Venezuela invertebrada
La presión internacional aumenta y no hay señas de que la dictadura esté dispuesta a transar. Por el contrario, recrudece la represión y la contención y logra que algunos, que se autocalifican de opositores, tiendan puentes, aprobando el ilegítimo CNE y llamando a votar en la futura elección parlamentaria.
¿Por qué será que nada ocurre a pesar de que las diversas crisis lejos de reducirse se agravan?
La pandemia está en su curva ascendente, la hiperinflación sigue su alocado curso, las telecomunicaciones están cada día en peores condiciones, el hambre no mengua, el deseo de huir del país sólo está detenido por el Covid-19, la dictadura no permite que los venezolanos varados en el exterior regresen a su patria, el Ministro de la Defensa se atreve a declarar que la oposición nunca más gobernará en Venezuela (por cierto, sería interesante conocer qué opinan de eso los de la mesita y los que llaman a votar).
Y mientras eso ocurre, algunos no tienen otra mejor idea que acusar al entorno de Guaidó y pedir que se desprenda de ellos. Pero, ¿quienes están dispuestos a apoyar las protestas populares? ¿Quiénes están dispuestos a acompañar a los pocos jóvenes que pusieron pancartas alusivas a la dictadura en diversos espacios de la capital o a los que tienen hambre, o no consiguen gas, o no tienen quien los cure?
La verdad es que da tristeza ver cómo, casi un siglo después de que Ortega y Gasset escribió ese memorable ensayo titulado «España invertebrada», podríamos decir que hoy es Venezuela la que está invertebrada.
Pero así como, cuando nadie creía que era posible que cayera el muro de Berlín y de la noche a la mañana se desvaneció la dictadura soviética y tantos otros ejemplos que nos muestra la historia, estamos seguros que Venezuela se erguirá de nuevo y los falsos profetas quedarán en la oscuridad del olvido.
