Opinión Nacional

Un acto de vandalismo imperdonable

Lo ocurrido el fin de semana pasado en la sinagoga de Caracas no merece otros calificativos que los de vandalismo, barbarie, salvajismo, llevado a cabo por un grupo de inadaptados, sanguinarios e impíos.

Los venezolanos, que somos en mayoría católicos, siempre hemos tenido un elevado respeto hacia todas las demás religiones, particularmente la judía y la musulmana. Estoy seguro de que la totalidad de los venezolanos, de cualquiera de las religiones que existen en el país, y me atrevo a incluir a los compatriotas que profesan la fe musulmana, reprueban ese repugnante acto de salvajismo perpetrado contra el templo judío de Caracas.

Nunca en nuestro país había ocurrido algo semejante. La saña, el odio, que se aprecia en la manera como se llevó a cabo la profanación de la Sinagoga, no tiene precedentes en Venezuela y es sólo comparable con lo que ocurrió en Europa bajo el imperio del nazi-fascismo.

No quiero pensar que algún funcionario del Gobierno haya ordenado esa abominable e infame acción. Pero no cabe duda de que como dice el comunicado de la Confederación de Asociaciones Israelitas de Venezuela, ese crimen es «producto del clima antijudío que se ha desatado en Venezuela como consecuencia del discurso incitador al odio del gobierno nacional».

Fue sólo el domingo pasado por la tarde cuando el teniente coronel presidente se dignó condenar el ataque a la Sinagoga, pero como era de esperarse, no perdió la oportunidad para tratar de explotar electoralmente este lamentable suceso. Empleando su consabida táctica del espejo para atribuir a otros lo que hacen sus huestes, acusó a la «oligarquía» de «tratar de ensombrecer la próxima victoria popular el 15 de febrero». Según él «hay que preguntarse ¿a quién favorece la violencia?».

¿Acaso no es, precisamente, el lenguaje violento y agresivo del teniente coronel presidente, del canciller Nicolás Maduro, del ministro del Interior y Justicia Tarek el Aisami y de muchos pseudoparlamentarios de la Asamblea Nacional lo que seguramente sirvió de estímulo para que los mismos antisociales sociales fanáticos que ha venido utilizando y financiando el Gobierno para agredir a la disidencia llevaran a cabo esa atrocidad?

Entonces, ¿de dónde proviene y a quién es que favorece la violencia?
De nada valen las declaraciones y los golpes de pecho del teniente coronel presidente, de Maduro o del ministro de Información reprobando lo ocurrido cuando sabemos que son palabras huecas, declaraciones para la galería, que sólo pretenden ocultar el rubor que les causa constatar el salvajismo de sus propios agentes encubiertos de la violencia y el odio.

Como dice el comunicado de la Confederación de Asociaciones Israelitas de Venezuela: «Este acto vandálico llevado a cabo en Shabat, el día más sagrado del culto judío, constituye un hecho condenable y sin precedentes en la historia de nuestro país y ofende profundamente a todos los judíos radicados en Venezuela». Por eso lo condenamos y agrego que no es solamente a los judíos radicados en Venezuela a quienes ofende ese acto, sino a todos los venezolanos, sin distinción de credo religioso, que admiramos al pueblo judío por el valor, la tenacidad y la perseverancia con que ha afrontado todas las adversidades que le ha deparado su historia y su existencia como Estado libre y soberano.

www.adolfotaylhardat.net

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