Opinión Nacional

¿Para qué sirven las encuestas?

Alguien me envió copia de un artículo publicado en la prensa, cuyo autor es José Vicente León, titulado ¿Sabes cuándo Aprendiz?. Nos imaginamos que le escribe a un aprendiz de encuestador o usuario político de las encuestas. En él, reflexiona así: «Si como analista me dejara llevar por lo que veo en mi círculo personal, mi conclusión podría parecerse a la de algunos analistas tradicionales, sesgados por sus deseos y sentimientos personales. Claro, la ventaja es que terminaría escribiendo lo que muchos de mis lectores anhelan leer y mis predicciones tendrían un final tan estimulante como el de la ‘Sociedad de los Poetas Muertos’: ovación cinematográfica, parada en pupitre, incluida».

Más adelante expresa y, entendemos su preocupación: «Pero trabajar en una encuestadora, nos somete a la terrible tortura de recibir de primera fuente el crudo resultado de un termómetro que mide la fiebre ahí, precisamente donde nuestros amigos no entran, donde, por miedo razonable, no dejamos que nuestros hijos caminen, donde mis alumnos no viven, ni patean la vereda para hacer negocios. Ahí donde vive gente buena, pero también el hambre, la pobreza, las moscas, los azotes de barrio, los cobradores de peaje y la podredumbre. Donde los niños tienen barriga de tantas lombrices, donde el basurero puede ser tan importante para proveer comida como Mercal. Donde no se leen artículos de opinión, ni llega la internet. Ahí, donde está la Venezuela que no entendemos, esa que excluimos durante años porque ‘ojos que no ven, corazón que no siente’».

Como conclusión, que por su significado técnico la entendemos, expone: «Todas las encuestas muestran que el nivel de aceptación de Chávez, (70,5% a nivel nacional), se concentra precisamente en esos estratos pobres, que lo apoyan en más del 75%, mientras que el 70% de nosotros, en la otra parte de la pirámide, lo rechaza furibundamente. El asunto es que el mercado político chavista cuadruplica al limitado mercado privilegiado al que se ha esposado el liderazgo opositor, al eximirse, por miopía o incapacidad, de presentar propuestas, soluciones, ofertas creíbles o liderazgos atractivos para los más pobres».

Luego, como análisis, el articulista expresa su sentimiento de manera preocupante, siguiendo su dictado profesional: “El área de referencia de mis amigos se circunscribe a: 1) su propio análisis lógico, que indica que nadie en su sano juicio puede apoyar al esquizofrénico modelo chavista; 2) los grupos con quienes se reúnen cotidianamente en ghettos, levantados precisamente para no ver a nadie que no se parezca a ellos y 3) a los exóticos casos de gente «pobre» que usan como referencia para explicar el sentimiento de las masas más necesitadas: la señora de servicio de su casa u oficina, el bedel del colegio, el jardinero, el chofer y el mensajero. Es decir, pretenden interpretar el pensamiento de todos los pobres repitiendo la vieja técnica de llevar indios a las cortes europeas para que los nobles entendieran cómo eran y pensaban estos ‘extraños especímenes’.

Carajo, pero ¿será posible que sigamos con la imbecilidad de creer que se puede entender el sentimiento de las masas, sus necesidades y sus búsquedas a través de muestras sesgadas por nosotros mismos?, ¿no tenemos claro todavía que lo importante para nosotros, ni se parece a lo que le interesa a Yoleyda en Mamera?, es muy difícil darse cuenta que para el hambriento cualquiera que le venga a hablar de democracia está más perdido que el hijo de Lindbergh. ¡SIMPLISTA!, gritaría Carolina B…: ‘no ves que sin democracia no hay futuro’. ¡PENDEJA!, respondería Yoleyda: ‘no ves que tengo el estómago pegao al espinazo y sólo quiero a quien me tire algo de comer hoy y mañana querré a quien me lo eche mañana’.

¿Cuándo se acaba Chávez?, me preguntaste Aprendiz. Dime cuándo, tú y los nuestros enamorarán a Yoleyda… y te habrás respondido tú mismo esa interrogante crucial. Antes de eso, qué pena Aprendiz, pero ¡No va!»
Quienes no somos encuestadores, pero conocemos su significado, nos enfrentamos a dos posiciones prácticamente radicales. Una, que quiere dar a la encuesta un valor que no tiene y la otra, quien, conociendo lo interno de los encuestados, saca su conclusión, fría, como cualquier encuestador. No dudamos de la capacidad y tal vez, del real del sentir de León. Por ello, compartimos con la persona que nos envió el mensaje y lo califica de excelente autocrítica, el sentimiento de preocupación que se deriva del resultado y la misma autocrítica. Por ello, pensamos que, es cierto que es un artículo interesante, nos vemos obligados a responde con otra pegunta: ¿Para qué sirven las encuestas?.

Es evidente que su resultado siempre estará guiado por el universo que nos sirve la muestra y el interés del encuestador. En un mundo globalizado, siempre habrá un profesor y mil alumnos, un padre y varios hijos, un rico y muchos pobres, un encuestador y muchos encuestados, un dirigente y muchos dirigidos, un genio y muchos ignorantes, un trabajador y muchos vagos, un farsante y muchos engañados, un líder y muchos seguidores, un sacerdote y muchos feligreses, un primero y muchos segundones, y paremos de ejemplarizar. También es cierto que hay un ladrón y muchos robados, un demagogo y muchos incautos, un vivo y muchos tontos. Pero lo que más abunda son los flojos o perezosos intelectuales, que creen en pajaritos preñados, en las bondades del Mesías y en que existen poseedores de la verdad. Ellos, a quienes la frustración y la flojera los lleva a buscar la fórmula para ser genios de botella y ser ricos sin mucho esfuerzo. Por supuesto, una forma fácil es seguir al demagogo, que no lo es tanto por su inteligencia, sino porque sabe que lo seguirá una turba que trata de encontrar el dorado sin explorar el camino y un séquito, también de vivos, que se aprovecharán de este dictado.

Bien, las encuestas nos dicen lo que dice Luís Vicente León, pero nos preguntamos, ¿De qué nos sirven los resultados de las encuestas si no los aprovechamos para abrir la mente de todos estos seguidores del Mesías y hacemos el papel del maestro que enseña al alumno, o el padre que busca el provenir de sus hijos, descubriendo el engaño en que están envueltos, aprovechando las «ricas» bondades del que hoy les da de comer sin mucho esfuerzo, indicando la forma de encontrar y hacer útil el trabajo, que es la única forma conocida de crear riqueza sostenible para todos? No es malo, que si hoy somos pobres !que bueno sería ser ricos mañana!. Las encuestas nos dicen que, cuando la pobreza y la miseria aumentan en los pueblos, en igual proporción se incrementan los juegos de envite y azar. No hay dudas y bien lo saben los que hoy regentan el poder, que nuestro pueblo pobre, en gran proporción llena su kino. ¿No fue de esta manera como llegaron al poder? aprovechándose de esta enseñanza de las encuestas.

Concluyo. Las encuestas no deben servir sólo para darnos cifras frías, tal vez adversas. Ellas nos deben servir para conocer donde está el talón de Aquiles y actuar en consecuencia. El maestro, que es uno solo, enseña miles de alumnos y es buen maestro el que piensa que sus alumnos deben superarlo. El que no piense así, es un pobre maestro.

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