilidad para con el dibujo, independientemente de su fuerte manejo del color, Infante nos presenta una tela de un gran espectro sideral, donde ubica diminutamente a la Divina Pastora, ya propia de su imaginación y de su acercamiento íntimo a la imagen venerada. Pero este acercamiento se entiende por la vía de las búsquedas universales y de la presencia local, para condensar ambos mundos, que en definitiva corresponden a una sola unidad. Infante anda reflexionando en otras búsquedas, menos colorísticas o ecológicas, mayormente universalistas, acopladas a un espíritu de meditación, más allá de localismos naturales.

FRANCISCO LEÓN. Barquisimeto, 1958, Estudios en la Escuela de Artes Plásticas “Martín Tovar y Tovar” y en Carrara, Italia.

Ha sido este artista un experimentador, a partir de una concepción donde pueden utilizarse materiales extrapictóricos o no tradicionales, aunque en esta oportunidad León se deja llevar por la admiración que le suscita el arte popular, la identificación internalizada de lo barroco, aunado a un cierto poli-cromatismo mesurado, comedido y de fuerte raigambre. El artista plantea iconos como homenaje a las formas devenidas del pintor latinoamericano Torres García y se adueña además de la iconografía propuesta por el pintor Tarazona, en el Templo de Santa Rosa, para recrear su propio fondo. León, con esta obra, está a un paso de desprenderse de capas pictóricas para entrar en el mundo de los volúmenes virtuales, de los materiales comunes y que él, en tanto artista, logra cambiar.

RAMÓN LIZARDI. Ciudad Bolívar, 1953. Pintor. Estudia en la Escuela de Artes Plásticas “Cristóbal Rojas”, de Caracas. Docente en la Escuela de Artes Plásticas “Martín Tovar y Tovar”, de Barquisimeto. Este artista ha manejado a su antojo tanto la figuración como el paisajismo de nuevo cuño. Lizardi, desde su llegada a tierras larenses, ha estado enamorado del Valle del Turbio, lo que le ha valido el reconocimiento en salones y círculos artísticos a nivel nacional y regional. Sus vistas son idílicas, grandilocuentes, sublimizadas al extremo y en esta oportunidad este Valle portentoso, lo hace acompañar de la Divina Pastora, de manera tal que dos códigos o iconos creativos se unen para conformar una sola totalidad donde está presente un cierto hálito angelical, de sueños, a partir de diversos planos.

CRISTINA MONCADA (Santiago de Chile, 1943). Pintora. Egresada en arte de la Universidad de Santiago de Chile. Docente en la Escuela de Artes Plásticas “Martín Tovar y Tovar” desde los ochenta. Esta artista, en todos sus años de docencia, ha tenido una predilección especial por la imagen de la Divina Pastora, en cuanto a la enseñanza, a cómo pintarla. De ahí que en sus discípulos se nota la impronta de ella. Su Divina Pastora no es menos notable pues se nos presenta finamente dibujada, con delicadeza extrema, en todos sus rasgos y vestimentas, en la plenitud de un rostro bellamente dibujado, en la disposición de la cabellera, grandiosa y exuberante, pero sobre todo en el manejo de la superficie añeja, “rugosa”, determinante por lo informal, con un sentido grácil de la mancha, del meticuloso azar.

ANTONIO PAVÓN (Cabimas, Estado Zulia, 1952. Estudios en la Escuela de Artes Plásticas “Martín Tovar y Tovar”, en la Universidad Pedagógica de Barquisimeto y en España.

Pavón es un pintor clásico con todo lo que ello implica en cuanto al parco oficio de artista. Es un consumado dibujante, sobre todo un inteligente retratista que en esta oportunidad se acerca íntimamente al rostro de la Divina Pastora, por la vía de la fe invidente y del azar. Su religiosidad, en este caso mariana, ha hecho que cada año se acerque a la Virgen, para hacer, en cuanto a la pintura, una versión única y diferente para cada año, especie de promesa y comunión que en esta oportunidad, lo acerca al rostro prístino y bello de la imagen. Pavón se alimenta del azar y de lo parco, en cuanto al dibujo y a la pintura, para recrearnos en el rostro de la Divina.

CARLOS RIVERO. Río Tocuyo, Lara, 1953. Pintor de escenas populares. Tiene sin lugar a dudas una larga trayectoria como pintor, desde sus inicios en 1968.

