Opinión Nacional

Nido de Ratas

Dentro de la gran cinematografía del siglo 20 está “On The Waterfront”, donde deslumbró la gran capacidad dramática de Marlon Brando haciendo el papel de un trabajador portuario, quien en escena memorable le reclama a su hermano mafioso (Rod Steiger) el haberle truncado su carrera de boxeador cuando lo obligó a perder su gran pelea. Brando se roba la escena con un mínimo de palabras y un método gestual impactante donde exclama con la desesperación de su frustración: “Pude haber sido un campeón”. La película fue conocida en el mundo hispano-parlante como “Nido de Ratas”.

     Hoy en día, aquí en Venezuela, viendo la actuación de los muy diversos “frentes de combate” en que se ha convertido el gobierno chavista, la conducta de mafia se ha extendido hasta niveles tales que pasa por encima de todo saber acumulado por la criminología, como estudio científico del comportamiento criminal. Lo que vemos en el equipo oficialista, en la inmensa mayoría de sus partes integrantes, confirman las afirmaciones del padre de la criminología, Cesare Lombroso (1835-1909), quien postuló las primeras teorías del comportamiento criminal relacionándolas con las características físicas de los criminales, intentando explicar el crimen sistemáticamente, más allá de términos morales y sociales.

     La criminalización gubernamental quizás comenzó cuando Chávez justificó –rodeado de militares, al principio del régimen- el derecho a robar de quien no tiene. La lógica utilizada, además de ofender a la mínima inteligencia, delató la constitución de quien se formó como infiltrado y conspirador para luego insurgir, cobardemente, como golpista contra la democracia, iniciando así la cadena de muertos que exhibe su curriculum. Quienes no compartían tal raíz criminológica, se apartaron, mientras el improvisado ensayaba el abstencionismo, probaba otros enmascaramientos y finalmente se disfrazó de demócrata, llegando a la presidencia como error histórico de los venezolanos, quienes fueron cogidos por inocentes.

     Con Chávez en el poder, lentamente, con vaselina, el “proceso” ha venido evolucionando hasta constituirse en un perfecto caso o ejemplo del comportamiento criminal, tal como siguió avanzando la ciencia criminológica al pasar en el siglo 20 de las teorías biológicas de la criminalidad a los estudios de los defectos mentales, las relaciones entre personalidad y factores constitutivos, y las características genéticas de los transgresores (como el cromosoma extra).

     Cuando uno observa a las “grandes luminarias” que chapotean en el proscenio chavista, todos neófitos fieles al Principio de Peter, constata la relación lombrosiana (comportamiento criminal y características físicas) de la realidad criminológica que pretende embargarnos. ¿No es su comportamiento en cada uno de los escenarios donde les toca actuar similar al de las bandas de asaltantes ubicándose estratégicamente y armados hasta los dientes para dar el golpe mortal?

     El nido chavista –entiéndase aquellos que buscan secuestrar totalitariamente el poder- puede ser estudiado exclusivamente por los métodos que utiliza la criminología: estadísticas criminales, psicología del comportamiento criminal, crímenes de cuello blanco (fraudes económicos y violaciones de confianza) y la larga estela de crímenes sin victimarios. Lo que no debe olvidarse es que la materia subsiguiente de la criminología se llama penología.

     En Nido de Ratas, la película termina con un coñaceado y victimizado Marlon Brando como campeón que vuelve al trabajo, puntiagudo garfio en mano.

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