Opinión Nacional

En respuesta a Susana Khalil

Simpática Susana Khalil en su discurso Los arios de religión Judía
publicado por mí vieja amiga ANALÍTICA recientemente. Simpática, pero
demasiado emocional, demasiado poco analítica. Demuestra pocos
conocimientos de Antropología cultural histórica. Demasiadas sus
preguntas y pocas sus respuestas apegadas a la neutralidad
intelectual, a la objetividad sin la cual no vemos el final túnel por
causa de las nubes de la obcecación y las lágrimas.

¿Es solo un
defecto latinoamericano? A punto de regresar a la patria de mi padre
Isaías, te leo en Analítica, que ya no me envía su carta semanal
cargada de noticias y críticas del quehacer nacional, siempre
histérico, siempre enervado. Sin darle la oportunidad al otro para que
se tropiece en la misma piedra por la cual se han dado en los dientes
otros aspirantes a césares eternos. Susanita, media venezolana y media
palestina, que es como ser nada, sin Patria ni nacionalidad. Hablando
de «su pueblo» con lo cual nos dice «No soy venezolana». Lo he
comprobado ya tantas veces: muy venezolanos allá, muy nacionales de
«afuera en la civilización o en el salvaje Medio oriente».

¿Era una novedad para los ignorantes saber que los semitas estamos
mezclados con los Arios (Godos o Caucásicos debería decirse) desde los
inicios mismos de la nación? ¿No era Abraham acaso un Arameo de Ur?
¿No hablaba en Gótico el tío Jacobo a Laban, hijo de Abraham cuando le
entregó los territorios ahora reclamados como suyos por los
Palestinos? (¡Aunque filólogos ignorantes siguen sosteniendo que el
Arameo era desde sus orígenes una lengua semita!) Los Palestinos
(Filistinos, menos viejos que nosotros) se reconocen descendientes de
Abraham, de modo que la llamada raza semita muy probablemente no solo
desciende de Sem, nieto de Noé, sino de los egipcios durante el
cautiverio.

Consecuentemente los Palestinos también son mestizos de
Arios, como que Godos fueron los primeros aquellos que fundaron
ciudades en la Anatolia, Mesopotamia y en la costa de Levante. Además
les he encontrado sospechosamente en los albores del Egipto
prefaraónico.

¿De cuando nace el odio de nuestros primos Palestinos para con
nosotros sus medio hermanos judíos? De las conquistas de David en el
último milenio antes de Jesús?
¿O del Nazismo, que ganó tantos simpatizantes entre los Palestinos y
árabes durante el Holocausto en Europa? Me sospecho que de este
último periodo, más que por causa de la partición de inglés Balfour.

Quienes claman y fomentan el odio a los judíos, olvidan – como
confirma Susanita – que el Estado Palestino no existía antes del
Retorno autorizado por la resolución de la ONU. De no existir Estado,
no había derecho ex juris a la posesión de las tierras, a menos que
esas tribus incivilizadas quisieran integrarse en el mundo civilizado
construido por los retornados. Pero no han querido, han combatido a
todo aquel que ha propuesto un Estado federado Judío-Palestino. Detrás
de este odio subyace esa demoníaca religión del falso profeta que
predica el odio al otro y no el amor incluso al enemigo como El Mesías
predicaba.

Cuando se proclama la Guerra santa Jihad en contra de
Israel «en represalia por las Cruzadas y por los sufrimientos del
pueblo palestino», se obvia decir que el Islam se ganó el odio de los
demás pueblos del mundo, desde que inició sus conquistas territoriales
en el año 632, invadiendo la India, para continuar en Persia-Irán dos
años después, España en el 711 y fracasar en Portier, Francia en el
siglo XV, después de lo cual fuimos todos expulsados por los
descendientes de los Celtas- Romanos-Godos, para siempre de España.

Estoy absolutamente convencido, quizá porque tengo parientes Medinas
tanto en Palestina como en Israel, que la solución del conflicto
aupado por los líderes interesados, (de esos que se guardan en banco
suizos los dineros de las ayudas internacionales para el pueblo
Palestino) pasa por el camino del diálogo entre primos-hermanos, a
quienes el tiempo hizo distintos y casi irreconocibles. Trágico,
¡primos hermanos que no se reconocen a sí mismos! Este diálogo ya ha
comenzado silenciosamente. Quieran o no los halcones y perros de la
guerra. Dentro de 500 años nuestros descendientes se preguntarán ¿Qué
tenían dentro de sus cabezas nuestros Palestinos y Judíos del siglo
21? Cuando esté en Caracas aceptaré Susanita tu invitación a iniciar
un diálogo venezolano, serio, franco, honesto que mire al futuro, en
lugar de enfangarse ahogándose en el pasado.

Antropólogo cultural
Especializado en lengua y culturas nórdicas
Universidad de Lund, Suecia

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