Ayacucho
Es un abuso de los partidarios del régimen militar, caudillesco, stalino-fascista, del teniente coronel Chávez Frías, utilizar el nombre «Ayacucho» para un comando fascista dedicado a organizar sus fraudes y sus presiones para evitar contarse en forma democrática.
Antonio José de Sucre, el vencedor de Ayacucho, fue y es, en todo sentido, la antítesis del caudillo de esas gentes. Sucre nunca tuvo ambiciones personales. Inmediatamente después de conseguir la victoria que apartó para siempre el poder colonial del continente americano, le escribió a Simón Bolívar en términos que no dejan lugar a dudas: «Está concluida la guerra y completada la libertad del Perú. Estoy más contento por haber llenado la comisión de Vd. que por nada.» ¡El hombre que acababa de ganar la batalla más importante de la Historia de América estaba contento por haberle sido útil a Bolívar, y no por haber inscrito su nombre en la Historia Universal!
Fue Sucre, General en Jefe, el que propuso, como forma de preservar la unión de la Gran Colombia, que «ninguno de los Generales en Jefe puedan ser Presidente o Vicepresidentes de la República, ni Presidente de ninguno de los Estados (…); puesto que el abuso que se ha hecho del poder militar, ha producido alarmas y desconfianzas, que hacen urgente esa medida». Y fue Sucre, militar de carrera, el que le escribió al prócer argentino Alvear estas palabras: «la guerra siempre es un mal. Nuestra América necesita la paz, y yo soy de opinión de buscarla a toda diligencia». Dicho en pocas palabras, Sucre era abiertamente antimilitarista.
Y fue Sucre el verdadero factor del Tratado de Regularización de la Guerra, que en 1820 acabó con la barbarie de la Guerra a Muerte que había iniciado Bolívar siete años antes como respuesta a las barbaridades de los realistas, de Antoñanzas, de Cervériz, de Tíscar, de Boves, a quienes tanto se parece Chávez Frías. Lo dijo el propio Bolívar: «(El Tratado de Regularización de la Guerra) es digno del alma del General Sucre; la benignidad, la clemencia, el genio de la beneficencia lo dictaron; él será eterno como el más bello monumento de la piedad aplicada a la guerra: él será eterno como el nombre del vencedor de Ayacucho!!»
De manera que utilizar el nombre de Ayacucho, ligado a Sucre, para alentar la aventura de un militarote, antidemocrático, ambicioso y enemigo de los derechos humanos, es insultar a Sucre.
Aunque sí hay una razón por la cual podrían usar el término geográfico: y es que «Ayacucho» significa «Rincón de los Muertos».