Opinión Nacional

A propósito del día del periodista un esbozo de la historia del Presbítero Antonio José Sucre y Alcalá…

“Poco a poco me fui dando cuenta de que Sucre no fue un sacerdote como todos. Su vida está colmada de azares y peripecias del mayor interés. Fue un personaje escapado de los Episodios Nacionales, que merecía ser descrito por la pluma de Galdós….” Esas palabras son del miembro más antiguo de la Academia Colombiana de Historia, Monseñor Mario Romero, quien escribió el libro “Las diabluras del arcediano”, publicada por la Academia de Historia de Venezuela.

(%=Image(4478729,»L»)%) Leyenda de foto 1: En este cuadro tenemos a Sucre cuando dirigía el seminario de Bogotá. En esa época, el sacerdote cumanés se consagró a la prensa política en Colombia.

Con su pluma polemizó contra El Tiempo de Bogotá…. Luchó contra Guzmán Blanco… Dirigió el decano de la prensa colombiano: El Catolicismo, pero con su carácter polémico se granjeó la enemistad de ilustres enemigos…

La referencia anterior describe al Presbítero Antonio José Sucre Alcalá (1831 – 1895), sobrino del Gran Mariscal de Ayacucho, quiEn tuvo una destacada participación en diversos eventos de la historia nacional e internacional, entre las que contamos su periplo por Colombia, Ecuador , Perú, Chile y Europa, donde plasmó diversos escritos periodísticos, específicamente bajo el género epistolar, y bajo su pluma polemizó con diversas personalidades, especialmente tomando como punto de referencia la defensa de la Iglesia Católica, donde destacamos dos puntos importantes, como lo son sus escritos en la defensa del clero venezolano contra el gobierno de Antonio Guzmán Blanco, y su rol en la política colombiana específicamente en la tribuna que le otorgó la función de Director de El Catolicismo, (fundado en 1849, y en 1859 el sacerdote asume su dirección).

Defensor del clero contra Guzmán Blanco

En cuanto al papel que le fungió como defensor del clero venezolano ante el gobierno de Antonio Guzmán Blanco tenemos el siguiente extracto de la epístola publicada el 15 de julio de 1871, en que critica al caudillo y a su gabinete, cuyo estilo queda patente el porque de la polémica que suscitaron sus escritos en cada país en que le tocó luchar “(Guzmán Blanco), El más hipócrita y execrable de los déspotas y perseguidores de la Iglesia de Dios, sus fechorías políticas, sus maldades, son la obra permanente de Lucifer ¿Por dónde comenzar y sobre quién detenerme entre esos demonios encarnados en vuestra persona y en las de vuestros ministros? Guzmán está poseído por el triple demonio del orgullo, de la ambición y de la venganza. Caraqueños sin entrañas, soldado de fortuna y estadista de ocasión, general de parada, militar de bufete. Diego Urbaneja, el ministro del interior, es la personificación de los pecados capitales; el ministro de la guerra Juan García alberga en el alma el doble demonio de voraz rapiña y de grosera orgía; el de relaciones exteriores y padre del Presidente, Antonio Leocadio Guzmán, es materialista, incrédulo, rencoroso, dogmático, tribuno corruptor y corrompido, para escalar el poder y vivir en las altas regiones cual sátrapa insolente y sabarita, el de Crédito Público, Pimentel y Roth, está poseído del demonio de la intemperancia, sacrílego ejecutor del decreto sobre censos; el de fomento, Martín Sanabria fue el famélico promulgador del robo oficial de los caudales de la Iglesia, tan joven por sus años y tan viejo por sus continuas y repugnantes metamorfosis”.

Sucre “tumba” un candidato
Consagrado como redactor principal de El Catolicismo, medio de comunicación dependiente del arzobispado de Bogotá, Sucre se incorporó de lleno en la política colombiana y el hecho de mayor trascendencia fue la de influir directamente en la elección del candidato conservador Julio Arboleda en desmedro del General Pedro Herrán, quien era originalmente el preferido por los miembros del partido conservador. Para ello, escribió un artículo en el medio de comunicación que él dirigía, donde hace un llamado público al apoyo de Arboleda el 11 de septiembre de 1860 (El Catolicismo, número 439). “La candidatura Arboleda satisface plenamente nuestros patrióticos deseos y desinteresadas aspiraciones. Y lo decimos sin temor de ser desmentidos y con la frente muy erguida: tales deseos y aspiraciones son de hombres consagrados al bien público y a la defensa de los augustos principios sobre que reposa el majestuoso edificio de la moral cristiana” (extracto).

Un testimonio 15 años después
El final de esa historia, del desplazamiento de Herrán por Arboleda, influyó en la dispersión de las fuerzas conservadoras, lo cual habría influido indirectamente en el triunfo de los liberales en la revolución de 1861 colocando fin al dominio conservador, y este hecho fue analizado 15 años después en una carta firmada por el Arzobispo de Bogotá, Vicente Arbeláez al Presecretario de la Sagrada Congregación de Negocios Eclesiásticos Extraordinarios, cuya descripción de los hechos sintetiza el papel del clero y la política en la contingencia colombiana y nos hace dimensionar con mayor exactitud la influencia de la opinión de Sucre, cuya muerte la fechamos un 17 de julio de 1895 en Babahoyo Ecuador (Estaba en aquel país en una visita enmarcada en el rescate de los restos de su tío el Gran Mariscal, los cuales por cierto oficialmente se da por descontado que están enterrados en Quito, pero que según diversos historiadores esta historia no sería cierta), siendo el fin de una vida dedicada a la promoción del ideario de la Iglesia “Antes del año de 1861, hasta cuya fecha se conservó en esta República el principio de legalidad en el gobierno, el clero tenía intervención directa en la política. El prestigio de su ministerio apoyaba a los gobernantes, y puede decirse que su influencia era tal, que sus candidatos eran los que ocupaban la silla presidencial y los elevados puestos de las cámaras legislativas de la nación y de los estados. Esta influencia que el clero ejerció, muy pronto se convirtió en un mal para la misma Iglesia, por haberse introducido en el clero el espíritu de división. El año de 1861 en que el gobierno luchaba con la revolución, y en el momento en que ésta tomaba mayores dimensiones, se publicaba en esta capital un periódico religioso, cuyo redactor principal era un canónigo de la catedral y cuyo título era El Catolicismo. En este periódico fue en donde apareció sustituida la candidatura del general Herrán, hermano del ilustrísimo señor arzobispo (candidatura que había sido en general aceptada), con la del señor Don Julio Arboleda. Al mismo tiempo, se publicó una circular apócrifa del ilustrísimo señor Arzobispo, en la cual decía que este cambio de candidatura se había hecho porque así convenía a los intereses de la Iglesia y de la religión. Este hecho que se atribuyó al clero, causó la división, el desaliento y puede decirse, contribuyó en mucho al triunfo de la revolución. Triunfante ésta, vinieron como era lógico, sus funestas consecuencias: Una cruel persecución contra los prelados y todo el clero, la incautación de los bienes eclesiásticos, la exclaustración de todas las comunidades religiosas de uno y otro sexo, y finalmente la sanción de una constitución atea, en la cual se consignaron todos los principios de la escuela liberal” (Capítulo Mártires de Ogaño en “Reminiscencias de Santa Fe y Bogotá”, páginas 277-278, José María Cordovez Moure).

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