El Editorial

¿La abstención deslegitima?

De nuevo arremete la idea de que la mejor fórmula para combatir al gobierno es la deslegitimación expresada a través de la abstención. Esta vez el adalid de esta percepción es Ramos Allup y lo que queda de AD. Esa bandera, asumida por el antiguo partido del pueblo, pretende aglutinar bajo su manto las diversas expresiones de esa manifestación política, que hasta ahora había sido el espacio sempiterno de Domingo Alberto Rangel, y mas recientemente de antiguos dirigentes de AD , COPEI. ¡Cosas veredes amigo Sancho! .

Ahora bien como puede explicarse el éxito de esa fórmula si no logró, a pesar de la inmensa abstención en las pasadas elecciones parlamentarias, hacer que el régimen perdiese legitimidad y mucho menos gobernabilidad. Cómo puede entenderse que la abstención sea válida ahora para las elecciones presidenciales y no lo fue en las recientísimas elecciones de alcaldes.

En el contexto internacional actual lo que ocurra con la abstención en Venezuela tendrá poca relevancia, mucho más si lo mas probable es que las elecciones presidenciales concitarán una participación mucho mayor de la que acudió a las elecciones parlamentarias .

No creemos que la abstención sea la mejor manera de combatir el autoritarismo y unificar la resistencia del país frente a un gobierno de tendencia totalitaria. Creemos que el combate se libra en la calle, con ideas, con propuestas de cambio, y con esperanza. Como bien dijo el dirigente adeco Marquina, Rómulo Gallegos fue lanzado a la carrera electoral en 1941 con la plena consciencia de que su gesto era un símbolo de resistencia democrática, pocos años después el símbolo se convirtió en realidad. Algo sabían de la lucha democrática, Betancourt, Leoni y Barrios, ciertamente el tiempo les dio la razón.

En este momento de nuestra vida política sólo sirve construir la unidad en torno a la lucha por la libertad, por mantener la voz de alerta frente a las desviaciones totalitarias y ser consecuentes con el espíritu de la democracia que es participar a pesar de todos los pesares. Nos preguntamos ¿Acaso las condiciones eran más transparente cuando Pérez Jiménez impuso su plebiscito en 1957?¿ Tuvo acaso algún sentido llamar a la abstención en 1953? La historia no se repite pero si no aprendemos de los errores del pasado estamos condenándonos a volver a tropezar con la misma piedra.

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