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¿Criptomoneda estatal o «petroficción»?

Johannes Karl

«Hoy está naciendo la criptomoneda para enfrentar a Superman, que no ha podido ni podrá con nosotros» (Nicolás Maduro)

Con esta extraña comparación, Nicolás Maduro anunció en febrero de 2018 la creación del petro, la criptomoneda venezolana basada en el modelo del bitcoin. Mientras que por un lado el bitcoin desde hace ya algunos años ha sido aceptado como método de pago oficial en Alemania, Corea del Sur o Estados Unidos, hasta el momento ningún Estado ha considerado introducir una moneda digital tan especulativa a nivel estatal, y todo esto, por una buena razón.

Contra todas las advertencias del extranjero, la criptomoneda petro fue introducida en la noche del 19 al 20 de febrero de 2018. El proyecto, que el gobierno venezolano anunció en diciembre pasado, tiene por objeto dar al país, plagado de sanciones, un nuevo acceso a los mercados internacionales. Según Maduro, a largo plazo el petro se convertirá en la moneda oficial del país.

A través del petro se pretende construir una sensación de auge en el frágil Estado venezolano debilitado por la hiperinflación, escasez de suministro y fuerte corrupción. En este sentido, el presidente de Venezuela habló de este como el primer correcto e importante paso para fortalecer la estabilidad y el crecimiento financiero del país. Según el planteamiento oficial, la nueva moneda digital, que está cubierta por 5342 millones de barriles de reservas certificadas del campo 1 del bloque Ayacucho de la faja petrolífera del Orinoco, debería aportar nuevas divisas extranjeras, estabilizar la economía, luchar contra la inflación y beneficiar en gran medida a la población civil. Pero ¿tiene realmente el petro este respaldo en barriles? ¿Es posiblemente un milagro económico de este tipo?

Según Francisco Monaldi, director del Centro Internacional de Energía y Ambiente del Instituto de Estudios Superiores de Administración en Caracas, el respaldo del petro por reservas petroleras es mera ficción: «El petróleo en el campo Ayacucho 1 está en el subsuelo. El campo no está desarrollado y ni siquiera hay un plan de desarrollo. Tampoco existe la necesaria infraestructura física adyacente ni los oleoductos para transportar el crudo». Para realizar este proyecto serían necesarias inversiones por valor de miles de millones de dólares. Dinero para el transporte y la extracción que Venezuela no tiene.

Además, las reservas certificadas del campo Ayacucho 1 no son ciertas, sino cálculos aproximados o, en todo caso, especulaciones. Monaldi afirma que las reservas probadas reales son la mitad de los 5342 millones de barriles reportados y hasta ahora no existe un plan de explotación de ese campo.

Pero, ¿acaso no se vio afectado el proyecto de Maduro desde un principio por la sospecha y las dudas que existían debido a la insuficiencia y la incompetencia de Venezuela en el mercado petrolero?

Si se sabe de antemano que tanto el know-how técnico como las instituciones no están suficientemente disponibles en la medida que se los necesita, entonces ¿por qué se introdujo la criptomoneda?

Hasta ahora el petro no ha producido el efecto que se esperaba de él, con excepción de algunas nuevas divisas para Maduro, por un corto tiempo. ¿Puede el petro, por lo tanto, considerarse como el último intento desesperado de la Revolución bolivariana por ocultar el fracaso del Estado mediante el uso de nuevas tecnologías? ¿Por qué tendría que ser Venezuela el primer Estado que ponga a prueba el uso de una moneda digital?

El petro probablemente será solo un mecanismo más para hacer transacciones opacas donde unos pocos se lucran a costa de todos los venezolanos. ¿O acaso hay alguna otra razón por la que el petro no se vende en ningún lugar importante de intercambio de criptomonedas? Tampoco se conocen tiendas que lo acepten en Venezuela.

Medio año después de su lanzamiento, apenas se oye hablar del petro. El proyecto petro, si alguna vez fue serio, no tiene estructura y no beneficia a la población civil. La situación económica es desoladora, la inflación crece sin freno ni control y los alimentos y medicamentos importantes escasean en gran parte del país.

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