Opinión Nacional

El Nacional: Campaña sucia

Muchos de nuestros lectores han sido sorprendidos en las últimas semanas por una perversa campaña anónima llevada a cabo a través de Internet. Estos mensajes sin firma, lo cual equivale a una identificación de cobardía, tienen como objetivo atacar a El Nacional en su credibilidad y en el profesionalismo de sus periodistas, en la eficiencia de sus gerentes, y en la lealtad y vocación de trabajo de sus empleados y trabajadores. Cuestionan además la calidad ética de nuestros miembros de la junta directiva y también la de quienes tiene en sus manos la línea informativa y editorial, Miguel Henrique Otero y Simón Alberto Consalvi, personas de probada trayectoria crítica y opositora. Fuimos reticentes en un primer momento a contestar esas acusaciones anónimas porque no se justificaba darle eco a esa campaña sucia. Pero los atacantes, envalentonados por nuestra caballerosidad, volvieron a la carga y ahora sin caretas proponen un boicot contra El Nacional. Se les nota no sólo el propósito inicial de dañar la reputación del diario, sino el otro, el verdadero y real: hundirlo económicamente. Demuestran con esta actitud que son, a la vez, ignorantes de la historia contemporánea venezolana y que, además, desconocen nuestras victorias sobre otras intentonas de este tipo en el pasado. Debemos recordarles a quienes coinciden impúdicamente con el sector oficialista en su objetivo de perjudicar a El Nacional, que nuestra línea editorial desde 1943 siempre ha sido crítica con todos los gobiernos, y con sus programas y sus políticas si ellas fueren perjudiciales a los intereses de la nación. Se nos señala de tener entre nuestros accionistas al alcalde metropolitano Juan Barreto, y nosotros nos preguntamos por qué, si tienen pruebas de ello, no las dan a la publicidad. Lo cierto es que no lo tenemos como accionista, ni a ningún alto funcionario público ni a nadie que les represente. Se dice, incluso, que hubo una cena en París donde el alcalde Barreto habría acudido para festejar en compañía de Miguel Henrique Otero. Lo concreto es que el señor Barreto estaba ese día en un mitin en Catia, celebrando con su carnal Chávez. Y Miguel Henrique Otero disfrutaba sus merecidas vacaciones en un crucero por el mar Mediterráneo. Lo definitivo es que la familia Otero Castillo (Mariana y Miguel Henrique) mantiene la mayoría de acciones y, como es sabido, son dos accionistas honorables que no se prestan a maniobras mafiosas para engañar al país. El proceso de venta de acciones se llevó a término en convocatoria profesional, organizada y supervisada por la firma Activalores. Son 34 propietarios que representan diversas tendencias y posiciones sociales, orígenes y credos tan amplios como lo es hoy la propia sociedad venezolana. Sin embargo, se nos ataca de una manera vil al decir por Internet que María Teresa Castillo, madre de nuestros principales accionistas, está en terapia intensiva. Nada más doloroso y cruel que el utilizar falsamente el estado de salud de una anciana para apuntalar una calumnia. Lo cierto es que sus quebrantos obedecen a una fractura de fémur a raíz de una caída y de su avanzada edad de 98 años. Se le agrega a la mentira inicial el hecho que Ibeyise Pacheco haya dejado de publicar su columna. Se trata de un problema administrativo que se le planteó en términos amistosos porque tenía más de dos años sin asistir a su trabajo, y no podía seguir cobrando un sueldo millonario. Pero se negó a convenir un nuevo contrato como columnista. Sin embargo, le hemos editado un libro, cada día salen avisos y reseñas proclamando su éxito. ¿Qué clase de enemigos somos de ella si la promocionamos de esa manera? Cuando algún columnista ha sido acusado de falsear los hechos nos hemos sentido abochornados, pero las columnas son sólo responsabilidad ética y legal de quien las escribe. Se habla de la salida de Manuel Felipe Sierra y los lectores pueden consultarle si ha sentido hostilidad de nuestra parte. Al contrario, Manuel Felipe goza del aprecio de esta casa: este mes le publicaremos un libro sobre Gustavo Machado que causará sensación. Hemos iniciado una investigación profesional sobre el origen de estos ataques. En primer lugar, se ha determinado que a través de envíos masivos de e-mail, la organización Libertad Plena es la difusora de estos mensajes. También identificamos algunas personas presuntamente vinculadas a la elaboración intelectual de esta campaña sucia. Pronto iniciaremos, de ser necesario, las acciones legales y, desde luego, penales a que hubiera lugar. Llegaremos hasta el final. No lo duden.

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