Economía

El renacimiento del auto todo-eléctrico

Los altos precios del petróleo están logrando algo que se creía utópico hace apenas unos años: volver a poner al automóvil todo-eléctrico en el tapete en los países capaces de producirlo. Un hecho significativo es que el mayor fabricante automotor, la General Motors, anunció en junio que empezaría a ensamblar finalmente su publicitado Chevy-Volt, un auto con energía híbrida (a gasolina o a batería)- , del cual existía sólo un prototipo en desarrollo—colocando a diciembre del 2010 como fecha firme de lanzamiento. En principio el Volt se vendería a unos $ 40 mil por unidad, un precio que será muy costoso para muchos, pero que GM asegura que será reducido posteriormente con la producción a gran escala que generará la esperada demanda.

La carrera por un auto eléctrico

Para no quedarse atrás, sus competidores internos como Ford y Chrysler anunciaron planes para producir para esa fecha sus propios modelos híbridos o todo-eléctricos. Mientras tanto, Toyota, Nissan y Honda tienen modelos híbridos en producción, que ya venden en muchas partes del mundo, pero ahora se están interesando en modelos todo-eléctricos, con una autonomía de 60 kilómetros, después de los cuales la batería se recargaría simplemente enchufando a cualquier red eléctrica por unas horas. El que no puede esperar tanto, podría incluso cambiar la batería por una ya cargada en sitios estratégicos. Mientras tanto se están diseñando baterías mucho más avanzadas cuya recarga pudiera tomar sólo una decena de minutos, si son conectadas a redes de alto voltaje que estarían disponibles en ciertas estaciones de servicio. Lo que se avizora, entonces, es que en lugar de echar gasolina, el usuario enchufaría su carro a esa red especial de alta potencia por una tarifa módica.

Las grandes marcas automotrices no son las únicas en entrar en la carrera por un auto todo-eléctrico para las masas, pues ya existen nada menos que 30 modelos, todas de fabricantes pequeños e independientes (Tesla, Fisker, Phoenix, Miles, etc.), cuyas plantas están basadas en California, Canadá, China, Japón o Inglaterra. Algunos modelos son pequeños o con tres ruedas, usados sólo para ir al trabajo en un vehículo cerrado para evitar los rigores del clima, y pueden costar tanto como $ 15.000, pero también hay modelos deportivos a precios exorbitantes entre 100 y 200 mil dólares. Eventualmente competirán con los carros que usan celdas de combustible (que generan su propia electricidad) o los que funcionan con hidrógeno, que tampoco producen contaminación.

Un auto muy ecológico

El auto todo-eléctrico sería ideal no sólo para evitar el alto costo de llenar un tanque de gasolina –algo que ya es demasiado oneroso para muchos– sino también para evitar la alta contaminación ambiental en las grandes ciudades, pues el vehículo no produce ningún gas dañino, con un motor eléctrico que mueve las ruedas. Y el costo de la recarga no llegaría a un dólar si es de una red normal, algo que muchos compradores verían con agrado, especialmente en países donde se grava con altos impuestos el combustible, y donde gastan más de $ 100 para llenar un tanque promedio.

La idea del auto eléctrico no es nueva, pues en 1912 estaba ofreciéndose en EEUU un modelo de baja velocidad movido por pesadas baterías de plomo-ácido. Obviamente, con el bajo costo de la gasolina, la venta de ese auto no prosperó, pero ahora hay baterías mucho más eficientes y compactas (níquel-hidrido y litio-iónico) que tienen la potencia necesaria para alimentar un motor eléctrico y llegar a velocidades moderadas en pocos segundos. Sin embargo, su limitada autonomía es un seria limitaciones para viajeros que ruedan mucho o necesitan ir de una ciudad a otra. Ahí es donde los autos híbridos se ponen a valer, ya que tienen además un motor a gasolina que puede suplementar la energía en cuestas empinadas o para una alta aceleración, mientras ayudan a recarga la batería cuando se usa ese motor.

La contaminación se traslada a la planta eléctrica

A pesar de sus ventajas, especialmente en el costo energético, es obvio que el auto todo-eléctrico no será una panacea ni reducirá sustancialmente las emisiones globales de gases de efecto invernadero, pues si bien no contamina en la ciudad o los suburbios, la mayor demanda de electricidad para alimentar los vehículos traslada el problema a la planta eléctrica, generalmente lejos de las grandes ciudades. Si ésta funciona con combustibles fósiles como carbón, gasoil o gas, se produciría igualmente cierto volumen de gases contaminantes y la polución global no se reduciría sustancialmente, e incluso puede aumentar por la ineficiencia de dichas plantas. Pero este problema se mitigaría con los planes de tener en breve plazo plantas eléctricas con energía limpia, sea eólica o solar (como propuso recientemente Al Gore), o incluso nuclear, con lo cual se iría reduciendo progresivamente las emisiones dañinas.

Naturalmente todo esto toma tiempo, pero la misma GM predice que para el 2020 más de la mitad de los autos nuevos serán eléctricos, con lo cual la contaminación podría reducirse en un 25 %, tomando en cuenta que todavía existirán muchos vehículos a gasolina para entonces. Una perspectiva muy deseable que aliviaría enormemente el problema de al contaminación ambiental, sea para reducir el aire viciado de las ciudades, sea para frenar el calentamiento global. Mientras tanto, todos esperan que los nuevos autos eléctricos sean eventualmente tan asequibles como los de gasolina, con lo cual se generaría una verdadera revolución tecnológica en el campo automotriz durante la próxima década.

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