Economía

La OPEP a capacidad: oportunidad para Venezuela

(Especial para Venezuela Analítica) La Organización de Países Exportadores de Petróleo ha aumentado las cuotas de producción de crudo cinco veces durante el último año y los precios siguen fortaleciéndose. Hay una aparente incongruencia en el hecho de que la OPEP eleve su techo de producción, los países violen sus cuotas y sin embargo los precios sigan subiendo. Pero las apariencias engañan: la OPEP está produciendo, prácticamente, a plena capacidad (30 millones de barriles diarios (MMBD) en mayo).

No hay excedente verdadero de producción, no hay violación real de las cuotas; simplemente, el nuevo tope de producción de crudo de la OPEP (28 MMBD), aún con el incremento de 500 mil BD rubricado la semana pasada en Viena, es inferior a la demanda efectiva. El mercado está estructuralmente en equilibrio – lo estará por varios años- y la expectativa razonable de que los países exportadores no podrán producir los requerimientos de la demanda durante el próximo invierno y años venideros, ha fortalecido aún más las cotizaciones. El crudo West Texas Intermediate alcanzó $56,58/B el 16 de junio para entrega en julio. La cesta venezolana sobrepasó $45/B.

La relación entre producción real y capacidad instalada está en su nivel más alto en 35 años (98%). En 1985, esta relación estuvo en su nivel más bajo (55%), la OPEP produjo sólo 16,9 MMBD (**) cuando su capacidad era poco más de 30 MMBD. Las consecuencias fueron catastróficas: sobrevino una guerra de precios y las cotizaciones se desplomaron a $12,97/B para el crudo Árabe Liviano en aquel año. Hubo crudos extra-pesados venezolanos como el Boscán y el Laguna que cayeron a $5-7/B a mediados de 1986.

Para entonces, Venezuela ejercía la presidencia de la OPEP en la persona del ministro Arturo Hernández Grisanti, quien propuso en la reunión ministerial de Taif (mayo 1986), la imperiosa necesidad de detener la guerra de precios –promovida de facto por varios países miembros de la propia organización-, retomar el rol de la OPEP como estabilizador del mercado y fijar una nueva estructura de precios razonable, que permitiera recuperar la demanda petrolera, rescatar la participación perdida en el mercado energético internacional y promover la recuperación económica mundial para beneficio tanto de productores como de consumidores. Si era indispensable darle término inmediato a la fraticida guerra de precios, tanto más se reconocía que era imposible que la OPEP pudiera defender el anterior precio oficial de $28/B para el crudo Árabe Liviano con un nivel real de producción que estaba más de 13 MMBD por debajo de su capacidad.

El ministro venezolano y presidente de la OPEP preguntó a sus colegas en dicha reunión cual sería el precio justo y necesario para alcanzar dichos objetivos. El ministro iraní Mohamed Gharazi se pronunció por un precio de $22-24/B al igual que el argelino Belkacem Nabi, el ministro indonesio Subroto propuso $19/B, el ministro nigeriano Tam David West $20/B, el kuwaití Alí Khalifa Al Sabah $18/B y el saudí Ahmed Kaki Yamani $17/B. Se formó un consenso alrededor de la idea central de detener cuanto antes la guerra de precios y fijar un techo realista de producción, suficiente para defender una nueva estructura de precios a ser determinada por un estudio técnico. La propuesta venezolana prosperó y se designó una comisión de expertos integrada por los iraquíes Fadil Al Chalabi y Ramzi Salman, y el venezolano Alirio Parra.

En la Conferencia Ministerial de diciembre de 1986, la comisión técnica presentó su informe y recomendó un nuevo precio oficial de referencia de $18/B, que era el promedio simple de una cesta de siete crudos marcadores representativos. Se detuvo la guerra de precios, la OPEP retomó su rol estabilizador del mercado con el concurso de varios países no pertenecientes a la organización, como Malasia, México, Omán, Noruega y Rusia, y se inició una era de recuperación continua de la demanda petrolera mundial que se ha mantenido hasta nuestros días. El consumo petrolero mundial, que alcanzó 58,4 MMBD en 1985, no ha dejado de subir desde entonces y en 2004 se ubicó en 81 MMBD.

Gracias a aquella acertada decisión de la OPEP en diciembre de 1986, a la política de precios razonables que la organización aplicó desde entonces y a las propias fuerzas de la oferta y la demanda, el mundo evitó un colapso prolongado y peligroso en los precios nominales del petróleo y los países consumidores disfrutaron, hasta 1998, de niveles de precio que, aún durante la Guerra del Golfo en 1990, no excedieron, en promedio, $20,50/B para el Árabe Liviano y $24,50/B para el West Texas Intermediate. Los países exportadores, por su parte, vieron aumentar su demanda, la OPEP redujo progresivamente su capacidad excedente y los exportadores no pertenecientes a la organización elevaron sus suministros al mercado sin mayores tropiezos.