El, ha sido, a nuestra manera de ver, como lo demuestra en esta “Divina Pastora”, un artista bastante activo y festivo en su pintura, lo que se contradice con su medio natural xerófilo y árido de su lugar de origen, Río Tocuyo, donde por cierto se llegó a desarrollar, durante la Colonia, una de las más fructíferas escuelas de imagineros religiosos de Venezuela, conocida precisamente como “Escuela de Río Tocuyo”. La religiosidad y el gusto por lo popular, incluido lo folklórico, le viene a Rivero por esta vía, desde el inconsciente colectivo, para reflejarlo en sus obras y en esta obra en particular. Rivero recrea a la Divina Pastora en el pueblo, en las costumbres y en los iconos larenses.

MANUEL RIVERO. Barquisimeto, 1951. Estudios en la Escuela de Artes Plásticas “Martín Tovar y Tovar” y Arquitectura, Universidad de los Andes. Este pintor, de larga trayectoria en cuanto a la investigación de utilización de tierras y otros minerales, incluso de medios computarizados en el uso de la obra de arte, plantea una Divina Pastora, “Desde la misma Tierra”, para aportarle a la imagen de la virgen y el Niño, una relación intrínseca con la naturaleza y con uno de los elementos de creación de vida, como lo es la misma tierra. La pintura de Rivero insurge con fuerza telúrica, desde el magma cromático de morados, marrones, sepias, negros, violetas para desembocar o emerger en Santa Rosa, al lado del Templo de la Virgen, teniendo como escenario un paisaje idílico, quizás como lo podía concebir un pintor de épocas pretéritas, pero emulando el Valle Del Turbio. Lo más interesante es que el artista manifiesta a la vez un sentimiento de parquedad, de figura sin ningún adorno y más bien pensando en la Virgen como creación de pueblo, de identidades profundas y de una gran sencillez.

CIRILO RODRÍGUEZ (Urucure, 1960). Escultor popular. Este artista responde a los legados de la talla popular y religiosa larense, es decir es uno de los escultores o tallistas populares que heredó la forma de realizar obras impregnadas de cristianismo, para convertirse en el tallista más importante de estas comarcas, de mayor reconocimiento nacional. Rodríguez, nos demuestra, como en esta Divina Pastora, que es un escultor de volúmenes solemnes, de colores gratos, de arabescos y flores incorporadas que sorprenden por su adaptación a la imagen tridimensional. La Divina Pastora de esta Pinacoteca es eminentemente terrenal, pensativa, protectora y sobre todo dispuesta a dar su amor maternal, incorporando a la misma pieza o tronco elementos como ovejas, vestidos, actitudes que crean entornos escenográficos precisos.

COROMOTO RODRÍGUEZ. Estado Aragua, 1950. Pintora popular.

Existe en esta artista popular el convencimiento de una empecinada devoción mariana, enriquecida por su vocación en los mitos y leyendas del pueblo indígena venezolano, sólo que esta obra de la Divina Pastora refleja su particular fervor por la Virgen, expresada por la vía de un cromatismo alegre e inusual que aporta un rostro radiante, un cuerpo exuberante y cuyo fondo lo conforma un pez como máximo representante de la iconografía cristiana, en tanto los ángeles se diluyen solapadamente. Todo ello aporta la idea de felicidad, de claridad meridiana en cuanto a la concepción del arte. Rodríguez por demás tiene la concepción internalizada del trópico y una gran militancia en cuanto a lo popular, a su admiración por un mundo quizás perdido pero bondadoso.

HÉCTOR RODRÍGUEZ. Barquisimeto, 1970. Pintor egresado de la Escuela de Artes Plásticas “Martín Tovar y Tovar”. Este pintor es eminentemente un paisajista, forjado dentro de la Escuela tradicional larense. Rodríguez es un visitante acérrimo de pueblitos y rinconcitos larenses. Ahora acude a una versión telúrica y pueblerina de la Divina Pastora, desde Santa Rosa. Su Divina Pastora conserva gracia y lozanía, cromatismo alegre y es indudable un espíritu de recogimiento, de paz alegre en su obra, rodada del gran Valle del Turbio, como aposento idílico de la Reina. Por ella se pasea además el espíritu de la quietud respetuosa desde la imagen de la Virgen Madre

