Opinión Nacional

La ranchificación del país

Los decretos de expropiación de los campos de golf en Caracas consolidarán el proceso de ranchificación de la capital. Pareciera que se quiere acabar con lo poco bonito que queda en la ciudad. No se ha pensado en el caos urbanístico y de vialidad que estas viviendas causarían a las zonas de Chacao, Baruta y El Hatillo, como tampoco en la necesidad de mantener esos pulmones vegetales en una ciudad que se ahoga en su propia contaminación. La ecuación de política más odio no tiene otro resultado que destrucción.

Toda capital del mundo civilizado, toda ciudad importante, toda urbe de interés, tiene hermosos paseos, jardines y parques que con orgullo enseñan a visitantes y turistas extranjeros. Uno de los paseos obligados a quienes visitan por primera vez Ciudad de México, por ejemplo, es a la zona de San Ángel, donde se encuentran las mansiones de los multimillonarios mexicanos de principios y mediados del siglo XX. Los guías las muestran con orgullo, sin complejos ni resentimientos. Nadie ha pensado en tumbar las casas, ni construir en sus muy espaciosos jardines viviendas para la clase media. Y eso que Ciudad de México es una ciudad de veinte millones de habitantes, las cuatro quintas partes de la población de Venezuela, donde ciertamente hay muchos problemas y mucha pobreza, pero también mucha conciencia de la historia y de las tradiciones.

No sorprende la decisión si pensamos que proviene de quienes creen que el futuro se construye a punta de conucos en platabandas y gallineros verticales, invasión de propiedades privadas, cartas agrarias que no consagran el derecho de propiedad de los campesinos, rutas de empanadas y otras rutas similares.

En estos momentos en los que el Presidente se pasea por medio mundo, con pretensiones de líder de potencia mundial, haciendo lobby para que Venezuela una vez más integre el Consejo de Seguridad de la ONU, cabe preguntarse qué tipo de potencia somos, ¿potencia petrolera?, si a diario compatriotas caen como barajitas a manos del hampa, los enfermos hacen cola de meses para ser atendidos en los hospitales públicos, nuestros niños y jóvenes reciben una educación de mediocre a mala en escuelas y liceos y de paso se juega con las ilusiones de muchos estudiantes rezagados, nuestras ciudades están desvalijadas, llenas de huecos y basura, uno encuentra mendigos de todas las edades en cada esquina y así ad infinitum. En lo que sí somos una potencia es en producir disparates.

La verdadera revolución debería ser unir esfuerzos, dirigir recursos y reclutar expertos para acabar con el cinturón de ranchos que rodea Caracas y otras ciudades venezolanas. En vez, se está haciendo del país un gran rancho. Hoy son los campos de golf, mañana será el Ávila, y quién sabe qué pasará pasado mañana, si no actuamos todos en conjunto para detener el retroceso y los abusos de poder.

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