Opinión Nacional

Despierta el gigante de flor en mano

Regreso, luego de un largo silencio por estar dedicada de lleno a la
pintura, para opinar sobre la situación actual que estamos viviendo con el
despertar de nuestros jóvenes, a quienes felicito y admiro por estar donde
quieren estar.

¿Qué puedo decirles? El despertar de los jóvenes no me sorprendió. Desde
hace mucho tiempo afirmaba que teníamos una hermosa juventud y ante la
opinión de algunos que se trataba de una generación boba, siempre los
defendí al considerar que más que boba, eran una generación inteligente.

¿Por qué? Porque vivían su vida, la que les tocó vivir, eran felices y no
tenían que buscar motivos para amargársela y esto, en silencio les permitió
observar y percibir, las fortalezas y las debilidades que rodearon aquella
vida que disfrutaban y que aprendieron a valorar. Gracias a Dios, durante
ese tiempo, antes de frustrarse por ideas impuestas, crearon las suyas;
antes de internarse en una montaña recorrieron sus playas, sus calles, sus
comunidades; antes de perder su juventud y sus sueños, visualizaron su
futuro; antes de confundirse con tantas teorías externas, escribieron las
propias y esto les permitió desarrollar confianza y credibilidad.

Porque cuando se es joven para poder descubrir la verdad con transparencia,
primero hay que conocerse a sí mismo para entender y conocer a los demás y
saber diferenciar las realidades por las cuales hay que luchar. Es necesario
quemar etapas poco a poco para saber a tiempo cuándo comenzar a andar, eso
es como el niño que demora en gatear y a la final tiene problemas para
caminar. Esta juventud tuvo su tiempo y aprendió a gatear y con madurez
comenzó a andar.

Por eso pienso que quiénes en algún momento de sus vidas se aprovechan de
esa pureza de la adolescencia y la juventud luego cargan con una deuda
encima, salvo que logren descubrirse a sí mismos y decidan luchar para que a
otros no les toque vivir lo que a ellos les tocó sufrir. Es grave el
resentimiento y las ganas de vengarse de las deudas que se tienen con la
vida, porque emerge el odio y la rabia.

Y quien trate de orientar, con estas emociones a flor de piel, hace que
otros pierdan su felicidad a cambio de su propia satisfacción. Esos
personajes no aplican como mentores.

Por eso admiro a esta juventud y les creo cuando dicen que quieren la
conciliación, el encuentro, la libertad y la paz. Este gigante que
aparentemente se encontraba dormido estaba totalmente vivo, creciendo poco a
poco, oyendo discretamente y observando inteligentemente la experiencia
transmitida por sus padres, sus comunidades y sus colegios, experiencias que
en su tiempo algunas fueron hermosas y otras tristes.

Hubo quienes superaron los errores otros se quedaron con sus amarguras.

Estas emociones influyeron en esa enseñanza que los jóvenes recibieron, pero
al estar en
silencio observando, detectaron rápidamente quiénes les hablaban con la
verdad y quiénes con el resentimiento.

Ellos han convivido día a día con el respeto y la intolerancia, el amor y el
odio, la paz y la violencia. Pienso que todas estas realidades transmitidas,
les ha permitido ser auténticos y es por eso que hoy se sienten seguros de
sí mismos y están claros de lo que quieren.

Saben quiénes son, cuáles son sus sentimientos (porque desde pequeños les
enseñaron a expresarlos y están cansados de los mensajes ofensivos. Se dan
cuenta de quienes progresaron y quienes no); quieren pasar a ser
protagonistas de una nueva historia (porque se formaron para ser alguien en
la vida, con su nombre y apellido, con su alma y su corazón, su cerebro y su
razón); ellos escogen sus amores (aman la vida y escogen sus juguetes, sus
mascotas, sus parejas, sus paisajes, sus deportes, sus carreras, sus sueños,
su país y son dueños de sus pensamientos).

Tienen sus propias experiencias y quieren compartirlas, se sienten felices
de no haber derramado sangre y de haber vivido plenamente y como tal quieren
seguir haciéndolo. Y a partir de esta vivencia, al fin construir sin
rencor, ni remordimientos lo que en susurros sus padres, maestros,
antepasados y cualquier ser humano pide y pareciera que hasta ahora nadie ha
podido definir.

Es hora de darles esa oportunidad, sin cortarles las alas con mensajes
típicos, como la utopía, el facilismo, la vida vacía y muchos otros mas, por
tan solo estar en la búsqueda de la felicidad. Es bueno recordar que al
final quienes no encuentran en el camino esa felicidad, luego se arrepienten
por haberse equivocado y haber desperdiciado la ocasión que la vida muchas
veces les brindó…

Basta de discursos, basta del mensaje: «hay que sufrir para surgir.» Todos
han nacido y tienen un compromiso con la vida y por eso la idea de la
muerte no va para esta juventud. Ellos están dispuestos a luchar por este
país, de una forma distinta a como lo hicieron los demás. Y así dar la
lección que en algún momento de nuestra historia alguien debió proponer,
jugar a la verdadera unión, a la igualdad, a la vida y al respeto. Para que
exista una agenda transparente que pueda debatirse y les permita llegar a
conclusiones concretas que beneficien a toda la comunidad

Es preferible dejarlos y que sean ellos que lleguen a acuerdos sin odios y
sin historias que hasta ahora atormentan. Este movimiento no surge de ayer
para hoy, ellos estaban creciendo y han aprendido a ser diferentes.

Revisemos y analicemos sus discursos y sus debates cuando no son
manipulados, para ser responsables y no contaminar con veneno una flor que
esta en pleno crecimiento, porque como siempre vendrán los arrepentimientos.

Es bueno recordar que serán estos jóvenes quienes levantarán este país, como
líderes auténticos y no serán ellos los que precisamente van a juzgar por
respeto a quienes cambiaron sus zapatos por pantuflas y ahora caminan
mirando al piso y no al horizonte

como cuando eran jóvenes, porque una vez más, algunos de ellos no todos,
tienen temor a caerse.

Es inteligente ver, escuchar y hablar. Por eso admiro a quienes antes
erraron y hoy responsablemente no callan y alzan su voz sin resentimiento. A
esa generación del pasado y a esta generación del momento, aún se está a
tiempo de construir ese mundo feliz (al que muchos le tienen miedo) pero en
el fondo desean vivirlo. Tanto se ha escrito, tanto se ha leído pero nadie
ha sabido resumir.

Señores, señoras, lean los mensajes creativos de esta juventud que solo
quieren algo tan sencillo como vivir en paz ¿Es muy difícil acompañarlos y
apoyarlos a construir el nuevo camino?

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