MARÍA ELENA ROJAS (Caracas, 1950). Pintora egresada de la Escuela de Artes Plásticas “Martín Tovar y Tovar”, de Barquisimeto. Rojas tiene cerca de 20 años estudiando la fisonomía de la ciudad, la manera en cómo la ciudad se transforma a partir de la mirada, cercana o lejana. Aunque esta vez se trata de una investigación desde la vista del Gran Valle del Turbio. Rojas las plantea como obras eminentemente abstractas con sus transparencias, apariciones, desapariciones, transformaciones dentro de la misma tela. Las ciudades de Rojas tienen rostros invisibles, caminan al compás de posibles progresos o enajenaciones desde ella misma. Es una ciudad en términos genéricos y reales, ahora compenetrada con la Divina Pastora, en tanto guía espiritual. La Virgen, en una especie de ritual mágico, llena la ciudad desde su recorrido; su presencia es completa, dinámica, envolvente, cuando Barquisimeto toma otro matiz, otra cara; un espíritu religioso acompaña la obra, al lado de los crepúsculos y de la luz que desde ellos se impregna en las atmósferas del cuadro. “Recorriendo la Ciudad”, título de la obra, representa el paisaje en sí, el paisaje del Turbio, desde el urbanismo, que nos lleva a la horizontalidad, a partir de planos imaginarios.

MARIANA SELLANES (San José de Mayo, Uruguay, 1965). Pintora, muralista y diseñadora popular quien vive en Venezuela desde 1978, de una larga y fructífera trayectoria en la ciudad de Barquisimeto y con dos murales emblemáticos en la misma como lo son el de la Divina Pastora y el de Pedro Fuentes, cercano al aeropuerto, éste último. Mariana Sellanes se ha distinguido por ser una pintora de colores bellos e irreverentes y en esta oportunidad nos brinda una Divina Pastora que tiene que ver con lo intimo, con la cotidianidad de crear hijos, en el sentido literal de la palabra, de arrullarlos, de amamantarlos y conducir sus primeros logros cuando todavía, por ejemplo, no pueden emitir una palabra sino gestos de alegría y mansedumbre. Es una Divina Pastora que mira al espectador mientras que amamanta al Niño Jesús, en tanto las ovejas, como representaciones del pueblo, observan curiosas y meditabundas.

NILDHE SILVA (Barquisimeto, 1970). Pintora, diseñadora, cuenta cuentos, trabajadora cultural, poetisa, licenciada en letras. Esta artista tiene la particularidad de ser polifacética al poder abordar toda una serie de manifestaciones y expresiones de la cultura. Sus inicios en la pintura datan de unos 20 años atrás aunque profesionalmente tiene menos tiempo, pero es indudable en ella una filiación con el trópico, con lo exuberante, con la alegría y en este caso hay una filiación intima con la Divina Pastora, desde cuando era una niña y la llevaban a Santa Rosa, pudiendo identificar a la Virgen, con las múltiples y dinámicas palomas existentes otrora en la Plaza de Santa Rosa. Esa imagen pervivió en su vida como recuerdo y es la que ahora nos presenta, llena de vitalidad y de alegría, al colocar a las palomas, ahora impregnadas de cromatismos particulares, desde su óptica, para inferirle a la obra, un sentido memorioso, lúdico y sobre todo de fe popular, de vigor y valor en la vida.

VÍCTOR URDANETA. Barquisimeto, 1960. Estudia en la Escuela de Artes Plásticas “Martín Tovar y Tovar”. Se ha destacado sobre todo como un excelente acuarelista. Su inclinación en esta Divina Pastora tiene que ver con los temas románticos e idílicos, sobre todo del Siglo XVIII, pero contextualizada dentro de nuestra contemporaneidad y entorno venezolano y larense. Se trata de una Divina Pastora inmersa dentro de un bosque mágico y divino, custodiada por los ángeles, como una reina majestuosa. Llama la atención en esta obra lo frondoso, lo rico de la vegetación, siempre romántica. En la imagen de Urdaneta pervive un sentido metafórico, paradisíaco como entorno de la Virgen.

AL VANEGAS. Cabimas, 1953. Estudia en la Escuela de Artes Plásticas “Martín Tovar y Tovar”. Vive en el Estado Lara, desde los años setenta. Vanegas es un artista de la materia y su filiación se nos antoja más hacia la abstracción, lo que no quiere decir que no aborde lo figurativo, lo emblemático, como es el caso de esta Divina Pastora “de todos los días”. Vanegas es un investigador de minerales, de materiales orgánicos e inorgánicos, encontrados en la naturaleza, de manera que su concepción del arte se hace ecologista, ambientalista, siendo lo más importante el mensaje a través de esa organicidad planteada, donde el dibujo es hecho con el material mismo, para convertirse en pintura, en rasgos que se hacen camino a la figuración. Vanegas se alía a los ocres, a los sepias, a los marrones para hacer una Divina Pastora telúrica y parcialmente enclavada en el espacio terrenal.

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