Caracas desde otra perspectiva
En mis múltiples viajes a Caracas, siempre me preguntaba en cómo se vería la ciudad desde esas cuantiosas y agrupadas comunidades, a las cuales podía fácilmente asociar con los pesebres navideños, pero en tamaño real y de origen venezolano. Una curiosidad que fue saciada recientemente y que al mismo tiempo causó impacto en mí, por la vista fenomenal que allí se puede apreciar.
Un momento en el que te olvidas del número de escalones que subiste y del cansancio que posiblemente pudo haberte causado dicho trayecto.
De noche, parece una alfombra de constelaciones, pues miles de faroles alumbran el cuadro. Una imagen un poco similar a las del espacio, capturando las infinitas estrellas que habitan en el universo. Nunca antes había visto tantos bombillos encendidos al mismo tiempo y en medio de la oscuridad.
De día la escena dibuja El Ávila con sus brazos extendidos y arropando a la ciudad, que apenas acaba de despertar. El cielo comienza a mostrar algunos tonos color rosa y naranja, lo que anuncia que pronto el sol hará su entrada triunfal. Las cientos de lucecitas en las comunidades también brillan con luz propia, lo mismo que hacen los faroles de la Autopista principal.
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