¿Año electoral?
– ¿Cómo es eso quiquestamos en año electoral?
– Ah, pues, Malola… Elecciones en diciembre.
– ¿Pero elecciones de qué?
– De presidente.
– ¿¡Ya!? ¡No puede ser!
– Tú ni pendiente, ¿no?
– ¡Yo sí! ¡Si a mí se me han ido todos estos años votando! ¡A perdedor! ¡Equivocada! ¡Cruzado! ¡Nulo! ¡En contra, jamás! Pero que conste que yo he votado…
– …y no sabes que estamos en año electoral.
– ¡Ay, ¿pero quién va a seguir con esa votadera?! Yo me desconecté cuando comenzó la temporada de béisbol y me uniformé con mi franela de los Caribes. Luego me vi la final con los gloriosos Leones del señor Cisneros y de la cocacola y de directiví. ¡Obvio que yo iba a los Tigres de Aragua!… Después me pegué la Serie del Caribe y me estaba preparando para el Mundial de Béisbol, en donde desde ya te informo: voy por Cuba y…
– ¡¡¡¿No vas a ir por Venezuela?!!!
– No, porque por más bate quebrao que haya en ese Mundial, Venezuela no va a poder con Cuba… ¿no ves que en nuestro equipo van magallaneros y ellos están empavadísimos desde hace ufff? Además, yo quiero ver la final entre Cuba y los EéUúss.
– ¿Y tú crees que Cuba les va a ganar a los gringos?
– No. Pero igualito cada jugador antillano va a recibir su “green card” y, tú sabes, que si el “American Dream” y “God Bless America”; y todos terminarán arropados con la bandera estadounidense y cantando: “O’er the land of the freeeee and the home of the brave”. ¡Y después van a hacer la película! ¡“The Movie”! Y yo anticipándome a eso, cuando –zasss-, me agarran fuera de base y me ponen las Olimpíadas Invernales desde Turín. Y dígame el profesor Robert Rodríguez, el que dice: “Bienvenidos a la Noble Agonística del Deporte”, que da clases de todo: ¡de esquí, de física, de hidratación, de idiomas, de pleonasmos y de pescado frito! Y menos mal que se queda calladito cuando hay música y patinadores haciendo piruetas.
– Ajá. ¿Y nuestras elecciones en diciembre?
– Nunununu, si primero viene la Fórmula 1 y yo quiero ver si es verdad que la Ferrari presenta un mejor carrito, porque el del 2005 daba pena ajena; y si Rubinho, en su nueva escudería, se libera de la sombra de Schumi para siempre; y si, por fin, Kimi gana el campeonato o si Alonso repite, aunque se va de la Renault; y si voy a seguir teniendo fantasías eróticas con Juan Pablo Montoya, que está como le da la gana. ¡Sosístá bello!
– ¿Y las elecciones?
– Antes: ¡¡¡Mundial de Fútbol!!! ¡Y yo voy por Brasil. ¡Que viva la “Verde-Amarela de meu coração”! Y si pasan golf, no me pierdo a Tiger Woods, que, afortunadamente, ya no escupe tras los swings.
– Presumo que tú no vas a ir a votar.
– Ay, no sé, hay mucho deporte y mucho circo. Y yo no veo ningún candidato. Y total, si ya uno sabe que esto está ganado o está perdido… según tú lo quieras ver.
– Malola, así no se construye un país…
– ¡Pero si esto no es un país! ¡Esto es un paisaje! ¡Un acuarela y le cae una lluviecita y se chorrea la pintura! ¡Si de aquí a unos cuantos siglos no va a haber nada! Y llegarán unos extraterrestres y verán una llanura, un desierto, un peladero… y un viaducto fracturado (¡y qué Stonehenge ni qué Stonehenge!), y arriba, en una barandita partida, una cucaracha se privará de la risa. Y los galácticos deducirán: “Aquí se extinguió una cultura que le rendía tributo e idolatraba al animal más resistente del planeta”. ¿Y tú quieres que yo vaya a votar?