Opinión Nacional

Memorias, cuentas y otras falsedades

Molesto porque las amas de casa lo llevan coleado con sus protestas en todos los mercados, calles y camioneticas,   debido a los altos precios de todo lo comestible y usable en Venezuela,  ya que se ven castigadas por  los efectos de una de las inflaciones mayores del mundo,  el ministro Giordani ha dado con una solución sensacional para que nadie hable mal de sus planes ni lo sigan fastidiando con los resultados de sus nefastas políticas. Un poco vieja sí, porque es lo mismo que se le ha ocurrido a todos los jerarcas que no quieren que les repliquen. Propuso en la AN, durante la presentación de su Memoria y Cuenta, matar al mensajero, al anunciar que  hay “socializar” todos los medios de comunicación.

Por supuesto, no quiere oir  señalamientos como que han fracasado sus proyectos: el eje Orinoco Apure, los saraos y los saraítos,  para no hablar de ridiculeces como los huertos urbanos, los gallineros verticales y otras apuestas exóticas, como el control de la inflación venezolana.

 Lo mejor que puede pasar en su criterio, es que todo el mundo se calle. El piensa que con cerrar los  medios basta.

No se preocupe ministro, que las amas de casa no necesitamos periódico para hablar mal de usted  y del gobierno. Habrá que cortarnos la lengua, lo que pasa es que además entendemos que debemos defender con uñas y dientes, un derecho humano que se llama libertad de información y de expresión.

Así que defendemos a los periódicos por principio, como también a la TV , las radios,  al Twitter y al Facebook.

Cuando un aguacate grande deje de costar 72 bolívares, es decir el doble de lo que gana diariamente una persona con salario mínimo, podemos conceder  que estamos exagerando.

Cuando el cuaderno de un muchacho deje de costar  lo que equivale al salario mínimo diario, hablaremos de exageraciones, ministro.

Cuando la gente enferma  no tenga que escoger entre comprarse  la medicina y comer , entonces aceptaremos que mentimos.

Qué cansancio oirlo a usted y a todos los sus compañeros  del área económica hablar como  si  no existieran  los altos precios, los asesinatos  y la escasez. Los  sociólogos y los economistas tendrán que inventar una palabra para todo eso junto, tan  sesuda  o pertinente como hiperinflación, estanflación o como hambrazón.

Hay que ver como defienden ustedes su puesto. Aún no nos hemos olvidado del superfraude de Mercal, cuando miles  de kilos de comida se pudrieron ante la mirada indiferente de ustedes. Para colmo, bloquearon el caso en los tribunales. Nadie fue, nadie supo. Y ahora, ustedes, como que si no hubiese existido.

Los precios del petróleo suben y  el precio de la comida de nosotros también, en vez de ser mas barata. Y me disculpa la ignorancia, pero cuando pusieron en diciembre todo lo importable a 4,30 bolívares por dólar, a la mañana siguiente mi mercado dobló el costo.

Usted dice que son inventos de los periodistas. Cada vez que el ministro de Agricultura  Loyo manda a invadir una finca o una empresa productora, o desaparece el producto o sube de precio. También las dos cosas combinadas.

La leche, el azúcar, la harina precocida, las sardinas, las frutas, las vegetales, los pañales, las toallas, el papel toilette, las servilletas. Todo se desaparece o su valor se triplica.

Ya entendimos que políticamente hablando es  incorrecto que los productores venezolanos tengan éxito, hay que acabarlos a todos porque son escuálidos. Hay que traer todo de fuera. Si es mas costoso, no importa. Lo que importa es guardarle las espaldas a ustedes. Hay que tener un cargo en la revolución al costo que sea. La producción debe estar toda en manos de los  bolivarianos, no importa que no produzcan, con tal  de que  todas las empresas sean rojas rojitas.

¿Sabe que lo que las amas de casa  no entienden de cifras, pero sí que es lo que tienen que hacer cada vez que ustedes acaban con algo? No sabremos de porcentajes, pero cada vez que ocupan un central azucarero, una fábrica de leche, una  torrefactora, una hacienda productora de plátanos, sabemos que hay que ir a comprar ya lo que queda antes de que se acabe. Eso se llama inducción al acaparamiento y es algo que  se aprende en este gobierno rapidito. Dígame que no tengo razón.

Y por último, en lo que sí  son maestros es en la producción de fastidio. Que Memorias y Cuentas mas fastidiosas, mentirosas y  largas…

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