Opinión Nacional

Unidad, unidad, unidad, que es la única fórmula posible

¿Es posible derrotar a Chávez en noviembre del 2008? Sí. Claro que es posible, pero no es fácil. No hay que cegarse ni esconderse de la realidad: Chávez tiene aún mucha fuerza, mucho pueblo. ¿Pueblo engañado? En buena parte sí, hay que entenderlo y aceptarlo, pero también hay que hacer un esfuerzo y tratar de analizar fríamente los porqués de ese engaño. Ese engaño es fruto del desengaño causado por la mayoría de los dirigentes de AD, Copei y el MAS entre 1968 y 1998. En esas elecciones, las de 1998, surgió la alternativa de un hombre nuevo, desenfadado, que enfrentaba con desparpajo a los solemnes señorones que tenían treinta años engañando a los electores. Que tenían treinta años haciendo promesas que nunca cumplían. Que vivían como reyes en un país habitado por una mayoría de gentes sin horizontes posibles. Llegó aquel hombre y prometió villas y castillos, y habló de revolución, y, sobre todo, hizo muy buenos diagnósticos de lo que estaba pasando. Lo malo, pero eso no podía saberlo nadie hace diez años, es que sus remedios han sido peores que las enfermedades que debían curar. La deshonestidad, la corrupción y la ineficiencia, lejos de desaparecer, han aumentado, y cada día hay más pobreza en el país, o, peor aún: cada día hay más diferencia entre los ricos y los pobres. ¿Cómo es que los pobres no se han dado cuenta de que han sido utilizados y engañados? Los inmensos recursos del Estado, usados sin escrúpulos, han permitido una enorme campaña de propaganda, que ha logrado mantener muchos ojos cerrados. Aquello de que el Presidente está engañado, nadie le dice la verdad, no sabe que su pobre gente está sufriendo a pesar de sus buenas intenciones, ha sido un notable freno para que todo el mundo se de cuenta de la verdad. Y, para colmo, los que engañaron durante tanto tiempo, en vez de reconocer sus culpas y dejar el patio, amenazan con volver. Y si vuelven, será a robar y engañar como siempre, ése es el mensaje que los engañados de ahora reciben día a día. La oferta de la oposición no parece coherente, está viciada de pasado y no ofrece porvenir. Es un círculo vicioso. Pero los círculos viciosos no son irrompibles, y por un flanco hay que entrarle al que atasca la vida política en 2008. Y ese flanco es la Unidad. Dejar de lado los intereses mezquinos y aceptar a quienes en condiciones normales podrían parecer rechazables. En el camino se enderezarán las cargas, pero hay que llegar al camino. Y al camino sólo se entra aceptando la Unidad. Posponiendo por diez años los pleitos y las diferencias. Unidad, unidad, que es la única fórmula posible.

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