Lo que no pudo corregirse fue las fluctuaciones dramáticas que signaron el mercado durante los siguientes 20 años y las cotizaciones nominales bajaron a $13,20/B en 1998, $14,75/B en 1994 y $12,20/B en 1998 (crudo Dubai de los Emiratos Árabes Unidos). Entre 1986 y 1998, los precios fluctuaron entre $12,20/B y $24,50/B, hasta 1998, cuando comenzaron a incrementarse en forma sostenida. Pero los precios reales del petróleo descendieron durante todo ese período. Más aún, un precio nominal de $40/B en la actualidad tiene un valor adquisitivo que es un 50% inferior a la cotización registrada en 1980, cuando el crudo liviano Dubai, por ejemplo, promedió $35,70/B; es decir, técnicamente, la cotización nominal del crudo tendría que llegar a $70/B para alcanzar un valor equivalente al de hace 25 años. Es por ello que la economía mundial ha asimilado sin distorsiones los nuevos precios nominales del petróleo, sólo altos en apariencia.

Después de 20 años de precios reales declinantes del petróleo, hoy el mundo presenta una insuficiencia de capacidad de producción y de refinación. La capacidad de refinación mundial (83,7 MMBD a fines de 2003), presenta un índice de utilización de más de 95% en 2004, el más alto en 25 años, lo cual agrava el grado de estrechez del balance petrolero mundial, en momentos en que la producción adicional está conformada por crudos ácidos y pesados, la capacidad de procesamiento incremental no está adaptada para procesar estos crudos y el consumo de productos refinados, cada vez menos contaminantes, demanda crudos dulces y livianos.

El Comunicado de la recién concluida Conferencia Ministerial de la OPEP exhorta a los países consumidores a invertir en refinación; pero los países de la OPEP y las empresas petroleras internacionales también fueron muy cautelosos en destinar recursos de inversión para aumentar la capacidad de producción durante las últimas dos décadas. Los riesgos geológicos, económicos y políticos son mayores, las necesidades sociales también. La industria se ha consolidado, se han producido fusiones y adquisiciones y las empresas han reducido costos y gastos. La competencia es más férrea y las exigencias de tecnología son crecientes y costosas.

Ante las nuevas realidades, conviene retomar el diálogo entre consumidores y productores, pero también es impostergable a corto plazo, alcanzar, suscribir y ejecutar acuerdos, asociaciones y alianzas estratégicas entre los estados propietarios de la riqueza petrolera y las empresas petroleras privadas nacionales e internacionales que cuentan con los recursos humanos, operativos, tecnológicos, financieros y gerenciales para acometer grandes proyectos de expansión de las capacidades de producción y refinación.

Venezuela tiene una oportunidad única para concretar proyectos que están en diferentes fases de negociación entre el Ministerio de Energía y Petróleo, PDVSA-CVP y las empresas petroleras privadas nacionales e internacionales, cuyas propuestas de inversión ascienden a $30 millardos para el decenio 2005-2010, en el marco de la Ley de Hidrocarburos de 2001 y la Ley de Hidrocarburos Gaseosos de 1999. Para ello es indispensable acordar las nuevas modalidades de empresa mixta contemplada en la Ley de Hidrocarburos y promulgar, luego de la correspondiente consulta pública, el Reglamento de dicha Ley.

La capacidad de generación de empleo y riqueza en Venezuela en el futuro depende en alto grado de la ejecución del Plan de Negocios de PDVSA para el período 2005-2010, el cual prevé elevar a 5 MMBD la capacidad de producción de crudo y a cerca de 12 millardos de piés cúbicos diarios la producción de gas natural. Es esta una meta titánica pero alcanzable si es decididamente acometida por PDVSA y el sector petrolero privado nacional e internacional, ya.

Es imperativo concretar nuevos proyectos de inversión que, bajo principios de seguridad jurídica y rentabilidad razonable, hagan posible expandir la capacidad de producción y refinación con el mayor valor agregado nacional para los países exportadores, contribuyendo así al desarrollo económico y social sustentable de sus pueblos.

(*): El autor es Ex gerente de planificación comercial de PDVSA y ex miembro de la Delegación de Venezuela en las Conferencias Ministeriales, la Junta de Gobernadores y la Comisión Económica de la OPEP.

(**): BP Statistical Review of World Energy, 1996 y 2003.

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