Economía

El mega-presupuesto 2001

El ministro de Finanzas, José Rojas, acaba de presentar a la Asamblea Nacional el proyecto de Ley de Presupuesto para el próximo ejercicio fiscal. Sin menospreciar algunos aspectos que lucen legítimos, como el incremento del porcentaje destinado a educación, puede y debe afirmarse que se vuelve a repetir el pecado capital de nuestra planificación económica: aprovechar ingresos no-recurrentes para financiar y crear gastos recurrentes. Como dice el sabio refrán: «pan para hoy y hambre para mañana».

De los 17,8 billones de bolívares del presupuesto en el 2000, se pasa a 22, 9 billones para el 2001. Un aumento que no se sustenta en la recaudación tributaria de un sector privado en sana expansión, sino que se basa en el auge temporal de los precios petroleros. Las circuntancias del mercado internacional de hidrocarburos son favorables –por ahora– pero la historia demuestra que los altibajos son su característica primordial.

Asi mismo, se prevé contraer nueva deuda pública por un monto de 6,3 billones de bolívares lo que representa el 27,5% del total presupuestado. Eso sin contar el endeudamiento contemplado en el proyecto de Ley de Crédito Público (ley paraguas) que asciende a 2,5 billones. En otras palabras: la deuda crecerá en 8,8 billones, que al tipo de cambio estimado de 725 bolívares por dolar, equivale a 12 mil millones de dólares en obligaciones adicionales.

Si bien es cierto que el presupuesto asignado al ministerio de Educación, Cultura y Deportes aumenta en 39%, el del ministerio de la Defensa sube en un 47%, y el del ministerio de Secretaría de la Presidencia en un 53%. Al mismo tiempo, los recursos del ministerio de Interior y Justicia –descentralización y seguridad ciudadana– sólo se mejoran en un 13%. No pareciera haber, por tanto, un orden claro de prioridad.

El presidente Chávez se muestra muy satisfecho con su nuevo presupuesto. No le preocupa que el aumento del gasto público se deba a más renta petrolera y más deuda. Tampoco parece inquietarle lo que pasaría si las condiciones internacionales hicieran retroceder los precios de nuestro principal producto de exportación. La Agencia Internacional de Energía (AIE) y la propia OPEP ya pronostican una nivelación hacia la baja del mercado, en especial para el bienio 2001-2002.

Por otra parte, la Asamblea Nacional, tan esmirriada e incapaz, le está dando un mateo al análisis presupuestario que, en el mejor de los casos, producirá algunas observaciones técnicas, pero sin cuestionar su trasfondo político. La responsabilidad es compartida, tanto para el régimen chavista como para su «oposición» legislativa.

La propaganda oficial, que sin duda es intensa y hasta ahora efectiva, celebrará el proyecto de presupuesto-2001 como el comienzo de una nueva era en la vida económico-financiera del país. Ojalá fuera así. Mucho me temo, sin embargo, que es exactamente al revés: involucionamos hacia los graves errores de CAP-I y la notoria «Gran Venezuela». La máquina del tiempo como que sí existe, al menos en su dimensión infortunada.

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